Vinícius: seis años y un día

Hace seis años y un día de la presentación de Vinícius Junior como jugador del Real Madrid. Fue un viernes al mediodía en el Santiago Bernabéu ante 3500 personas, una de ellas, Ronaldo. No faltó quien tildó de exagerada la presencia del histórico delantero para dar la bienvenida a un chaval con 18 años recién cumplidos que alternaría los partidos entre el Castilla y el primer equipo. Poco más de un lustro después, el impacto de Vini en el Real Madrid es abrumadoramente superior al de su genial compatriota. Pero Nazario ya sospechaba lo que iba a ocurrir y decidió inmortalizar el momento con un selfie.

Antes de saltar al césped, el nuevo fichaje se había pasado por la sala de juntas para firmar el contrato y recibir la protocolaria réplica del estadio de entonces. También posó junto a Florentino con la nueva camiseta. Sin número pero con trece Copas de Europa detrás. La liturgia que tanto nos gusta.

El acto continuó como se hace siempre en este club, porque las ceremonias tienen sus rituales: vídeo con las mejores jugadas del incipiente futbolista y después las palabras de Florentino y del jugador.

Cuando los actos forman parte de un plan minuciosamente estructurado, adquieren solidez, aunque esta a veces solo se valora y se aprecia tiempo después. Recordemos que por aquella época, a pesar de acabar de ganar tres Champions seguidas, el club, según los expertos, carecía de proyecto, de estilo y de dirección deportiva. Sin embargo, tanto la liturgia como el discurso de los protagonistas revelan que el plan antes mencionado ya estaba puesto en práctica y funcionando a pleno rendimiento. Veamos.

En su disertación, el presidente empezó explicando a Vinícius la naturaleza del Real Madrid: «Cada temporada aspiramos a todo, nos lo exige nuestra historia. Los últimos años han sido maravillosos, pero la afición siempre quiere más. Las 13 Copas de Europa nos marcan el camino». Palabras igual de esperadas que necesarias.

Las siguientes frases de Florentino no fueron ni tomadas en serio ni realmente comprendidas entonces: «Una de las claves para conquistar el futuro es apostar por el talento de los jóvenes que desean ser los mejores del mundo, por eso intensificamos la búsqueda de estos jóvenes que pueden convertirse en los grandes referentes de este deporte. El escenario del fútbol internacional ha cambiado de manera poderosa».

En aquella época aún era común, incluso entre algunos madridistas, tomar como referencia al FC Barcelona en muchos ámbitos, como la gestión de la cantera, de su área técnica e, incluso, económica, aunque suene delirante. Muchos se reían cuando el Madrid afirmaba que el quid para triunfar pasaba por una minuciosa labor de prospección y contratación de talento joven.

Cuando Florentino afirmó en la presentación de vinícius que para conquistar el futuro había que apostar por los jóvenes que desean ser los mejores del mundo, nadie imaginó lo realmente en serio que estaba hablando.

Seis años y un día después, están confirmadas las premonitorias palabras del presidente: «El escenario del fútbol internacional ha cambiado de manera poderosa», y si algo caracteriza al Real Madrid, ahora sí reconocido por la mayoría —racional—, es su apuesta por los jóvenes talentos que desean ser los mejores del mundo, por las futuras estrellas cuando aún son un cúmulo de nubes frías de gas y polvo flotando en el espacio. Vinícius, Rodrygo, Militao, Camavinga, Güler, Endrick, Lunin, etc.

El discurso de Vinícius también pareció premonitorio, como todo en aquella presentación. El brasileño ya sabía adonde llegaba: «Es la mayor oportunidad que un jugador de fútbol puede tener». Y sabía quiénes eran los responsables de ello: «Agradezco a Florentino, a José Ángel Sánchez y Juni Calafat».

Resulta que la —entonces— inexistente dirección deportiva del Real Madrid había fichado un futbolista diferencial, lo había presentado como tal y nadie los tomó en serio.

Vini prosiguió vaticinando el futuro: «Sé que la adaptación no va a ser fácil pero estoy listo para hacer lo que sea necesario». Y tanto que no iba a ser fácil. Y tanto que estaba listo. La dificultad sería extrema, pero no por culpa del jugador, sino a causa de múltiples obstáculos que fueron poniéndole en el camino. Entre otros, acoso, racismo y violencia física y verbal.

Pero Vinícius lo tenía muy claro. Siempre lo tuvo todo muy claro: «Agradezco a mi familia lo que ha hecho por mí y por mi sueño, no les voy a decepcionar. Afortunadamente, pude escoger entre los grandes pero elegí el mejor del mundo. Somos el Real Madrid y siempre queremos más. Hala Madrid».

Hoy, seis años y un día después de su presentación, cumple 18 años Endrick y el sábado le daremos la bienvenida en el Bernabéu. La máquina sigue en marcha. El Madrid está condenado a repetir el éxito.

Vinícius: seis años y un día. Dulce condena.

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