Cinco años cinco, de la acreditada ganadería de don Angel María Villar. Ciento noventa partidos de Liga. Diecisiete mil cien minutos (más el descuento). Ni un solo penal. Te llaman el Jefecito, Javier. ¿El Jefecito? ¡El puto amo! Che, qué bárbaro, sos enorme, desproporcionado, como el sexo de tu compatriota en el chiste. Cinco años sin que te piten un penalti, y subiendo. Mira que está re lindo y todavía habrá algún boludo que arme un quilombo por eso. Pero yo no, yo te escribo para felicitarte el aniversario. ¡Feliz cumpleaños, Javier Mascherano! En La Galerna estábamos impacientes porque llegara esta fecha. ¡Teníamos tantas ganas de felicitarte! Es más, nos habría roto las bolas no poder celebrar esta bonita efemérides. Pero estábamos tranquilos: contábamos con Victoriano. Y con Victoriano, a ver qué árbitro hincha pelotas se atreve a salirse para el orto y pitarte un penal.
Cinco años sin cometer un penalti. Qué bonita cifra, y qué lorquiana. A los cinco años de aquella tarde. Eran los cinco años de aquella tarde. Yo quiero ser el niño que trae la sábana blanca a los cinco años de la tarde, de la tarde aquella en la que te señalaron el último penalti. Una sábana no para amortajarte, Javier (Dios te guarde muchos años), sino para velar tus sueños, el descanso del guerrero. Tú eres el guerrero, el guerrero silencioso y elegante, limpio y virginal. Jamás, en cinco años, en cinco largos y lorquianos años, se te ha visto agarrar a un delantero, usar los codos, trabar un pie. Lo tuyo es defender con la mirada, esa mirada serena y profunda que desde joven te valió el apodo de Jefecito. Tú no conoces el juego subterráneo. Tú saltas al campo embutido en tus mallas y adornado con tutú, y dibujas gráciles e ingrávidos arabesques y glissades que envuelven al delantero y lo embrujan con la magia de sus pliegues hasta cederte el balón, como una verónica detiene el tiempo y convierte al formidable astado en una dulce amante entregada al matador. Cinco años enamorando delanteros, Javier. ¡Qué arte!
Cinco años sin cometer un penalti. Cinco años sin cometer una infracción del Reglamento. Tú eres incapaz de vulnerar la ley, como no sea la fiscal, pero quién no ha sido condenado alguna vez en sentencia firme por un par de delitos fiscales consistentes en defraudar a Hacienda un milloncete y medio de eurillos de nada. Además, ya explicaste en aquella varonil nota de prensa que sacaste al día siguiente de ser condenado que la culpa era de tus asesores. Lo que, querido Javier, te convierte en un delincuente-víctima, que es algo que se lleva mucho últimamente por tierras catalanas, y si no mira a los Jordis, que seguro que son culés. Es verdad que decías al mismo tiempo que tus asesores eran muy prestigiosos y que no te habían informado de nada, lo cual algunos quizás no lo entiendan del todo. Tal vez no todo el mundo sea capaz de comprender que cuando uno es un simple jugador de fútbol, como tú afirmabas de ti mismo, se dedica a firmar lo que le ponen y no pregunta nada. Ni sabe qué hacen con su dinero ni a qué riesgos le exponen. Es una cuestión de confianza ciega. Cuando uno está tan ocupado con el balón, no tiene tiempo de dedicarse a entender a dónde van unos cuantos millones de euros.
Pero, déjame que te lo diga, Javier, creo que te perdió tu bonhomía. Es verdad que esos delitos te hermanan aún más con tu compatriota e ilustre culé Leo Messi. Pero es una puñetera ironía que seáis los culés los que cometéis los delitos de cuello blanco (¿tenía que ser blanco, Javier, precisamente blanco?) en el fútbol español. Por otra parte, podrías haber tomado ejemplo de Lola Flores, que aunque era una españolaza, tuvo una idea brillante cuando se encontró en parecida tesitura. Deberías haber pedido un euro a cada catalán, o al menos a cada culé, y con eso pagabas tu deuda. Los españoles somos muy de puño cerrado e hicimos oídos sordos a la petición de la Faraona. Pero los culés no te habrían negado eso a ti, Javier, puedes estar seguro. Ah, y creo que también se te olvidó demandar a tus asesores por su evidente negligencia profesional al no informarte de los riesgos de las decisiones que tomaban en tu nombre. Está muy bien ser tan bueno, pero con su silencio inexcusable (tú mismo dijiste que no fue torpeza) te hicieron delinquir, Javier. Te convirtieron en delincuente. Delincuente-víctima, sí, pero delincuente condenado por sentencia firme al fin y al cabo. Y por partida doble. Quizás deberías demandarles. Piénsalo, Javier, tal vez aún estés a tiempo.
Cinco años sin cometer un penalti. Porque lo tuyo es más recibir faltas que cometerlas. Acuérdate, si no, de aquella semifinal de Champions contra el Real Madrid en el año 2011. Parece que hace mucho tiempo de aquello, pero está muy cerca en realidad, probablemente a un solo penalti de distancia. Te acuerdas de la jugada, ¿verdad? Aquella en la que Cristiano, empujado por Piqué pero presa de una furia casi asesina, lanzó su cuello con ensañamiento y alevosía contra el tacón de tu bota mientras Higuaín, al que ya no podías dar alcance, marcaba el gol que posiblemente habría dado al Real Madrid el pase a la final. ¿Cómo no te vas a acordar dada la brutalidad de la acción de que fuiste víctima? Cuando el cuello de Cristiano te golpeó en el pie con tal virulencia, caíste fulminado, arqueando la espalda como si un disparo acabara de impactar en tu columna vertebral, y con el rostro desencajado y la expresión de agonía infinita y terror incontenible que Goya inmortalizara en Los fusilamientos del Dos de mayo. Sí, por supuesto que te acuerdas, uno no olvida fácilmente el día en que le fusilaron por la espalda. Menos mal que el árbitro de la UEFA vicepresidida por Villar fue más compasivo que las tropas napoleónicas y pitó la sádica falta de Ronaldo que invalidaba el gol de Higuaín y os daba el justo pase a la final de Wembley. Tiemblo al pensar qué podría haber pasado en caso contrario, Javier.
Cinco años desde el último penalti. Felicidades de nuevo por tan gozoso aniversario, Javier. Aunque es muy probable que no sea el último que celebres, disfruta del día como merece. Yo sólo quería felicitarte y rendirte este humilde (en la medida en que yo, que no soy culé, puedo ser humilde) pero sentido homenaje, porque siento que es un soplo la vida, / que cinco años no es nada, / que febril la mirada, errante en las sombras, / te busca y te nombra. Y como no quería venir con las manos vacías, aquí te dejo como recuerdo este tango que tan bien conoces. Un tango que tiende un puente prodigioso entre tu bendita patria de nacimiento y la tierra catalana que te acoge, y que habla del siglo veinte, sí, pero que parece compuesto pensando en ti. Espero que te guste tanto como a mí.
Vivimos revolcaos en un merengue (¡en un merengue, Javier!)
y en el mismo lodo
todos manoseaos…
(...)
¡Siglo veinte cambalache
problemático y febril!…
El que no llora no mama
y el que no afana es un gil.
Esta estadística es taaaan contundente como la de que cuando le pitaron el último penal en contra al FC Barcelona, el Real Madrid aún tenía 10 Copas de Europa...
Es que, claro, son tan buenos...
Gran escrito, a la altura de tan gran efemérides. Que cumpla muchos más el jefecito, y que sea recordado por la posteridad como el jugador más impoluto de todos los tiempos.
Que comentario tan soso... de tan merengue parece de crema chantilly sin azúcar... dejen las ironías que los merengues les deben más de dos orejonas a los árbitros y otros demonios...