Zozobra

Buenos días, por decir algo. Quienes nos consideran el órgano oficial del llamado madridismo happy (que es como se conoce a quienes cuando pierde el Madrid llegamos a Twitter ya blasfemados de casa), que pasen por casa y nos vean las caras, por favor. Una happiness que para qué os vamos a contar.

Aunque barra para casa, citando la interpelación de una periodista de Prisa, hace bien As en traer a portada la mejor de las preguntas a las que ayer tuvo que responder Florentino, así como su respuesta, que nos remite a Les Luthiers: "No lo sé". Podría ser, como le sucedía al telepredicador Warren Sánchez inventado por los geniales musicómicos argentinos, que en realidad Florentino sí sepa pero, por humildad, no lo quiera decir. Y también puede ser que con esas tres palabras -que aun expresadas en tono coloquial y casi como una muletilla le sirven a As para hacer toda la sangre deseada- Florentino revele un trozo de su subconsciente. La cara de zozobra, de alma noqueada que viene a esta portada, es la cara de zozobra del conjunto del madridismo. Dan ganas de decirle a Floren: "Es evidente que no querías hacer esto. Entonces, ¿por qué lo haces?"

Es necesario señalar que la desazón que vivimos ahora, a raíz de esta destitución, no tiene nada que ver con lo bien o mal que después pueda salir la jugada (porque puede salir bien, y en este sentido La galerna siempre ha sido proclive al mantenimiento de Ancelotti pero sin adoptar una postura drástica). La desazón, en todo caso, merece ser tenida en cuenta en sí misma: esta sensación de eterno retorno, este vacío. Predomina la intuición de error provocado por la menos florentiniana de las flaquezas: falta de visión. La sensación es que el "impulso", el revulsivo, residía esta vez en privarse de adoptar el revulsivo de siempre. La sensación es que, de cara a la actitud buitresca de nuestros enemigos, el título grande que esta temporada nos deparaba (el que el Destino nos reservaba para poder oponer a las iniquidades del anti) consistía en haber mantenido a Ancelotti.

Para Marca, el protagonista de la jornada de ayer es David De Gea. Magnífico. Así como solemos criticar el afán carroñero con el que As utiliza la menor excusa para atacar a Florentino, su enemigo irreconciliable, la acción contraria solo puede ser igualmente censurada. Es evidente que la portada de un periódico deportivo serio del día de hoy no puede ser David De Gea, y por razones completamente opuestas a las de la hernia hoy vuelve Marca a hacer un ridículo histórico. La noticia está donde esta, y el desvío a córner hay que dejárselo al excelente portero del Manchester, futurible del Madrid.

Que el adversario aprovechara la ocasión para despellejarnos entraba dentro de lo previsible. Que lo hiciera con un juego conceptual tan pobre es risible. Mira que te lo habíamos puesto fácil para el ensañamiento, Mundo Deportivo. Pero ni por esas. Tu alusión a la Novena (y, en otro cuerpo de letra, "destitución") es una gracia completamente falllida. ¿A qué otra Novena pretendéis aludir para marcar un jocoso contraste con la situación, almas de cántaro? Si es a la Novena Copa de Europa de baloncesto, que acabamos de ganar, no parece que el lector eminentemente futbolero de Mundo Deportivo tenga su mente ahí. Si el contraste lo quieres marcar con la Novena Copa de Europa de nuestra sección de fútbol, esa nos pilla un poco a trasmano, y lo mismo le pasa al aficionado barcelonista que ha sufrido en sus carnes no nuestras nueve sino nuestras diez, y la última hace bien poco. Tu portada solo produce alguna confusión, primero, y un acentuado estupor ante la magnitud de vuestra mediocridad, a continuación.

Escucha, Mundo Deportivo. Aun con todo este tonelaje de estiércol hundiéndonos en la miseria, nuestro club proyecta una grandeza a la cual el de vuestros desvelos no podría aspirar ni aunque hiciéramos uso de todos los niveles de conciencia que contempla el budismo: nueve.

Lo mejor del ensañamiento que, por su parte, ejerce Sport es lo de <<le fulmina con la excusa de "dar un nuevo impulso al equipo">>. Con la excusa, dicen. Tú dame tu imperfección, que ya te añadiré yo las dosis extra que considere procedentes, añadiéndole con toda la grosería unas cuantas asunciones torticeras y muchas ganas de joderte.

Pobres infelices, refocilaos un poco en vuestra ordinariez, y a continuación sentid cómo os recorre el escalofrío familiar que de inmediato sigue al recordar esto: el Madrid siempre vuelve, y en vuestra frustración al sufrirlo en vuestras carnes, cumpliendo con vuestro cósmico papel de víctimas, siendo fieles a lo que de vosotros se espera, encontraréis vuestro único atisbo de auténtica grandeza.