William Munny es madridista

Buenos días. Ya sabíamos que esto iba a ocurrir desde hace meses; sorpresas, ninguna. No hay un solo madridista cabal que confiara en una apelación justa de tan sacrosanta institución conocida en todo ágora por su talante democrático, transparencia y amor a los francos suizos. Rectificar es de sabios, pero efectivamente no es este el caso.

Sabios, pocos; rectificaciones, menos.

No obstante, esta corrupción de menores de la que nos acusa la FIFA a bombo y platillo constituye una buena prueba del algodón para los periódicos deportivos patrios. Emulemos por tanto a aquel pionero mayordomo televisivo de los 80 y deslicemos nuestro blanco algodón por las portadas en busca de restos inmundos de antimadridismo, FIFA mediante.

El algodón no engaña.

La negritud será tal después de pasar por la primera plana de Sport, que sin duda el diario de Mascaró y sus amics se sitúa en el primer puesto de la Escala Anti del día. Tal ha sido el despliegue del rotativo del culerío, que poco ha faltado para llamar a la gent blaugrana a tomar Canaletas o regalar el muñeco vudú de Florentino con sus correspondientes agujas haitianas por entregas. El asunto descarriló hace tiempo, pero hay que echar más madera. “Hay trenes que no se pueden dejar escapar”, musita Cesc Alcacer en los bajos fondos de la portada. Que el convoy lo conduzca Buster Keaton en El maquinista de La General es un asunto menor.

Ciñéndose a uno de los más frecuentes mantras del periodismo –breve, claro y conciso- Sport apuesta por un diseño de titular prêt à porter muy adecuado y distinguido para esta nueva temporada de Otoño-Invierno. Su "palo al Madrid" es limpio, fino y elegante, pero se eleva a mayores cotas de haute couture cuando leemos ese "y al Atlético" pequeñito bajo sus faldas. Que esa es otra. De las tres veces superior multa al Robin Hood del Manzanares poco se comenta en tan distinguidos mentideros.

Crecidos y envalentonados están nuestros amics del rinconcito. Tanto que se preguntan ufanos por la respuesta de la caverna mediática a este escándalo anunciado, acusan a sus colegas de la meseta de tapar el asunto –a pesar de la portada de Marca- y se golpean el pecho furiosos como Gorilas en la niebla.  Lo que no leerán es que la mortadeliana sanción –para conocer los detalles deténganse en el este artículo galérnico- castiga, entre otros, a los hijos de Zidane, que debería alimentarse en público de bocatas de calamares para demostrar su pedigrí madrileño. No leerán que son sólo 8 los expedientes sancionados. Leerán que son 39.

Lo que si leerán es a Relaño poniendo paños calientes desde su púlpito a la decisión de la FIFA, enredado en una trama de corrupción de menores, trata de blancas y menores abandonados en países inhóspitos arrancados de una infancia feliz en Uzbekistán, por citar un ejemplo. Estas cacicadas de la FIFA le parecen un mal menor a Relaño, más preocupado por moderar el desastre que supone la búsqueda desesperada de un nuevo Messi –fíjense que uno ya pensaba que Leo era de Esplugues de Llobregat- en la cantera de jóvenes jugadores patrios.

Se olvida nuestro Alfredo de mencionar que entre los sancionados se encuentran los hijos de Zidane, que ya sabemos que vive y trabaja en Madrid, creemos que de butanero, para enchufar a sus hijos en la factoría de su amigo Floren.

Como argumenta con brillo en Twitter nuestra pluma Paul Tenorio, “hay que ser desalmado para arrancar a los hijos de Zizou de sus brazos para llevárselos a jugar al fútbol a 100 metros de su puesto de trabajo”.

Como investigar las cosas y alcanzar un juicio ecuánime suele costar mucho más trabajo que soltar majaderías y practicar el muy soviético arte de la Tierra Quemada en Stalingrado, lo fácil es poner el zurullo ante el ventilador y disfrutar de la fiesta.

“Sin perdón”, titula Mundo Deportivo.

Y efectivamente así es, queridos amics del diario de Godó, Grande de España.

William Munny es un gran madridista.