"Hay que ganar, no hay más remedio". Nos lo dijo Gento el jueves por la noche y yo tengo la buena costumbre de no discutir con mis mayores. Hubo un momento en los últimos meses, no sé muy bien cuándo, en que vi la cara del destino. Fatum, lo llamaban los clásicos; era un modo de darle forma a una certeza que no sabes explicar, no una superchería. No sé cuándo fue el momento, pero fue alguno en que presté atención a la cara de Zidane. La fatalidad es que lo convexo encuentre su concavidad, que las cosas encajen, que las piezas busquen su acomodo y lo reconozcan. Zidane es la cara del destino del Madrid, unas sienes despejadas hechas para el laurel, como dijo algún poeta antiguo cuyo nombre no recuerdo ahora y que no me voy a poner a buscar en Google porque soy feliz, carajo, muy feliz. En el Madrid sabemos que el destino es ganar, aunque la temporada empiece como un quilombo, aunque medio país mire con ansias cada piel de plátano que sale en el camino a ver si te rompes la crisma de una puta vez, aunque en las oficinas haya faxes con telarañas, aunque etcétera, etcétera, etcétera. El destino es no distraerle un minuto a disfrutar de la XI mientras se paladea la opción de la XII. Y de la primera repetición de las Copas de Europa de la era moderna.
Mi generación esperó con fe hasta la Séptima como quien espera al Mesías. Sabíamos que era nuestro destino y lo vimos cumplido. Ya hemos visto tantas copas como vieron nuestros ancestros. Pero todavía nos falta una para ganar tantas sin Gento como con él. Y fue él quien nos lo dijo. Amigos galernautas, no sabemos la suerte que tenemos por ser del Madrid.
Buenos días D. José María y excelente artículo que como dice el aserto castellano si es breve, es
dos veces bueno, sólo una puntualización, dice usted que no sabemos la suerte que tenemos
por ser del Madrid, pues en mi caso suerte no se, pero orgullo un rato.
Saludos blancos, castellanos y comneros