Malakito de Memphis Aúpa

Seguro que recuerdan ustedes a aquel predicador del Bronx al que interpretaba Arsenio Hall en El príncipe de Zamunda. Es el que presentaba todo el tiempo a ese grupo imposible llamado Chocolate Sexy. Chocolate Sexy. Chocolate Sexy. Siempre que recuerdo esa escena paso un buen rato, como ahora, pronunciando “Chocolate Sexy”, mientras me parto de risa. Es adictivo. Seguro que también están al tanto de lo sucedido hace unos días en el concurso de televisión Ahora caigo. Una concursante debía responder a la pregunta de qué equipo de fútbol tiene al mapache Indi como mascota, mientras aparecían sobreimpresionados en un rótulo los huecos de las letras de las palabras que daban nombre a dicho equipo, de las cuales sólo aparecían algunas. A pesar de la aparente dificultad, no parecían caber apenas dudas que el equipo era el Atlético de Madrid, pero la concursante, no se sabe por qué influjo milagroso, dijo “Malakito de Menfis”, ante el asombro de los presentes y de los televidentes y sobre todo de los atléticos, que vieron de sopetón en el espejo su propia imagen malakitense. Una imagen que no sabemos cuál es, pero que sin embargo es exacta. Pura.

No conforme con su inesperado hallazgo histórico, la concursante probó con otra respuesta mágica: “Aladino de Murcia”, que es cuando estalló la algarabía. Yo desde entonces no paro (en realidad el mundo entero no para) de decir, mayormente, “Malakito de Menfis” como si dijera Chocolate Sexy. El Malakito es al Atlético lo que Archibald Alexander Leach era a Cary Grant. Nada puede ser igual después de esto. Ya nunca más voy a poder ver al Atlético de Madrid, el Aleti de toda la vida. A partir de ahora yo voy a ver al Malakito de Menfis, al Malaki.  A partir de ahora será, por ejemplo: “¿Cómo ha quedado el Malakito?” (con el desternillamiento de los legionarios que escuchaban hablar a Pijus magnificus)), mientras veo la imagen del Cholo malakitizado, aladinizado nada más y nada menos que en Murcia. Casi representado como un indiano, con un sombrero de paja, descalzo y unos pantalones hechos jirones. ¿Por qué en Murcia? Pues no sabemos, pero en Murcia. Y sobre todo en Menfis, que está en Egipto, aunque también puede ser en Memphis, Tennessee, en Estados Unidos. ¿Por qué Menfis y no Madrid? Qué maravilloso sortilegio.

Es como si la concursante hubiera descifrado un jeroglífico grabado en alguna piedra milenaria. La hilaridad no provenía de la costumbre perdedora del equipo antes conocido como Atlético de Madrid, sino que todo viene de su esencia: la descubierta en un programa de televisión que ha dado un nuevo rumbo a nuestras vidas. La hilaridad provenía de su auténtico nombre, que resonaba todos estos años en el subconsciente, al tiempo que Sergio Ramos marcaba en el minuto noventa y dos y cuarenta y ocho segundos como culminación de la malakitización. Todos oíamos sin oírlo: “Malakito”, y luego: “de Menfis”, y luego todo se volvía borroso en medio del despelote que creíamos que venía de otra parte. Porque en el Wanda (nombre a la altura de la recién descubierta denominación) pone en grandes letras luminosas: “CLUB MALAKITO DE MENFIS S.A.D.”, cuyo tristemente célebre “grupo de animación” se llama ahora el Frente Malakito. El himno dice en verdad, por ejemplo: “Malaaaki, Malaaaki, Malaaakito de Menfííís...”, de un modo descacharrante. Ayer en la redacción, presos del delirio ante la buena nueva, Jesús Bengoechea anunciaba que los niños preguntarían a sus padres: “Papá, ¿por qué somos del Malakito?”, mientras yo no podía dejar de acordarme de Gaby, Miliki, Fofito y Malakito, y además veía al Cholo (el Cholito) con una nariz roja, diciendo: “¿Cómo están ustedeeees?”, y al estadio Wanda al unísono responder: “¡Bieeen!”.

Porque ya no puede ser el equipo del pueblo sino a lo mejor el equipo del Nilo (o el del Misisipí, como apuntaba Rafa Moreno). Yo lo decía y José María Faerna se animaba a cantar y a bailar moviendo los dedos y las caderas: “Ay Ma/Ay Ma/Ay Malakito qué mareo...”. “Malaki Navaja”, gritaba Jesús Bengoechea entre temblores. El flujo era constante. Era como si la concursante estuviese en trance transmitiendo imágenes por ondas psicodeshuevantes. “Que se enteren los vikingos de quién manda en Memphis”, decía Jesús presa de vudú. “Equipo de tahúres”, añadía Nacho Faerna. Yo pensé que era posible que el Aladino fuera el equipo filial (“la camiseta del Malakito es roja con rayas blancas y la del Aladino blanca con rayas rojas”, dictaminaba Nacho), y que todos sus jóvenes jugadores soñaran con jugar algún día en el Malakito. Cuánta grandeza, estimados lectores. Y la que queda aún. ¡Aúpa Malakito de Menfis!