Recuerdo, como si sucediera ahora, la presentación de Zidane. Di Stéfano entregándole la camiseta. Florentino con el pelo más negro. Zidane con una sonrisa. Sonrió menos anoche, al ser presentado, casi quince años después. Esta vez, entrenador, como si el peso de la responsabilidad, de la situación, le congelara la alegría. Lo contuviera. Zidane ha vuelto al Madrid y yo he vuelto a la infancia. Aquel verano de 2001, el Madrid sostuvo el mundo entre sus manos, mientras Florentino deshojaba con los Agnelli la flor del fichaje más relevante de la Historia del fútbol. Hoy vuelve a pasar lo mismo, aunque haya menos brillo y más profecía autocumplida en otro advenimiento del genio.
Zidane. Se ilumina el madridismo con su nombre, quizá el efecto más potente de su fichaje. A nivel emocional, la dimensión del hincha más abrumada por la mediocridad del equipo durante el último año, el cambio de Benítez por Zidane es una descarga eléctrica sobre un cuerpo moribundo. Técnicamente, es una incógnita. Nadie sabe cómo juegan los equipos de Zidane, y yo del Castilla habré visto medio. Las claves del grupo del que hoy asume la responsabilidad, son conocidas: mediocampismo, asociación, control. Se parecen mucho a lo que era Zizou jugando, aunque es fama que nada importa el talento que un futbolista pudiera tener cuando regresa convertido en entrenador. Mundos distintos.
Recuerdo un partido. Contra el Bayern, en el Bernabéu, en la primavera del 2002. Todo era posible entonces, y el mundo, algo muy simple: cuando jugaba el Madrid, todo se desvanecía. Nada fue lo suficientemente importante para separarme a mí, adolescente, de la radio, aquella noche de marzo, o de abril, en que el rugido de Chamartín se oyó hasta en Saturno. Era Zidane, y era un equipo envuelto en un halo metafísico difícil de explicar. De los auriculares salía fuego y yo también deslicé por el suelo del salón cuando marcó Helguera. Todo eso converge ahora en un madridismo huérfano de sensaciones, y a lo mejor el equipo, ahora, tan sólo precisa de una conexión emocional que le recuerde cómo sabe la sangre. Zidane trajo la modernidad al Madrid en el sentido más clásico: la diferenciación palpable, tangible, entre el Real y los demás. El gesto de grandeza del florentinismo que hacía anidar en los corazones adversarios tanto el miedo como la envidia mal disimulada. Fue el salto cualitativo del modelo. Figo rompió la puerta. Zidane construyó la fortaleza.
Por las características que adquirió el proyecto tras la llegada de Ancelotti, era fácil adivinar que Zidane heredaría el testigo. Nadie creyó que por medio estuviese Benítez. La temporada, probablemente, aún no esté perdida, pero estos siete meses han servido para descifrar dónde y cómo ha de procederse con lo que Mourinho llamó, el “upgrade" de la plantilla. Zidane retoma el hilo del cuento donde lo dejó: un Bernabéu descorazonado, tal y como asistía en 2006 a los tumbos de un equipo entrenado por Juan Ramón López Caro. Tendrá que tomar decisiones, y pronto comenzará a revelarse el misterio. Pero a veces ocurren cosas en el fútbol, un juego dominado por fuerzas contradictorias, imposibles de predecir con una certeza absoluta. Era Zidane o era el caos, y se ha elegido Zidane sin saber muy bien si el camino conduce a la salvación o es un atajo hacia el precipicio. De todas formas, a favor del francés está la mitología: le será difícil a este vestuario descabezar a quien tiene el corazón de la plebe. Zinedine tiene la forma etérea, ideal y perfecta de los recuerdos. Como no se puede volver al pasado, éste se nos representa de manera luminosa, como una mañana de primavera, en donde todo era extraordinario y no existía el dolor. A ver qué filtración puede con eso.
Buenas tardes.
Es primera vez que opino aqui y debo presentarme. Soy cubano y vivo desde hace 15 años en la ciudad de Miami. Soy madridista y mourinhista pero no comulgo con Casillas ni con FP.
Ojala lo de Zidane funcione pero el equipo esta descompensado. Es un mal que lleva varios años instalado en el RM y no parece importarle a nadie.
Que hara Zidane? Leo que Cristiano seguira tirando las faltas, que Kroos seguira de 5, que James o Isco seguiran haciendo de Di Maria y pregunto: cual es la diferencia?
La diferencia está en la forma de venderselo a la plebe y en los resultados. Sin estos, nada de lo que pueda hacer o decir Zidane valdrá para nada.
Buenas tardes y bienvenido Cubano49, espero contar con sus artículos todos los días que pueda, para empezar no están nada mal las preguntas que hace al final de su comentario.
Saludos blancos, castellanos y comuneros. ¡Viva Cuba libre !
"Aquel verano de 2001, el Madrid sostuvo el mundo entre sus manos, mientras Florentino deshojaba con los Agnelli la flor del fichaje más relevante de la Historia del fútbol".
Hipérboles aparte, ¡qué recuerdos, los de aquel fichaje! No hay más que ver la foto: Di Stéfano aún vivía, Zidane tenía pelo, Pérez estaba sonriente y mucho más joven, y hasta creo reconocer, en segundo plano, a Fernando "¡Cierto!" Martín[sa]. Me parece estar oyendo a De la Morena preguntarle a Segurola: "Santi, ¿qué crees que aporta Zidane al ataque del Madrid?", y a éste responder, satisfecho: "Lo hace monumental". ¡Cómo hemos cambiado! Y, sobre todo, ¡cómo han cambiado ellos!
Zidane por Benítez: cambio de fusible. Pellegrini, Mou, Ancelotti, Benítez: diferentes amperios, mismo resultado.
El problema está en que el Zidane jugador era de lo mejor que podía verse en un campo de juego, probado y comprobado. El Zidane entrenador nadie sabe lo que es.
comunero:
Muchas gracias por la bienvenida y por tus deseos de una Cuba libre.