Yo sé si una persona es madridista o no sin hablar de fútbol. Tengo ese poder de nacimiento. En la actualidad soy capaz de ver a una persona por la calle (cuando podamos salir a la calle para, entre otras cosas, ver personas en ella, se lo demuestro) y saber si es del Madrid o no. Creo incluso poder decir el equipo del que es seguidora. Es algo parecido a aquello del temperamento que decía Camba de ser español.
Uno echa un vistazo de arriba abajo y ya lo sabe, por lo menos si es o no es madridista. Tampoco creo que sea un poder único. Es posible que usted lo posea también. Pongamos algunos ejemplos radicales, incluso ligeramente sórdidos. Si usted ve al señor Roncero por la calle sin saber quién es el señor Roncero, ¿no ve usted a un madridista impepinable? Pensándolo bien, quizá no sea este el mejor ejemplo porque el señor Roncero es de esos que siempre van vestidos con una camiseta del Madrid.
¿Qué dirían ustedes de Jota Jordi si lo vieran pasar? Es difícil abstraerse de la imagen que muestran las ostentosas afinidades de los camiseteros
Es uno de esos madridistas que, en vez de ponérsela en ocasiones especiales, se la pone siempre como para no pensar cada mañana qué ponerse ante el creciente desencanto de sus señoras, que acaban por abominar de ellos. Busquemos otro caso. ¿Qué dirían ustedes de Jota Jordi si lo vieran pasar? Pues dirían que es del Barsa, pero, claro. Este también es de esos. Es difícil abstraerse de la imagen que muestran las ostentosas afinidades de los camiseteros.
Pero imaginemos un perfil totalmente distinto. ¿No adivinarían acaso el madridismo atávico de don Andrés Amorós?
A don Andrés uno lo ve, aunque sea de perfil, y es como si dijera sin decirlo, como mentalmente, aquello que nos dijo en su entrevista: “¿El Barcelona? Es un buen equipo, pero se ha pasado la vida mirando al Madrid. Hay una parte de complejo en su actitud. El Madrid en cambio no mira al Barcelona. Menuda estupidez cometió el Barcelona con Di Stéfano, negándose a pagar a Millonarios para hacerlo suyo. ¡Podían haber tenido a Di Stéfano y Kubala juntos! En lugar de hacer eso, se han pasado la vida observando al Madrid desde la inferioridad. ¡Y echan la culpa de sus males a Franco!”.
Don Andrés Amorós también tiene el poder, es un gran maestro, de saber si una persona es madridista o no. Recuerdo cuando llegué a la casa en la que vivo, hace ya unos cuantos años, y me encontré con el primer vecino en el ascensor. Enseguida supe que era un atlético de manual. Lo vi en sus ojos suplicantes y recelosos. Al atlético se le descubre por la mirada. El atlético busca sin cesar al madridista. Es algo congénito. Es como si el atlético tuviera el poder del que hablo a la inversa, pero sin perfeccionar.
El colchonero lo intuye, lo huele con sensualidad, pero no le es posible confirmarlo si no es con hechos o con dichos fehacientes. El atlético prueba, cree que sutilmente, lanzando chascarrillos muy gruesos, malaquitenses, y espera a ver si salta el madridista. Porque en realidad lo desea. Mi vecino intentó desenmascarar durante mucho tiempo sin éxito mi madridismo. Él sospechaba lo mío con depravado deleite, y yo sabía lo suyo, pero le hice sufrir con inflexible indiferencia.
El colchonero intuye al madridista, lo huele con sensualidad, pero le es imposible confirmarlo si no es con hechos o con dichos fehacientes
No le iba yo, madridista, a mostrar el placer exclusivo de la victoria; al fin y al cabo, su sino era el del sufrimiento y la derrota final ante el Madrid. Es algo parecida esa sensación aladina a la del resto de aficionados no madridistas. Digamos que tan sólo se diferencian por las características del folclore propio. Porque una cosa es el Madrid y otra todos los demás, porque todo responde a ese sentimiento de inferioridad al que se refería don Andrés Amorós.
Uno sabe si alguien es o no madridista por la inferioridad (aunque se han dado casos de barcelonistas o atléticos o valencianistas [más raro esto último] más madridistas que muchos madridistas). Y no porque un no madridista sea de verdad inferior, sino porque el no madridista, mayormente, se siente inferior sin remedio y además está desesperado por contárselo a todo el mundo.
Como diría Joubert:
"En unos, el estilo nace de los pensamientos; en otros, los pensamientos nacen del estilo."
Siempre. HALA MADRID!!!
Bravo, Mario
Me ha encantado
Con ese superpoder, Mario, tienes que vestir con capa (roja, preferentemente).