No recuerdo haber leído ni oído nada que mereciera el gol de Ronaldo. La de medios y periódicos deportivos, y plumillas y vocingleros que se conocen y oiga: como si hubiera marcado Salinas de un rebote múltiple en medio de una confusión en el área con la cara exterior de la rodilla mientras se preguntaba que hacía él ahí.
Sí, es verdad que algunos han elogiado el prodigio (sólo faltaba), pero Ortega hubiera dicho: "no es esto, no es esto...", y casi todos aquí sabemos que si el gol de Ronaldo en el Bernabéu al Español lo hubiese marcado Messi en el Camp Nou, hoy tendríamos una colección de romanzas periodísticas y audiovisuales para dejar la Canción de Roldán al nivel de un cuento de Mortadelo.
El gol de Cristiano vino a decirle al madridismo y al mundo que ya estaban todos, como si hubiera vuelto a entrar en el campo Freddy Rincón. Porque faltaba él, Ronaldo, por el que muchos ya se habían puesto el babero y tenían el cronómetro en la mano para disfrutar contando el tiempo del ocaso.
Pero miren que lo hizo silenciando, como Raúl, y cerciorando que el tiempo en él corre de otro modo, acaso como si este relato, esta epopeya futbolística que es la vida del genio, se titulase El curioso caso de Cristiano Ronaldo. ¿No fue aquel gol uno de veinteañero?
¿Tendría Cristiano treinta años cuando parecía que tenía veinte, y ahora veinte cuando parece que tiene treinta? Yo no le veo a esto fantasía después de observar cómo salió en el Bernabéu a la carrera igual que Tom Sawyer de la escuela. Y nadie ha dicho que no llevaba las botas puestas, que se las había colgado de los cordones al cuello, y que en algún lugar de Chamartín le esperaba Huckleberry.
¿Qué fue aquello si no, cuando tras el esprint inicial vino a cambiar de dirección con los pantalones remangados como si le hubiera pillado tía Polly?
Después de derrapar con los talones y equilibrarse con los brazos, siguió corriendo y aquí que había una piedra en la charca y Cristiano, Tom, la saltó con un quiebro de tobillos cruzados, croaron las ranas y, ya con la vía libre, de pura alegría, le pegó una patada a una lata de sopa de tomate que encontró en el suelo y que fue a dar en la cabeza del indio Joe, que sale en estas aventuras y también, por cierto, cada mañana en las del Portanálisis.
Yo no sé qué pasa con ese ninguneo, ¿ustedes lo notan? El silencio, el velo, el sí pero no, la sorpresa, el chasco que sobreviene porque la gente cree que Tom ha muerto. Yo me tengo que enfadar, como Umbral, porque ya se está acabando el programa y nadie ha hablado de mi gol. Pero al mismo tiempo me tengo que alegrar, qué felicidad, vecinos de St. Petersburg, porque Cristiano, Tom, volvió a aparecer (y de qué manera) en su propio funeral.
Cristiano-Tom, Mario-Mark. Cuatro grandes!
¡Hala Madrid-La Galerna! Otros dos. Como dijo Gracián "al tiempo y yo, otros dos"
Buenos días, si has escuchado el Radio de ayer, entra dentro de la normalidad. Ronaldo es el actual bota de oro, y dicen que ya está acabado, si por un casual este año no gana no se que dirán.
Es lo que tiene ser el equipo más odiado y a la vez más querido de España, y por el artículo de Manuel Matamoros que publicáis, no es de ahora.
Por eso más que nunca Hala Madrid y nada más.