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Zidane y el grial

Zidane y el grial

Escrito por: Paul Tenorio26 enero, 2016
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El Madrid está a cuatro puntos del Atlético y, virtualmente, a siete del Barcelona. Hasta el más “happy” de los madridistas es consciente de que, muy probablemente, esta Liga tampoco va a ir a parar a la sala de trofeos del Bernabéu. De igual modo, y como le sucede a todos los equipos, conquistar la Champions, debido a la fortaleza de los rivales y al propio formato de la competición, es siempre menos factible que quedar eliminado. Aún con posibilidades en ambas competiciones, opciones que a buen seguro el Real Madrid explotará, debe masticarse ya la posibilidad de otro año en blanco para que la digestión, en caso de tener que tragar, sea lo menos pesada posible.

La historia del Madrid, su afición y los medios a los que el club da vida (sean simbiontes o parásitos) le plantean prácticamente desde 1902 una ineludible disyuntiva: ganar o fracasar estrepitosamente. No existe el término medio. Si vence, cumple con su obligación y además tiene que seguir haciéndolo sin derecho a ser segundo. Y si pierde, hace el más absoluto de los ridículos y debe volver a la senda de la victoria inmediatamente, sin tiempo para reorganizarse. Es necesario relativizar esa agónica espiral, que no la exigencia inherente a la entidad deportiva más importante del planeta.

La luz de Zidane

Pero el asunto principal que quiero tratar en estas líneas es que el Madrid, ante este oscuro panorama deportivo que se cierne sobre él a corto plazo y más allá de los errores que se hayan cometido, parece haber encontrado un faro en Zidane. Incluso tras ese doloroso, por inesperado y trascendente, tropiezo en el Villamarín, se atisba en sólo 270 minutos la luz de un modelo de juego muy concreto, el aún incipiente y pálido brillo de eso que se le ha reclamado al mejor club del siglo XX, y no sin razón, durante todo el siglo XXI: una identidad definida.

El empate ante el Betis fue una desgracia. Fue la antítesis, por juego, actitud y fortuna, de la amarga victoria, si se me permite el oxímoron, ante el PSG en el Bernabéu. Y como casi todas las desgracias, vino propiciada por una cadena de errores. Lo fueron los dos de Martínez Munuera (y digo “errores” por ser políticamente correcto) que condicionaron el resto del partido por el tiempo y la forma en que se produjeron; lo fue el golazo inverosímil del Betis en su única ocasión y lo fue el catálogo de infortunios de los delanteros madridistas ante Adán. Pero el Madrid, como en las goleadas frente a Deportivo y Sporting, transmitió, dominó, creó, creyó, vivió en campo rival, movió el balón con velocidad y criterio, atacó, luchó y mostró una actitud irreprochable sólo empañada por un inicio no apático, pero sí tan gris como la camiseta con la que jugó el partido.

Zizou

Una idea de juego y una visión estratégica

Gane, empate o pierda, porque también perderá, por fin parecemos adivinar a qué juega el Madrid. La idea que proyecta el equipo es atractiva por el mero hecho de ser reconocible, más allá de la estética de un modelo de juego que persigue dominar los partidos de principio a fin con un fútbol inequívocamente de ataque. Siendo imposible mutar de la mediocridad al virtuosismo en casi un mes (como se estaba vendiendo) el cambio que se ha visto en el Madrid de Zizou en tan corto periodo de tiempo sí es demasiado grande como para ser tenido en desconsideración.

Ese Santo Grial que parece haber hallado el Madrid con Zidane, o al menos que busca el Madrid con Zidane, debe ser valorado y gestionado con inteligencia. Y eso significa que todos los estamentos del club y también la afición, especialmente esa facción encolerizada que se rasga las vestiduras cada vez que el lunes no puede presumir en el trabajo o en clase del triunfo de su equipo, deben dejar a un lado, por una vez y sólo por un tiempo, ese hambre urgente e insaciable por la victoria, y adoptar una visión más estratégica. A veces hay que dar un paso atrás para tomar impulso.

Ya lo hemos dicho: el Madrid está vivo en las dos competiciones más importantes y las va a pelear con brío renovado (actitud que no debería descuidarse bajo ningún concepto y a las órdenes de ningún entrenador). Pero también existe un elevado riesgo de que se quede sin objetivos prematuramente esta campaña, especialmente en la Liga. La situación, de producirse, podría degenerar en dejadez e indolencia en los partidos del tramo final de la temporada. ¿Se imaginan? Sería terrible, un viacrucis que, me temo, terminaría marchitando a Zidane y pinchando ese globo de ilusión con el que, un minuto antes de que rodara el balón en el Villamarín, levitaba todo el madridismo, jugadores incluidos. Volvería a reiniciarse ese ciclo por el cual el Madrid no termina nunca de dar por terminada la Edad de Messi.

Ocurra lo que ocurra en Liga y Champions, y por todo esto que se expone además de por la responsabilidad y el privilegio que supone defender ese escudo, el equipo blanco debería enarbolar hasta el último partido de la temporada la misma determinación, entrega y orgullo que ha exhibido en los tres encuentros con Zidane en el banquillo si no quiere dinamitar, como ya ocurriera tras la Décima, los cimientos que, al fin, parece que se están apuntalando. Son la base necesaria para que el Real Madrid vuelva a tocar metal con la frecuencia que siempre ha acostumbrado.

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Unas líneas sobre mí, literalmente: Todos los periodistas deportivos tenemos bufanda, sólo que algunos al cuello y otros en los ojos. Periodista, portero de fútbol y casi guitarrista. Prefiero preguntarme los porqués que los qués. A caballo entre Real Madrid TV, El Chiringuito de Neox y La Razón. @paul_tenorio @elfutboscopio Madrid-Avilés-Las Vegas.

4 comentarios en: Zidane y el grial

  1. Está bien que haya sido decretado el estado de optimismo, pero los vicios siguen ahí, latentes y seguirán mientras no se haga una limpia profunda en esa plantilla de caros e ilustres perdedores. Con Mou, Ancelotti, Benitez ,Zidane o el que venga. Nadie puede hacer jugar y sobre todo ganar a un grupo acostumbrado a hacerlo con cuentagotas y sobre todo, aplicando la ley del mínimo esfuerzo. Lo del duro trabajo diario, no va con ellos. Ellos están para disfrutar y alguien debiera decirles lo equivocados que están. Ellos están para que disfruten los madridistas y si para eso tienen que sufrir como perros, es su trabajo y muy bien pagado, por cierto.

  2. A mi me ha dado la impresión de que pocas cosas han cambiado con Zidane, mas allá de que se ha cargado o está en camino de cargarse a jugadores que eran muy importantes con Benítez y que casualmente eran los que aportaban músculo e intensidad al juego. El partido contra el Betis, no me pareció distinto al que jugamos en el Molinón a principios de temporada, en ambos casos fue un quiero y no puedo y en los dos partidos se mereció ganar, faltaría más, pero es que lo de ganador moral para el Madrid no vale, bueno, ni para nadie.

    A Zidane hay que verle en partidos mas complicados, pero me da a mi que esa apuesta de jugar con los 3 de arriba y los "jugones" en el centro del campo, no va a resultar muy efectiva contra rivales que tengan un poco mas de empaque que los tres rivales a los que se ha enfrentado hasta ahora..

    En fin, espero equivocarme, pero el problema no es de entrenadores. Es otro.

  3. Sr. Tenorio, le felicito por su artículo y me muestro absolutamente de acuerdo con él.
    No soy un entendido pero la apuesta de Zidane me convence desde el primer minuto y, mucho más desde el último partido, en el que vi un Madrid como pocas veces se ha visto.
    No sólo por el fútbol que propone sino también por el estado de ánimo que desprende. Porque en el fondo como tantas cosas en la vida, el fútbol en buena medida es creérselo, es un estado de ánimo. No debe la afición poner en duda permanentemente ese estado ánimo.
    Me voy a permitir contarle una anécdota. Dicen que cuando Napoleón fué trasladado a Santa Elena, el oficial inglés que mandaba la guarnición le comentó que su Regimiento era el más antiguo del mundo, ya que descendía directamente de los guardias de la tumba de Jesús, conforme a las órdenes recibidas de Pilatos por ser los mejores soldados. Y lo decía convencido ¡hay que tener fé!
    Pues bién para fé la de Napoleón que le contestó algo así como: Pues lamento decirle que no debían ser los mejores porque si la Guardia se la hubieran encomendado al ejercito francés, "Jesús no hubiera resucitado". Eran los dos mejores ejércitos del mundo, y con ese ánimo quién podía ponerlo en duda.
    Así pues Zidane debe poner el fútbol a medio plazo, no para mañana. La afición debe poner la pasión y el convencimiento de que su ejército es el mejor del mundo, y hacer bandera de ello. Hay que recuperar el orgullo.
    Opiniones todas. Críticas las necesarias, incluso furibundas y también exigencias. Pero el equipo debe creer que, aún cojos, ganarán títulos. Y el aficionado creer que mientras el cojo esté en el equipo, es el mejor cojo del mundo. Porque sea como sea, estos cojos van a estar hasta junio mínimo. y tenemos las mimbres en el banquillo para poder acabar con esta ruina.

    Perdón por el dislate. Nuevamente enhorabuena.

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