Las últimas semanas estamos siendo testigos en la Liga de una circunstancia absolutamente desconcertante, si no fuera porque forma parte del famoso Relato antimadridista que lleva años construyéndose con bastante éxito mediático.
Los hechos son sencillos y están a la vista de todos los aficionados al fútbol: a Vinicius le pegan, le pegan otra vez, le vuelven a pegar y le repegan. Es así desde el minuto uno de los partidos, como se pudo contemplar en Vallecas con el acoso que el brasileño recibió por parte de Ivan Balliu o del cadista Iván Alejo en el último duelo antes del parón mundialista. Por no hablar de las declaraciones ‘no quiero decir pero digo’ post partido del central del conjunto amarillo Fali, autor de una agresión a Rodrygo, sobre Vinicius. Los rivales se sienten con patente de corso cuando se enfrentan a Vinicius y todo ello ante la permisividad arbitral.
Y no estamos hablando de apreciaciones, sino de datos reales. Vinicius es el jugador que más falta recibe de todo el campeonato. En este primer tramo de Liga ha soportado 49 entradas. 49 faltas, más las que no le han pitado. Siendo el futbolista de la liga española que más patadas recibe, tiene en su casillero ya 3 tarjetas amarillas.
Curiosamente, un jugador, al que mi compañero en La Galerna y de asiento en el Bernabéu, Antonio Vázquez, ha bautizado con el apodo de ‘Cancherito’ Gavi, tan solo lleva dos amarillas en todo lo que llevamos de temporada. Es un dato que podría ser normal y no llevar a ninguna reflexión si no conociéramos otro apunte que aclara la situación: Gavi está en el podio de los jugadores de Primera División que más faltas hace.
Es decir, el jugador que más faltas recibe, lleva más tarjetas amarillas que uno de los tres futbolistas de la competición que más infracciones comete. Ver para creer. Vinicius gana a ‘Cancherito’ Gavi por 3-2 en el ranking de tarjetas amarillas.
el jugador que más faltas recibe, Vinicius, lleva más tarjetas amarillas que Gavi, uno de los tres futbolistas de la competición que más infracciones comete. Ver para creer
Esta situación contrasta con la amplia protección con la que contó mientras jugó en España Lionel Messi. Al argentino no se le podía tocar. Era ir contra el fútbol, el arte y el juego. Messi, regateador sin parangón, tuvo el paraguas arbitral y la permisividad de unos defensas intimidados ante el aura de intocable y de protección que emanaba del 10 azulgrana.
El famoso Relato ya tiene escritos sus siguientes capítulos: lo que en Messi era enaltecer el fútbol, en Vinicius es provocación. Lo que en Messi era agredir al jugador por el que el aficionado paga una entrada, en Vinicius es mal ejemplo. Una gambeta en los pies de ‘La Pulga’ era una obra de arte; en los de Vinicius, una humillación que hay que parar como sea.
Toda esta caza a Vinicius comenzó, no lo olvidemos, en el Civitas Metropolitano cuando se consideró el posible baile tras un gol como un ataque a la integridad y la honorabilidad rojiblanca. Evidentemente, el baile que molesta es el de Vinicius, no el de Griezmann o, antaño, el de Neymar o el de Ronaldinho. Eso era alegría y pasión por la vida.
La situación me parece grave. Estamos en puertas posiblemente de una grave lesión. Se ha abierto la veda y declaraciones en las que se reconoce abiertamente que se sale a un terreno de juego a intimidar a un futbolista están quedando impunes.
La culpa, desde luego, la tienen los que mandan: en el terreno de juego, los árbitros, más preocupados de frenar las protestas que de proteger a un jugador al que están cosiendo a patadas; y fuera del campo, los comités de competición, que permiten que actos como los que se vivieron en el Civitas y que generan violencia queden prácticamente como una anécdota sin importancia.
Hoy por hoy, a Vinicius le siguen cosiendo a patadas mientras su casillero se llena de amarillas y mientras que los que dan patadas viven relativamente cómodos. Los pájaros disparando a las escopetas. Las cosas del Relato.
Getty Images.
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