“Levántate y anda” —dijo—. Y el Real Madrid, desahuciado según la mayoría, tras un inicio esperpéntico con Benítez, se levantó, anduvo y ganó. Y vaya si ganó: tres Champions consecutivas, que parecen olvidadas y a las que se restó mérito por lo fácil que parecieron.
Y entonces llegó el diluvio universal y el Real Madrid se quedó sin Cristiano Ronaldo y sin Zinedine Zidane de golpe. Nadie avisó de que vendría la tormenta, y el nuevo Noé, Julen Lopetegui, se ahogó junto con la plantilla, a pesar de ser el entrenador del momento y contar con los mismos jugadores del año anterior menos Cristiano.
Y entonces, Zidane volvió. Pero no dijo nada, y durante jornadas el equipo penó, ahogado, supongo que por los muchos pecados cometidos. Y cuando Zidane lo creyó conveniente volvió a decir: “levántate y anda”. Y el Real Madrid se levantó y anduvo. Y ganó. Esta vez la liga, tras una racha fabulosa de victorias.
“Levántate y anda” —dijo Zidane— . Y el Real Madrid se levantó, anduvo y ganó. Y vaya si ganó: tres Champions consecutivas
Pero el Real Madrid volvió a caerse. Esta vez, al igual que las anteriores de manera grotesca. Sin atisbo de esperanza. Y algunos volvieron a pecar, muchos. La gran mayoría diría yo. Muchos creyentes lo hemos hecho en algún momento y hemos dudado y dudamos. ¿Cómo no dudar? ¿Cómo no hacerlo sin una señal para seguir teniendo fe?
—¿Cómo no voy a dudar si no puedo ver un atisbo de buen fútbol, una luz que ilumine a este Real Madrid en estos tiempos tan oscuros? —pregunté a mi pastor. Y él contestó:
—Si pudieses ver esos goles maravillosos y esa defensa sólida no necesitarías la fe.
Y aquello me hizo reflexionar. ¿Acaso no ha demostrado Zidane ser el auténtico Mesías? Sí, claro que lo es, y con sus milagros deportivos ha demostrado su poder y su fuerza. Pero muchos lo consideran un falso profeta. Incluso algunos lo consideran un impostor, que hace parecer milagros lo que es mera rutina.
—¡Ja!, con Cristiano cualquiera habría ganado —dicen—, seguros de la realidad, pensando que el verdadero Mesías aún no ha llegado. Siempre está por llegar, desde hace décadas. Decenas de nombres que tienen en común que ninguno ha entrenado al Real Madrid. Todos parecen obrar milagros de verdad, no como este falso profeta.
Y claro, a los hechos se remiten. Ya no hace milagros, dicen ufanos, constatando una dura realidad. Hoy, efectivamente, no parece que el agua vaya a convertirse en vino y este Real Madrid anticompetitivo en uno sólido y ganador.
Y yo, como muchos otros pecadores, vuelvo a dudar. Pero entonces me acuerdo del pasado. Ya dudé la primera vez, en aquella primera era, cuando parecía una plantilla ya perdida. Entonces me prometí que no volvería a dudar del Mesías que nos llevó a tres Champions consecutivas y a la mejor época del club en cincuenta años.
yo, como muchos otros pecadores, vuelvo a dudar. Pero entonces me acuerdo del pasado, cuando me prometí que no volvería a dudar del Mesías que nos llevó a tres Champions consecutivas y a la mejor época del club en cincuenta años
Ya, pero es que es tan difícil tener fe. Cada domingo quiero volver a creer, pero vuelvo a pecar y no consigo creer en este equipo. ¿Acaso el Mesías ha dejado de serlo? ¿Era Zidane de verdad el ungido? Me hago esas preguntas, espoleado por la turba que pide a gritos la crucifixión de Zidane, en plaza pública.
—¡Que lo echen! —grita la mayoría, con palos y antorchas encendidas, a las puertas del templo, el Santiago Bernabéu—. ¡Zidane no es un Mesías, es una estafa!
—¡Que lo cuelguen! —gritan los más rabiosos, como si se sintiesen engañados porque Zidane es incapaz de hacer otro milagro. Los gritos y la seguridad de la masa son tantos y tan fuertes que hacen incluso dudar.
¿Por qué no nos mandará el Dios del fútbol una prueba? Sería tan fácil como ver un par de victorias consecutivas, alguna goleada, o incluso la mejora individual de algún futbolista. Un eslalon de Vinicius, un buen gol de Kroos, un buen remate de córner, una bonita jugada... En realidad, debería ser sencillo.
¿Por qué no nos mandará el Dios del fútbol una prueba?
Todas esas dudas se me agolpan cuando de pronto me encuentro con la foto de Zidane. Sonríe, aunque cada vez le cuesta más. Pareciera como si por momentos quisiese abandonar al pueblo que ahora le traiciona y pide su cabeza.
Pero a pesar de la falta de fe, él mantiene esa calma tan suya, esa sonrisa siempre, esa seguridad en su equipo —sus apóstoles—, el grupo de futbolistas en los que parece mantener una confianza ciega.
Y entonces me acuerdo de la liga del año pasado. Y luego vuelvo a acordarme del milagro de Kiev, y del de Cardiff. ¿Cómo olvidarlo? Y de seguido, viene a mi mente el milagro de Milán y la tanda de penaltis. Y vuelvo a creer. Me vuelve la fe, pensando que el Mesías obrará su milagro como ya lo hizo antes.
Fotografías Getty Images.
Queridos trolls, espero que ahora también tengáis ganas de escribir.
Y este triunfo va dedicado a Cristóbal de Soria, el sujeto indeseable que práctica bullying a Vinicius.
Hoy nos ha venido bien que Bono se pusiera en modo U2, como ha cantado el tío
Ja ja jaaaa, qué bueno..