Filomena, pon la coma

El análisis de las portadas de los periódicos deportivos de hoy

Buenos días. Filomena no es únicamente el título de una estupenda película protagonizada por Judi Dench y Steve Coogan, sino también el nombre de una borrasca que está enterrando España en nieve como Tavares enterró a tapones al Estrella Roja en la última visita del Real Madrid a Belgrado, poco más o menos.

Es agradable ver nevar desde casa, queridos galernautas, pero puede ser incompatible con ver al Madrid jugar en la tele si el temporal se va de madre en Pamplona, que es donde se supone que los de Zidane juegan mañana. Hay otros muchos partidos, también, en riesgo de cancelación. Filomena, a nuestro pesar (parafraseamos aquí, de manera menos heteropatriarcal que el original, el título de aquel libro de Torrente Ballestero), puede dejarnos sin fútbol. No lo quiera Dios, y como no queremos que Dios lo quiera Marca suplica a la borrasca misma que se apiade de nosotros. El no ya lo tiene Marca, si bien no es fácil que los fenómenos atmosféricos respondan positivamente a las peticiones de periódicos donde escribe Roberto Palomar. Con todo, en este caso Palomar es el menor de los problemas. Marca demanda la misericordia de este accidente atmosférico ignorando la coma del vocativo, y aquí ya llueve sobre mojado, amigos.

O nieva.

Llueve o nieva sobre mojado porque no es la primera vez que nos vemos obligados a hacernos los repelentes (o directamente a serlo, ya no sabemos) leyendo la cartilla a Marca sobre la coma del vocativo. No recordamos si esta es la segunda o la tercera ocasión en que no tenemos otra que ponernos en plan Fernando Lázaro Carreter. Esta es una de esas ocasiones previas.

Se te puede colar una coma del vocativo sin poner en medio de un texto. Pero que eso le pase a Marca en una portada, y que le pase tantas veces, comienza a hacernos pensar que en esa redacción se ignora una norma que es tan sencilla como la que sigue, expresada en nuestras propias palabras: cuando te diriges a alguien para decirle algo, el nombre por el cual te diriges a ese alguien y la cosa que le dices propiamente dicha van inexorablemente, inevitablemente, impepinablemente separados por una coma.

Es la regla más fácil del mundo, en aplicación de la cual esta portada debería rezar: “Filomena, déjanos jugar”, así, con su coma en medio.

-Hombre, hemos puesto “Filomena” en un color y “déjanos jugar” en otro.

No importa, Marca (obsérvese: “No importa, Marca”, no “No importa Marca”). Esa coma hay que ponerla con independencia de cuestiones cromáticas. Nos produce un rubor infinito tener que dar esta colleja, pero no tenemos más remedio. ¿Es que esto no se entiende, o es que se pasa de la norma porque cuesta (lo intuimos) un trabajo inenarrable poner esa coma? Sabemos que la coma del vocativo está en vías de extinción. La primera pregunta es por qué, siendo como es una regla tan sencilla y costando tan recontrapoquísimo el respetarla. La segunda es cómo es posible que esto se le cuele a Marca en portada, y que le suceda inveteradamente, por mucho que la gente haga lo mismo, como el maestro Carlos Mayoral ha denunciado tantísimas veces en Twitter.

Recemos un responso por el eterno descanso de esta coma. No sabemos de qué murió. Quizá haya normas que mueran de puro fácil. En remembranza de su implacable sencillez, de su belleza cortante, vayan algunos ejemplos:

“Setién, no podemos pagarte”.

“Está muy feo apostar con información privilegiada, Trippier”.

“Thomas, bájate del autobús y disfruta de Estambul”.

“Los árbitros a veces se equivocan, Isaac”.

“Quique, sigues en nómina porque no tenemos para pagarte el finiquito”.

“Chicos, a Huesca vamos en autobús”.

“Toma una croqueta, Alfredo”.

“No seáis borricos, Marca”.

“Muerde fuerte, Luis, aún queda oreja”.

“Usa la báscula, Francisco”.

“Disculpa, Antón, que no cambiemos a Modric por De las Cuevas”.

“Jorge, tus tuits no se entienden un carajo”.

Y poco más. En la prensa cataculé se encumbra a Pedri, calificándolo de boom. Algo falla: o te llamas Pedri o eres un boom, pero no las dos cosas a la vez. Y As entrevista a Carlos Sainz. Aunque sea Carlos Sainz hijo no podemos resistirnos a la tentación de finalizar con el ejemplo más paradigmático de la coma del vocativo de toda la historia del deporte español.

-Carlos, por Dios, trata de arrancarlo.

Pasad un buen día.