Hay muchas maneras de jugar al fútbol, pero sólo una de jugar al balón. Algunos gurús predican la posesión como clave del juego. Tener la pelota, no como un fin en sí mismo, sino para que no la tenga el contrario. Qué hacer con ella es secundario mientras no se pierda. El balón entendido como un macguffin, una excusa para corretear por el césped. Luego están los profetas de la posición. Los de los dibujos tácticos. A estos, el balón se diría que incluso les molesta. Un incordio, una lata. Con lo fácil que sería el fútbol si nos olvidáramos de él, si le diéramos la patada, sólo una, que lo mandara fuera del campo definitivamente.
Son maneras de jugar al fútbol a pesar del balón, en contra del balón, menospreciándolo, desactivándolo. Jugar al balón, en cambio, es ponerlo en el centro de todo, como cuando (perdón por volver a mis obsesiones) en el patio del colegio o en la plazuela del barrio dejábamos a la imaginación todo lo demás; un par de mochilas o dos montones de anoraks hacían las veces de postes de la portería, el larguero era hipotético y las áreas y los límites del campo líneas invisibles consensuadas con prisas para que el balón, lo único imprescindible, empezara a rodar cuanto antes porque sabíamos que la felicidad era eso, correr orbitando alrededor de esa réplica del mundo en miniatura, driblar, centrar, chutar, cabecear, conjugar todos los verbos transitivos que tuvieran como objeto directo el objeto de nuestro deseo: la pelota. No necesitábamos nada más.
Anteayer le preguntaron al final del partido a Benzema por lo bien que se entiende con Rodrygo en el campo y el francés se encogió de hombros, sonrió y respondió con esa expresión: juega al balón. Le bastaron tres palabras a Karim para convertir en superfluos y banales todos los análisis postpartido, toda la palabrería, toda la teoría hueca, todos los chiringuitos y tertulias. Nuestro nueve intangible es el máximo exponente de esta viejísima revolución que supone reducir el fútbol a su esencia casi atómica. Le hemos visto hacer equilibrios en la línea de fondo encontrando un pasillo donde los demás mortales ni sospechaban que hubiera espacio para respirar. En lugar de achicar espacios, dilatarlos, inventarlos. El miércoles regateó a un defensor sin tocar el balón, usando sus pies como los jugadores de curling el cepillo, como si en vez de ser de cuero el esférico fuera una de esas pompas de jabón que los artistas callejeros hacen bailar creando sutiles corrientes de aire a su alrededor.
El Madrid no jugó contra el Galatasaray, que es lo que harían los que juegan al fútbol, sino con él, del mismo modo que el gato (otra vez Karim) juega con el ratón y no contra él mientras le da caza. El Madrid no juega a nada si de posesiones o posiciones se trata, y provoca la indignación de estrategas y de modernos con su desfachatez. Es una apuesta muy impopular en los tiempos que corren. Divertirse jugando, a quién se le ocurre. Jugar al balón, qué cosa tan vulgar.
Ojalá perseveremos en la osadía durante lo que queda de temporada. Porque estoy seguro de que, jugando al balón, este equipo nos dará lo que le pidamos. Así sea la luna. Karim la bajará del cielo con un control exquisito y se la pondrá a Rodrygo en bandeja. Y la bandeja volverá llena de copas.
Número Tres
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Maravilloso artículo.
Por un momento he vuelto a una infancia en la que los postes eran las carteras, y el partido terminaba cuando el dueño del balón tenía que volver a casa.
La felicidad es jugar al balón, como lo hace Benzemá.
Si además el balón entra, entonces, es el paraíso.
Saludos.
Si, pero cuidado Número Tres, el primer día que la pelotita no entre no tardarán en salir aquí mismo, en la Galerna, los que vengan con tácticas, técnicas, exjugadores, ... y las correspondientes ventas del 70 % de la plantilla no válida para el Real Madrid.
Artículo sublime, me devolvió a la infancia y a muchas tardes y recreos felices, enhorabuena sr faena, están sencillo como jugar al balón...
La cruda realidad es que ahora tocan los del Eibar. Estos van a rascar, agarrar, patear y golpear todo lo que puedan , y Mas, con el consentimiento del "àrbitre". Eso lo tengo claro, no. Clarísimo. Los mismos que regalaban palmaditas en el culo y sonrisas a sus "rivales" azulgranas.
El Madrid actual, sí, tiene magníficos peloteros. Pero, hay veces que quieres y sabes jugar a fútbol, pero no te dejan. Pocos espacios, terreno de juego inapropiado, hostilidad en las gradas, arbitraje nefasto, agresividad inusitada del rival...
REAL MADRID, CONTRA TODO Y CONTRA TODOS
y jugamos con el bordillo de la acera, haciendo parede, una tras otra. Siempre en la mira, con el balon pegado al pie y sonriendo a nuestro mundo, eramos los aces