Kopa-Paco, el equilibrio de un equipo que vislumbró la perfección
Cuando Raymond Kopa esclarecía las sombras de sus compatriotas sobre su escaso rendimiento en los primeros meses como madridista, dibujó una sentencia que encerraba la doctrina táctica, quizás involuntaria, de aquel Real Madrid. “Todo pasaba por la izquierda. En la otra banda había un jugador llamado Paco Gento”. De forma maquinal, pero inevitable, el poder de sus enérgicas galopadas inclinaba el campo de ataque madridista, sin que ninguna otra fuerza centrífuga restableciera el equilibro del equipo.
Además, Paco comenzaba a disponer de su longeva madurez y sus compañeros se habían acostumbrado a lanzar balones al espacio porque ahí tenían un extremo que siempre se lo devolvía. De esta forma, la extraordinaria calidad de Kopa pasó la penitencia del novato, un paso casi obligado para quien llegó a un equipo que funcionaba con una precisión sólo antes vista, quizás, en la famosa Hungría de Puskas. Además, siempre había jugado con libertad en la delantera, un nueve, quizás un antecesor de Benzema, inteligente, habilidoso y exquisito.
Pero que el nueve pertenecía de pleno derecho futbolístico a Alfredo Di Stéfano era un principio tan anclado en la estructura del equipo como los cimientos del Bernabéu. Así pues, el francés se tuvo que ir adaptando a la banda derecha, aunque con alguna frecuencia, sus regates y carreras derivaban hacia el interior. Una solución darwiniana, evolutiva, pues su pequeña estatura le había conducido a dominar esa parcela del terreno en la que su constitución no supusiera una desventaja, sino que, junto a su extraordinario talento, se convertía en un atributo letal. En cualquier caso, Kopa se adaptó con prontitud a equilibrar el juego del equipo por la banda diestra, ya que la inteligencia nutría el resto de sus virtudes.
Tal vez la principal característica del pensamiento de los griegos antiguos que ayudó a forjar su filosofía fue la unidad de los contrarios. Dos fuerzas en oposición también pueden estar unidas, y hasta es posible que su contradicción esencial explique su permanente interacción. Sin ir más lejos, la citada fuerza centrífuga que necesita imponerse a su opuesta centrípeta, así como la luz ha de vencer a la noche y viceversa para que se establezca el orden natural de los días. La llegada del Napoleón francés fue casi el antagónico amigo de La Galerna, pues cuando el peligro acechaba, bastaba lanzar un balón sin destino a Paco para que corriera, o pasárselo a Kopa para que lo pisara, lo escondiera y lo pusiera, con su estatismo, fuera del alcance del rival.
Un palíndromo silábico y simbólico —Kopa-Paco; Paco-Kopa—, una unidad de contrarios que asentó, vertebró y ramificó un estilo de juego que ya era un vendaval
El Real Madrid había encontrado el camino de la perfección en dos jugadores sublimes que casi definían al resto, los veloces y potentes y los hábiles, con Alfredo como compendio de una sabiduría y un deseo que impregnó a todos los miembros de aquel formidable equipo. Un palíndromo silábico y simbólico —Kopa-Paco; Paco-Kopa—, una unidad de contrarios que asentó, vertebró y ramificó un estilo de juego que ya era un vendaval.
Muchos años después, hace unos pocos, tuve la inmensa fortuna de acudir con brevedad a un encuentro de estos pioneros esforzados y valientes, que no temían ni a la nieve de Belgrado ni al poderío del país que inventó el fútbol moderno. Kopa había olvidado casi todo el mucho español que aprendió y Paco apenas era capaz de pronunciar las palabras escasas que aprendió en francés, pero entre ellos y los demás ilustres presentes, brillaban las sonrisas de complicidad que desprendían el inmenso afecto que todavía conservaban. Ahí les dejé, emocionado, prestos a sentarse en la mesa a rememorar sus hazañas y sus andanzas, como niños en la noche de Reyes, con la felicidad ingenua de quien ha hecho todo en la vida y sólo le queda recordarlo.
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Estupendo, gracias.
Genial palíndromo silábico-simbólico y formidable la explicación sobre el aprovechamiento y compatibilidad establecida entre la fuerza centrífuga y centrípeta. Todo un alarde
Y una maravilla el encuentro entre los dos eternos fenómenos. Lástima que les faltaran palabras. Aunque seguro que entre sonrisas, miradas y el vocabulario del idioma , que aún permanecía, del amigo la armonia estuvo presente.
¡Maravilloso, don Jose Luis Llorente Gento!
Es paradójico que el mejor extremo ido de todos los tiempos, que ganó 6 Copas de Europa y jugó dieciocho temporadas en el Real Madrid, no consiguiese ni un solo balón de Oro(mereció alguno), y sin embargo, Monsieur Raymond Kopa si lo consiguiera, en el trayecto de dos temporadas, en las que deleitó a la hinchada madridista, pero así son las cosas, a veces no tan justas.
Gracias don José Luis, muy bueno su aporte a nuestra memoria blanca.
No se habla de Rial que fué el que mejor entendió las condiciones de Gento y de alguna manera fué el artífice de su explosión