No bien se apagaron los fastos marroquíes por el logro del Mundial de Clubes, e incluso cuando aún resonaban estos por los vomitorios del estadio Principe Moulay Abdellah de Rabat, Vinicius Jr., el provocador, el provocador de títulos como matizaba un tuitero, posteó una foto suya sosteniendo el trofeo individual como MVP del torneo bajo la leyenda Top of the World. Vinicius en la cumbre del mundo.
Los emojis, esa seña de nuestro tiempo, son interesantes. El primero es algo confuso, se antoja una bruma de ensoñación, como dando a entender el cumplimiento de una fantasía, o acaso sea pura y simplemente una nube, la masa de vapor que se concentra en la atmósfera cuando estamos muy por encima del nivel del mar y de la chusma.
Los otros dos son elocuentes: una copa de campeón (lo que es, de Europa y del planeta, junto al resto de sus compañeros) y un corazón bien blanco. “My hands are of your color, but I’m ashamed to wear a heart so white”, escribió Shakespeare para que Javier Marías encabezara con la cita su extraordinaria novela. Vinicius, sin embargo, está lejos de avergonzarse de su blanco corazón, y si no vean este otro tuit, tan solo unos minutos más tarde.
Donde Shakespeare se abochornaba, Vini se jacta. Corazón tan blanco, y a muchísima honra. “Qué bonito es ser del Real Madrid”, sentencia, aparejando el verbo ser en este contexto una doble condición contractual y hooliganística. Vini es un forofo del Madrid como haya pocos: de otro modo, no se explica que su paso por el matadero de los maffeos y raíllos y el desuello de las copes y radiomarcas, sin una especial defensa pública ni de sus compañeros ni de la institución, no le hayan movido ya a hacer el petate y buscar la protección de la Premier. Este tío es más madridista que usted y que yo, y además juega como le da la gana. Supongo que es posible ser madridista y no querer a Vini como un hijo o hermano, pero solo lo es desde la asunción dolorida de que en el madridismo cabe todo.
Entre nuevos corazones blancos Vini celebra: “8 Mundiales para el Madrid y 8 títulos para mí”. Sí, amigos, quién lo iba a decir. No lo parece porque la abnegación de Sísifo se le supone, pero el chico ya ha ganado casi todo con el mejor club del mundo (club que acaba de reverdecer esta condición), y lo ha hecho con un protagonismo indiscutible en todos y cada uno de esos trofeos, entre ellos una Champions con gol en la Final y un par de Ligas hercúleas, una batiéndose el cobre contra el coronavirus y el confinamiento, otra a despecho de alejos, paulistas y sus cómplices por dejación de funciones del estamento. Ya tiene un historial extraordinario quien parece condenado a empezar de nuevo continuamente, a justificarse no se sabe por qué de manera perenne, a ser fostiado sin remisión y poner la otra mejilla con una sonrisa que tiene que cuidar hasta el extremo, porque ha de ser lo suficientemente contenida para no ser tenida por burlona pero lo suficientemente franca para que no la motejen de sarcasmo. “¡Por mas y más!”, concluye, estremeciéndonos en su inconformismo quintaesencialmente vikingo. Ya es una estrella, un Top5 global, le pese a quien le pese, y lo demostró en la Final goleando, asistiendo, inventando regates como el que culmina con la ayuda de Ceballos en su segundo tanto, usando el exterior como si Modric se hubiera criado en las favelas.
Vini Jr., en la cumbre del mundo. Pasen y...
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Vinicius ha tapado la boca a todos aquellos , que han generado este odio contra el . Si en esta liga adulterada le dejan hacer su fútbol y no la caceria brutal que es sometido, va a ser un jugador descomunal.