Zidane, objetivo público número uno

Desde hace tiempo hay en curso una campaña para crear un estado de desafección con el técnico del Real Madrid. Zidane es presa de una cacería que busca mermar su credibilidad, provocar su caída y perjudicar al club. Se ha convertido en el objetivo público número uno. Participa en ello de manera inconsciente o irreflexiva una buena parte del madridismo. Unos por hartazgo, otros por descontento, otros por gusto incendiario, hacen suyos una serie de argumentos difundidos con el afán de minar su imagen y su prestigio.

De Zidane, el entrenador que más gloria nos ha dado en 60 años, primero se dijo que era un nombre, un póster, un transeúnte. Luego se dijo que los jugadores le escuchaban porque tenía carisma, que era un motivador. Más tarde llegó a la categoría de buen gestor de grupos, pero no dejaba de ser un alineador. Jamás se le han reconocido méritos técnicos, tácticos o estratégicos, porque implicaría reconocer la ignorancia y los prejuicios previos, el error y la precipitación, la mala baba y las ganas de ridiculizar y menoscabar a la dirección deportiva.

A Zidane Jamás se le han reconocido méritos técnicos, tácticos o estratégicos, porque implicaría reconocer la ignorancia y los prejuicios previos

A Zidane se le discute que sea un gran técnico a pesar de que Kroos haya insistido en que es el mejor entrenador posible para el Real Madrid; a pesar de que Modric diga que es el mejor técnico que ha tenido, a pesar de que Ramos, Casemiro y Marcelo le pongan por las nubes cada vez que tienen ocasión, y digan que sin él no se habría logrado ganar tanto ni se habría cosechado toda esta serie de títulos. El mismo Cristiano ha manifestado que ningún entrenador lo ha sabido llevar y le ha entendido como Zidane.

De Zidane se dice que no trabaja con los jóvenes y no le gustan, a pesar de que en su año como técnico ayudante se dedicaba a instruir y a potenciar a los jóvenes; a pesar del registro de minutos; a pesar de las palabras de Valverde, Vinicius, Rodrygo y Brahim, diciendo cómo trabaja con ellos, les apoya, les corrige errores, les alecciona sobre táctica y sobre su misión en el terreno de juego. Se prescinde adrede de la información fidedigna para quedarse con la opinión capciosa.

El Real Madrid es la cumbre de la pirámide del mérito futbolístico, donde anidan los mejores, donde los lazos más íntimos son los de la victoria. No hay lugar para impostores, no hay espacio donde esconder la falta de méritos, de calidad o de criterio. Sin embargo, insisten en el mensaje de que, en la verdadera aristocracia del balompié, se ha colado un advenedizo sin más adornos que el de la suerte. Al parecer, el ámbito futbolístico es el único en el que los empleados no saben reconocer si la persona al mando es un cretino redomado, si merece su respeto, su indiferencia o su desprecio, si los va a llevar al éxito o al fracaso.

Se acusa a Zidane de no tener grandes conocimientos tácticos a pesar de haber dado lecciones y baños tácticos a los mejores entrenadores del mundo: Klopp, Allegri, Mourinho, Simeone, Conte, Tuchel, Ancelotti, Heynckes... Se dice que no trabaja bien y no ha hecho mejor a ningún jugador cuando el rendimiento óptimo de Cristiano, Modric, Marcelo, Benzema y Ramos ha sido con él; cuando Kroos y Varane han dado con él un verdadero salto competitivo y crecido en jerarquía; cuando Casemiro apenas había jugado un par de partidos en el Real Madrid y lo convierte en el mejor mediocentro defensivo del mundo; cuando Carvajal estaba discutido y jugaba en su lugar Danilo; cuando prácticamente nadie sabía quién era Lucas Vázquez; cuando apuesta por Asensio, por Valverde y por Rodrygo, que se convierten en jugadores de facto del Real Madrid gracias a él.

A Zidane se le discute que sea un gran técnico a pesar de que Kroos haya insistido en que es el mejor entrenador posible para el Real Madrid; a pesar de que Modric diga que es el mejor técnico que ha tenido

Tras considerarlo únicamente un gestor de egos se ha dicho de él que maltrata a estrellas como Bale y James y a promesas como Odegaard y Jovic; jugadores que todavía no han demostrado en otro equipo que Zidane no fuera justo con ellos, sus méritos y su rendimiento. Se debe subrayar que el vestuario nunca se ha posicionado del lado de los jugadores veleidosos, sino de parte del entrenador. No obstante, conviene trasladar una imagen perniciosa, abastecer la noria de la polémica.

Se ha llegado a decir que no tiene capacidad para el conflicto, que busca contentar a todo el mundo, que es lo mismo que proclamar que está incapacitado para el cargo; puesto que siempre hay futbolistas que juegan poco y creen que merecen mucho. Al parecer alguien que ha estado 15 años en la elite en los mejores clubes, con los mejores jugadores, siendo indiscutible, tiene un carácter huidizo. Resulta que alguien que ha superado retos constantemente, que lidia con estrellas consagradas y jóvenes caprichosos, no es capaz de imponerse; alguien que sólo tiene por delante a Miguel Muñoz en las plusmarcas del banquillo más caliente y con mayor tensión del mundo.

Se porfía que se ha cargado a Reguilón y a Achraf, sin querer entender los deseos de los jugadores, sin ninguna comprensión hacia las necesidades económicas del club, sin ningún respeto a jugadores con contrato en vigor, soslayando que el mayor interesado en tener la mejor plantilla posible es el propio Zidane.

Se ha llegado a la mezquindad suprema de difundir rumores e infamias sobre su trato con ciertos jugadores a causa de su mujer y de sus hijos. Se les ha dado vuelo y continuidad, pese a que los mismos protagonistas los han negado activamente. Sin embargo, en vez de desdecirse y recoger las declaraciones de los protagonistas, se siguen fomentando las insidias.

A Zidane se le han quitado los méritos para dárselos a quien no está, y así propinar dos patadas, una al entrenador y otra a la dirigencia, tanto deportiva como ejecutiva. Se ha dicho que era Cristiano quien ganaba los títulos, como si Cristiano hubiera ganado tres Copas de Europa en cada club en el que ha estado. Como si el fútbol fuera un deporte individual, como si uno no hiciera mejor a sus compañeros y éstos no le hicieran brillar y triunfar a uno.

Resulta que alguien que ha superado retos constantemente, que lidia con estrellas consagradas y jóvenes caprichosos, no es capaz de imponerse; alguien que sólo tiene por delante a Miguel Muñoz en las plusmarcas del banquillo más caliente y con mayor tensión del mundo

En el colmo de los ridículos se le llega a acusar de preferir a unos jugadores a otros, como si alguien hubiera demostrado más que los jugadores campeones del núcleo duro, como si Zidane no hubiera acreditado un ojo extraordinario a la hora de evaluar a los futbolistas, como si no fuera quien se juega el puesto con sus decisiones.

Se obvia intencionadamente que la figura de Zidane ejerce de pegamento y de bálsamo en un momento en el que la caseta blanca atraviesa momentos convulsos, con jugadores cercanos a la retirada, en sus últimos años de contrato, en plena limitación por los problemas causados por el covid, con rebajas salariales en curso, renovaciones a la baja y restricciones para fichar.

Resumiendo: tenemos a alguien que encaja perfectamente en el club, que dirige al equipo sin conflictos, que goza del respeto de la presidencia y del vestuario, que despierta la admiración y el cariño de los aficionados, que ha armado equipos competitivos en cualquier circunstancia, y que ha demostrado ganar con mayores y con menores recursos. Tenemos a alguien que se ha hecho cargo del club en dos ocasiones morrocotudas, que tenían poco de oportunidad y mucho de emboscada, de encerrona, de pérdida de prestigio, y las ha afrontado y solventado con títulos mayores.

Zidane destila elegancia y bonhomía, exuda dignidad e integridad, manifiesta siempre grandeza de ánimo. Es una leyenda del club y un icono mundial, potencia la imagen de la institución, y transpira madridismo por los cuatro costados. Acumula mayores méritos y mejor trayectoria que cualquiera de sus sustitutos, pero se empeñan en hacernos creer que no es válido.

Sucede a menudo con el Real Madrid que los mediocres se conjuran para negar la excelencia. ¿Pero a quién le interesa vender tal disparate? ¿Por qué se toma partido siempre en los conflictos por quien menos ha demostrado? ¿A quién le interesa buscar polémicas, enrarecer el ambiente y envenenar el ánimo del aficionado? ¿Quién arrastra ese carro de miserias? ¿Por qué?

Resumiendo: tenemos a alguien que encaja perfectamente en el club, que dirige al equipo sin conflictos, que goza del respeto de la presidencia y del vestuario, que despierta la admiración y el cariño de los aficionados, que ha armado equipos competitivos en cualquier circunstancia, y que ha demostrado ganar con mayores y con menores recursos

Zidane es la presa preferida por un gran sector periodístico, porque es la pieza fundamental para debilitar al resto de la manada. Se busca descabezar al madridismo para extender la cacería por el club, y poder luego cobrarse el resto de presas, mayores y menores.

Zidane es una de las vigas maestras del edificio de la estabilidad, un pilar fundamental de la tranquilidad del madridismo. Es el dique que contiene las aguas. Es el sostén que alimenta la calma y previene el desastre. Es la presa donde las aguas se remansan, donde cualquier tormenta no va más allá de provocar ondas en un lago. Zidane es la presa que evita una inundación de rumores y agresiones sobre el club y el madridismo.

Sucede a menudo con el Real Madrid que los mediocres se conjuran para negar la excelencia. ¿Pero a quién le interesa vender tal disparate?

Zidane es quien permite que no se critique más a ciertos jugadores, que no se ataque a la dirección deportiva, que no se embista contra el presidente. Zidane sirve de refugio y parapeto. Cuando no esté, se arremeterá contra la plantilla como pasó con Lopetegui y con Solari; el blanco de las iras se concentrará en los fichajes y en el presidente. No se hablará de la ineptitud de uno sino de la incompetencia de muchos, porque interesa la erosión sistemática de la entidad.

El madridismo deber ser consciente de que Zidane es el muro que contiene las hordas y frena la barbarie. Más allá hay dragones.

Fotografías: Getty Images.