Ya es primavera en el Real Madrid femenino

Año a año, en un proceso lento aunque constante, la afición del Real Madrid ha ido entrelazando el concepto de Copa de Europa con el de la primavera hasta convertir esa estación en parte de la liturgia del club. Se estiran las tardes, florecen los naranjos y el Madrid se lanza de cabeza a jugarse la vida. A menudo la luz cegadora de la leyenda hace descarrilar la temporada mucho antes, pues septiembre, noviembre o enero parecen ser poco más que obstáculos intrascendentes en el camino. Pero incluso en esas, el ingenio del madridismo ha convertido este ciclo anual en adagio: tirar la Liga y las esperanzas primero para recuperar en primavera todo el vigor perdido.

Aunque el Real Madrid femenino no podrá abrazar todavía esa esquizofrenia adictiva, el discurrir de su primera temporada oficial ha querido que sea también ahora —aun sin Copa de Europa— cuando se concentre una sucesión de partidos que definirá el sabor del año cero de las blancas. Su desempeño hasta el momento ha sido notable, superando las predicciones más optimistas gracias a la ejecución de un fútbol alegre y desinhibido que ha aupado al equipo hasta los puestos europeos. El buen hacer de la plantilla ha abierto la puerta a conseguir un puesto en la próxima Liga de Campeones en su primer intento y, si quiera por la cercanía a la se atisba, será una batalla digna de pelear.

En un escenario lógico —y ya sabemos que al fútbol no le gusta regirse únicamente por esos parámetros— tanto el club como sus aficionados afrontarían la fase decisiva del campeonato con la tranquilidad del que ve sus expectativas cumplidas. Si la primera plaza de la clasificación pertenece al F. C. Barcelona, no es menos cierto que los proyectos de Atlético de Madrid y Levante U. D.  llevan años refinándose para asegurar las dos plazas europeas ahora vacantes. El caso del equipo valenciano es especialmente significativo, pues su dedicación y buen hacer en las últimas temporadas ha chocado con un muro infranqueable: los dos billetes que hasta este año otorgaba la UEFA a España se los repartían Barça y Atleti. Así, la expansión de la nueva Champions femenina llega en un momento ideal para el Levante, justo cuando su labor de hormiga empieza a alcanzar la fase de madurez. Y sin embargo, la ruidosa y decidida entrada en escena del Real Madrid ha alterado el tablero en tiempo récord.

La plantilla blanca ha alcanzado un nivel de competitividad que les permite mirar de tú a tú a todos los rivales, a excepción del Barcelona. Se ha creado una dinámica positiva que permite soñar con una conclusión exitosa del curso

La plantilla blanca ha alcanzado un nivel de competitividad que —incluso quizás para sorpresa de las propias jugadoras— les permite mirar de tú a tú a todos los rivales de la Primera Iberdrola a excepción del Barcelona, y los goles y las victorias han ido cayendo con relativa facilidad. En esas, la suma de factores ha creado una dinámica positiva que permite soñar con una conclusión exitosa del curso y, sobre todo, otorga derecho a las futbolistas a pelear hasta el final por la plaza de Liga de Campeones sin cortapisas.

La prudencia invitaría a la contrario, pero el fútbol —como el ser humano— vive de la creación de narrativas que dan color a la realidad, y pocos equipos alcanzan la capacidad del Real Madrid para construir mitos y leyendas. Si la Copa de Europa ocupa un lugar privilegiado en ese singular Partenón blanco, que el equipo femenino se sume a la obra antes o temprano es inevitable: el empuje de la institución sólo permite avanzar en una dirección.

Y así, a las puertas de su primera primavera, este Real femenino en ciernes encontrará una sucesión de partidos que, por lo que implican a largo plazo, podrán ser banco de pruebas de las noches de fútbol europeo que aún están por llegar. Entre el 28 de febrero y el fin de semana del 20 de marzo, las blancas se verán las caras en enfrentamientos directos con Real Sociedad, Atlético de Madrid y Levante, todos rivales con un mismo objetivo.

Del signo del resultado en esos tres choques dependerá en gran medida la nota final de la temporada del Madrid. No tendría por qué ser así, pero ya conocemos el influjo de la camiseta blanca y el famoso escudo redondito. El escenario está listo, por lo que a pocos les extrañará presenciar un mes cargado de goles agónicos, cabalgadas eléctricas de un lado a otro del campo y ocasiones al filo del abismo en ambas áreas de las que dan trabajo a los cardiólogos de medio mundo.

No, no serán partidos de Copa de Europa, pero ¿por qué no empezar a practicar? La biblia blanca siempre tiene páginas sin tinta en reserva y el Real Madrid femenino puede empezar a escribir sus primeros párrafos propios.

Fotografías Getty Images.