En la primavera de 1957 Santiago Bernabéu decidió reforzar la defensa con un fichaje de campanillas, un central de gran jerarquía que ya había impresionado en Europa en el Mundial de Suiza de 1954 y en su continente en el Campeonato Sudamericano ese año. Santamaría poco antes estuvo cerca de realizar una gira con el Atlético de Madrid y de firmar por el Barcelona que también andaba tras él, pero la recomendación de Héctor Rial convenció al presidente merengue que pagó 170.000 pesos por el zaguero.
José Emilio Santamaría, hijo de españoles orensanos, nació el 31 de julio de 1929 en Montevideo y se crió primero en el Atlético Pocitos para más tarde jugar diez temporadas en Nacional. El uruguayo era un central adelantado a su tiempo por su clase, calidad y criterio a la hora de sacar el balón jugado desde atrás. Además era seguro, solvente, inteligente en la colocación y bueno en el juego aéreo. Un defensa completísimo, uno de los mejores del mundo a finales de los 50 y principios de los años 60.
El charrúa llegó a la capital española un 28 de mayo y el día de su presentación declaró: que “me hizo gracia que llamaran merengues al equipo que quería ficharme. Además seguiría vistiendo de blanco, cono en Nacional”. Por su parte Bernabéu se mostró encantado con su contratación y afirmó ante la prensa que “necesitamos un hombre fuerte por cada línea. Y la que nos faltaba por cubrir era la defensa. Para eso ha venido Santamaría”. Su contrato le unió al club durante tres años y su incorporación dio un nuevo aire a una zaga que no acababa de convencer por su solvencia a Di Stéfano, una defensa conocida en la época como “de alpargata”.
Pronto los compañeros comenzaron a llamar Pepe a Santamaría y el debut del defensa se produjo ante el Charleroi en un partido amistoso y el CA Osasuna en un encuentro oficial. En su primer año logró el doblete de Liga y Copa de Europa y lideró el eje defensivo blanco junto a Atienza y Lesmes en los costados.
Un total de siete temporadas más estuvo el charrúa siendo el jefe de la defensa y fijo para sus entrenadores Carniglia y posteriormente Miguel Muñoz. A su lado fueron desfilando multitud de nombres con los que hizo trío o cuarteto en la defensa, caso de Marquitos, Pachín, Miche, Casado, Miera, Isidro o Zoco.
Y los títulos no pararon de llegar para completar un palmarés extraordinario. Dos Copas de Europa más ante Milan o Eintracht de Frankfurt, cinco Ligas de forma consecutiva entre 1961 y 1965, la Copa de 1962 donde se derrotó al Sevilla en la final o la Copa Intercontinental ante Peñarol, eterno rival del otro club de su vida Nacional. Precisamente ante el equipo de su tierra disputó el que probablemente fue su mejor choque con la camiseta merengue. El duelo fue el de ida de la nueva competición en el estadio de Centenario. Peñarol contaba con una delantera mítica y apabullante formada por Cubilla, Spencer, Linazza, Hohberg y Borges que fue incapaz de superar la defensa comandada por Santamaría y el encuentro terminó sin goles. En la vuelta el 5-1 en el Bernabéu dio el triunfo a los blancos.
La última temporada de Santamaría en el Real Madrid fue la única donde dejó de ser indiscutible. La generación ye-yé se imponía y el uruguayo cedió su puesto de titular a De Felipe. Aquel curso de 1965-1966 sumó 14 partidos entre todas las competiciones y se despidió con la cuarta Copa de Europa de su carrera y la ‘Sexta’ del club, ayudando en dos compromisos europeos ante el Feyenoord en primera ronda y el Kilmanock en la segunda.
Se retiró con 37 años y dejando un bagaje espectacular de 337 partidos oficiales. Marcó dos goles, ambos conseguidos en Liga. El primero ante el Espanol en abril de 1959 en la jornada 30 de Liga y el segundo frente al Athletic de Bilbao en 1960 en la jornada 8 del campeonato liguero. Por ello y tras el verano de 1966 el club le rindió un merecido homenaje con el Hamburgo alemán como rival. El partido lo ganaron los visitantes y Santamaría jugó sus últimos minutos con la casaca merengue antes de ser sustituido por De Felipe con todo el Santiago Bernabéu en pie despidiéndole.
Su carrera internacional se dividió en su papel con Uruguay de 1952 a 1957 y luego con España desde 1958 hasta 1962 tras obtener la nacionalización. Con La Celeste disputó un total de 20 encuentros y participó en el Mundial de Suiza donde alcanzaron el cuarto puesto y fue elegido en el XI ideal del torneo. Mientras que con España debutó frente a Irlanda del Norte en 1958 y acumuló 16 internacionalidades. También con el equipo hispano acudió al Mundial de Chile de 1962 en el que no se pasó de la primera fase.
Posteriormente tuvo una trayectoria como técnico donde dirigió a la selección olímpica española, al RCD Español desde 1971 a 1977 y a España sub19 y sub21. En 1982 lideró a la selección española absoluta en un Mundial celebrado en casa que no fue un éxito. El uruguayo fue la fuente principal de las iras de la prensa por los malos resultados y acabó dejando los banquillos. Además también tuvo varios negocios alejados del balompié, como por ejemplo una empresa de pan y bollería con su excompañero madridista Félix Ruiz.
Alberto, es impresionante tu erudición. Gracias por darnos a conocer tantas cosas de nuestro equipo, que es mucho más que lo que tenemos en este año o en este siglo.
Supongo que disfrutas haciéndolo, porque si no, ¡menudo esfuerzo!
Agradecerle estos artículos que tan necesarios son para saber la historia de nuestro club y de quienes lo formaron y de que tanto tienen que aprender alguno.
Pues, como los anteriores comentarios, es de ley expresar mi gratitud a Alberto Cosín.
Grande Santamaria