Carlo ya estuvo allí
Conviene comenzar por el final declarando mi amor por él. Es un amor arribista y sobrevenido porque hubo un tiempo en el que no lo entendí. Pero, ahora que lo comprendo todo, me he convertido. De este hombre pegado a una ceja, desesperante con los cambios, de mirada incrédula, compulsivo mascador de chicle , abstraído a veces como un jubilado en un parque, puede decirse poco, lo cual es la mejor noticia. Este hijo de la "Pianura" italiana conoce todas las respuestas. Destila naturalidad mostrando un aparente "no guru, no method" sabiamente dosificado.
Aquel ejército longobardo que asoló Europa que fue el Milan de Arrigo Sacchi reposa en un friso del Partenón del fútbol. Héroes del tiempo, capaces de reformular la presión adelantada y la ocupación de espacios. Lo sabemos bien porque una vez nos hicieron sentir pequeños. Ruud Gullit, Frank Rijkaard, Maldini o Marco Van Basten pudieron dibujar entonces el miedo en nosotros. Y Carlo estuvo allí. Fue entonces cuando, sojuzgado el Real Madrid, los muros vencidos, se acercaron demasiado al sol como Ícaro, hasta morder el polvo del olvido.
El segundo amor es tan imprevisible como el viento de poniente y Carlo lo ha encontrado en el Real Madrid. Tal vez siempre fue madridista aunque no lo supiese entonces, pero ahora, sin duda, lo sabe. Aprendió que mejor incluso que emular al Real Madrid era ser parte de su historia. Y es que Carlo siempre conoce el final.
Ha tomado buenas decisiones, encontrando el tiempo perdido de Proust y demostrando que, a veces, las segundas partes sí son buenas. Consiguiendo convocar al madridismo en torno a la idea común de que el equipo es la prioridad y la unidad el eje sobre el que gravitar.
Tal vez Ancelotti siempre fue madridista aunque no lo supiese entonces, pero ahora, sin duda, lo sabe. Aprendió que mejor incluso que emular al Real Madrid era ser parte de su historia
Si habríamos conseguido la 15 sin él es algo que nunca sabremos. Hemos comprobado que la 15 (como la decimocuarta) ha resultado ser una deliciosa cena entre amigos, cuya mesa la presidía él. Remeros convictos de un drakkar imparable, la plantilla lo ama.
Como una nodriza, Carlo es el verdadero causante de que el vestuario haya asumido reglas no escritas de afinidad y colectividad, de discreción y ponderación, que han resultado ser el mejor combustible para la maravillosa máquina que siempre fue el Real Madrid. Ha entendido la esencia como pocos y, como Giugiaro, sus trazos han cobrado vida.
No sé alabar técnicamente a Carlo, me faltan conocimientos y ganas. Más aún, no creo en la técnica aplicada al arte como unidad de medida. El fútbol, como la música, es un cóctel de emociones que apurar de un solo sorbo y nunca me gustó el otro lado del ring, el de los tecnócratas. Guardiola es una amante fría. Bella, pero fría. Un profesor de solfeo, un impoluto bloque gris de oficinas desde el que no se ve el mar. Y aquí, ahora que los ecos del pasado no nos atoran, hemos venido a emocionarnos. Por eso, si puedo elegir, prefiero los besos robados, los actores sin método y a Miles Davis. En suma, el vértigo que estos "11 del patíbulo" nos propone cuando todo apunta a que es el final.
Hemos comprobado que la 15 (como la decimocuarta) ha resultado ser una deliciosa cena entre amigos, cuya mesa la presidía Ancelotti. Remeros convictos de un drakkar imparable, la plantilla lo ama
Con Carlo, el Madrid no entra en pánico. Ha conseguido que las ruedas de prensa merezcan la pena bajo la sencilla fórmula de ser sencillo. Y sobre el terreno de juego, en esa "Playa Omaha", cuando las balas silban, es cuando su liderazgo taimado nos guía hacia lugar seguro. Ha matizado, que no borrado, las líneas jerárquicas entre él y la plantilla como un encantador "padre padrone", sabedor de que las órdenes en forma de consejo calan más. Ante la duda, preguntémonos qué haría Carlo.
Hombre de perfil bajo, deja imágenes para la memoria a largo plazo del madridismo. No vende crecepelo, es el triunfo de lo lógico. Así de simple. Por eso, aunque canta mal y baila peor, nos ha ganado. Había que recordar a algunos quién es el Real Madrid, y Carlo lo hizo por nosotros.
Getty Images.
Entregas de la serie:
No guru no method no teacher
Just Carlo and the Champions in the garden
Wet with glory.
No he querido añadir lo de "no teacher", pero sí. Saludos de un admirador.
Eso sí, cuando está de vacaciones mejor que no hable con la prensa.
Jajaja. Totalmente. Gracias por leer el artículo.