Entre triples, ceremonias y alegría, el hombre volvió a casa. Se fue como joven de altas habilidades a hacer un Erasmus a la NBA y volvió ayer a cumplir un rito con la afición que lo vio partir con la Euroliga bajo el brazo y cara de niño bueno. Lo recibió el presidente, paternal, con los honores propios de quien hace gala de madridismo por el mundo, hasta prometer que volverá a pisar nuestra cancha vestido de blanco.
Los fieles lo recibieron como se merece, con el afecto desbordante de aquellos que llevamos en el corazón y no nos decepcionan. Hace ya unos cuantos años que partió, tantos que apenas se vieron camisetas con su nombre y el escudo madridista, pues deben estar ya desgastadas por el uso. Sí se inundó el Palacio con el número 77 de Dallas, el doble del que lucía en el Real Madrid. A nadie le extrañó, quizás también porque sus colores blanco y azul son madridistas desde hace mucho. Y también porque los madridistas nos hemos ido haciendo partidarios de los Mavericks.
Los fieles lo recibieron como se merece, con el afecto desbordante de aquellos que llevamos en el corazón y no nos decepcionan. los madridistas nos hemos ido haciendo partidarios de los Mavericks
Los prolegómenos pusieron la piel de gallina a los sentimentales, quizás también a quienes presumen de no serlo. Había que tener piel de lagarto para no emocionarse con las palabras de Luka, con la presentación de nuestro equipo, con el presidente abrazando al hombre, con el himno de la Décima como sintonía de fondo. El Palacio era una fiesta contenida hasta cierto punto, con las muestras de admiración y respeto que el personaje se ha ganado por derecho propio. Por su baloncesto, por su simpatía, por convertirse en un embajador de nuestro club, de nuestro deporte.
Y ayer volvió para darnos las gracias, para ponerse a la altura de sus maestros y bromear con ellos entre triple y triple, que el partido resultó entretenido, muy propio de la NBA cuando se juegan poco o nada. Acciones vistosas, alardes técnicos y físicos, y mucha complicidad del homenajeado con sus compañeros. Un festín de juego y sonrisas, de carantoñas virtuales, que Sergio, Rudy y compañía compartieron con el esloveno y Doncic extendió a sus compañeros de hoy. No podría ser de otra forma, porque festín viene de fiesta, y ésta concluyó con la victoria madridista y con Rudy atrayendo a Luka hacia el círculo blanco de despedida en el que todos unieron sus manos.
La imagen final que resumió un encuentro de recuerdos que ojalá se concreten en un retorno algún día, cuando el capricho del destino lo decida. Un encuentro de dos marcas universales que se enriquecen entre sí sin necesitarse, universales y reconocidas, la NBA y el Real Madrid, unidas por un deporte olímpico y ecuménico. Y un encuentro de baloncesto, intrascendente en su resultado, simbólico y necesario por constituirse en la plasmación precisa de todo lo narrado.
La pena fue que Luka apenas pudo jugar, y disculpen mi atrevimiento al citar la intrascendencia, pues no le pareció así a los jugadores madridistas, y bien que lo celebro. Porque en los últimos minutos se encelaron en ganar y dejaron claro que, al menos, el fondo del banquillo de Dallas no es suficiente para imponerse al campeón de la Euroliga (127-123). Al fin y al cabo, tratándose de fiestas y regalos, nada mejor que una victoria para redondearlos.
Por cosas como estas soy del Real Madrid. Contra un equipo NBA (que luchará por el título), con unos árbitros NBA, normas NBA...más el handicap de tantos partidos consecutivos, pasado mañana juegan contra el Efes...
Pero aún más que el éxito que supone ganar un amistoso, lo que me ha emocionado ha sido el espectáculo que han ofrecido los dos equipos y, especialmente , ver con la camiseta blanca del club a Maciulis, Felipe Reyes, Randolph, Thompkins, Mejri y Velickovic en la fila cero , o muy cerca, apoyando la causa. Ha sido una maravilla la foto final con todos ellos en el centro de la pista acompañando a Luka Doncic. Puedo decir que soy catalán y , por ende, español; sin necesidad de grandes alharacas. El azar me hizo nacer en la condal, igual que podía hacer nacido en Dakar, Belfast o Tombuctou, Me identifico con la región donde nací y con la nación española. Por supuesto. Pero no me siento significativamente orgulloso de ello, no. Lo que sí me hace sentir plenamente orgulloso es ser madridista.
Floquet de neu.
Perdoname si me uno a tus sentimientos pero yo también
ORGULLOSO DE SER MADRIDISTA