Y subió Di Stéfano al despacho de Bernabéu y este le mandó al Español.
Y subió la Quinta del Buitre al despacho de Mendoza… y todo cambió.
El mundo del fútbol ha cambiado drásticamente. El amor al club, el respeto a la historia y los valores y todas esas apelaciones románticas se presentan ahora como anacronismos trasnochados o utilizados por los aficionados para saciar sus frustraciones, anhelar tiempos pasados o cargarse de razón, pero poco más… salvo excepciones.
El Real Madrid tiene un problema de fondo, un problema que seguro conocen sus dirigentes pero que parecen incapaces de controlar. Desde los 90, el mercado ha centrado sus miras en los futbolistas, que se han convertido en fenómenos mediáticos, poniéndose a la altura de la propia institución. Auténticas estrellas del rock que reciben las prebendas de los aficionados, quienes sitúan a algunos futbolistas por encima del club que dicen amar.
Por entonces comenzaron las ventas de camisetas. Nuestros amigos de la infancia, que antes eran simplemente del Madrid o del Atleti, venían con elásticas de terceros equipos con el número y el nombre del jugador que les gustaba. Los jugadores fueron adquiriendo un poder enorme, el poder del dinero, con lo cual los clubes estaban obligados a congraciar ese nuevo modelo de mercado con la obtención del máximo partido a la contratación de jugadores. El Madrid fue indudablemente pionero en la búsqueda de esa armonización.
Los años han pasado hasta llegar a la situación actual. Los jugadores se valen del nombre del Madrid para lograr una mayor dimensión y expansión, y el Madrid se vale de su éxito y su atractivo para el público y así hacer que los ingresos de unos y otros crezcan, posibilitando un mejor modelo económico, deportivo y de gestión.
El problema es que en el Madrid, que (repito) ha sido pionero en la explotación de sus jugadores como fenómenos mediáticos y publicitarios, no ha terminado de gestionar este nuevo modelo como se debía desde el punto de vista deportivo, porque el germen creado en los 90, cuando aún no había estallado este boom, ha creado un caldo de cultivo y una cultura en ese vestuario que ningún dirigente ha sido, a día de hoy, capaz de romper.
En el Madrid, el poder de los jugadores ha ido subiendo escalones y llegando a todos los estamentos del club. El primero del que se apoderan es el vestuario, como es normal.
De esto ha tenido buena parte de culpa una afición que parece no conocer la historia de su club ni sus valores. Equipos como el Barcelona han simplificado su propia historia para que su mensaje los aglutine sin fisuras en torno al club, su odio a nosotros y su victimismo. Nuestro mensaje en cambio es creador, sencillo pero más complejo, y se ha diluido en distintas tendencias de opinión. A mí me da igual que los títulos me los traiga Cristiano o un canterano: si admiro a esos jugadores es porque forman parte del Real Madrid y por lo que le dan a la institución, que es lo único que importa. Pero muchos de ellos se creen por encima del bien y del mal mientras sonríen cínicamente a hurtadillas.
Todos hemos visto plantillas muchísimo peores que la actual ganar títulos, y también sudar sangre en el campo aunque al final no conquistaran dichos títulos. Debería ser un insulto, o sentirse como tal, el que poseyendo tanto talento se gane más bien poco y se caiga en el ridículo más de lo conveniente. ¿Cómo es posible que les espolee más un gestito, o una decisión técnica, que un triplete conquistado por el rival en la búsqueda estratégica de superarles en número de títulos?
Cuando los miembros de la Quinta del Buitre subieron al despacho de Mendoza y este les hizo caso, comenzó una cultura que contradecía a la que había imperado en el Real Madrid desde Bernabéu. Ellos trajeron un gran éxito al Madrid, muchos títulos y el volver a ser competitivos en Europa. 5 Ligas y muy cerca de la Copa de Europa. Se sentían con el poder y se les permitió que lo tuvieran. Su presión condicionaba a los entrenadores y acomodaba paulatinamente a los jugadores, que no estaban dispuestos a exigencias durante mucho tiempo. Nadie podía explicarles nada porque ellos eran los mejores, y si el entrenador de turno se ponía tonto se le decía al presidente que le bajara los humos.
Las presiones a los presidentes para las subidas de sueldo empezaron a ser oídas, también para el cese de entrenadores. Acciones reprensibles comenzaron a ser el pan nuestro de cada día: reírse de Arsenio Iglesias; decidir la táctica de una final de Copa de Europa porque se desprecia al entrenador, la noche antes en una habitación de hotel; negarse a celebrar un título porque no gustaban ciertas decisiones presidenciales, e ir a Cibeles con caras largas a mirar a la afición; subir al despacho presidencial a lanzar supuestos ultimátums acerca de la continuidad del entrenador; presionar en los medios ante la posible destitución de otro que sí les gustaba y les hacía la vida cómoda…
Siempre reivindico a don Santiago Bernabéu porque todo madridista de bien debe hacerlo. Es el modelo, la figura en la que se deben basar nuestros principios como club. No es menos cierto que los parámetros de la gestión deportiva, y el entorno donde se circunscribe esta, han cambio radicalmente. Bernabéu, que ya recibió los insultos y desprecios de la prensa y el antimadridismo, ahora sería vilipendiado y atacado con saña. En los últimos 18 años de mandato consiguió solo una Copa de Europa. Al final de dicho mandato había una crisis financiera en el club. Sus declaraciones siempre fueron las de un Mourinho multiplicado por 100… ¿Se imaginan, con lo mediatizado que está el mundo del fútbol, y la saña antimadridista contra todo lo que mueve nuestro equipo, lo que estarían diciendo de él?
El propio Bernabéu decidió no renunciar a la presidencia porque consideraba que él era la mejor solución, el gran dique que impedía que el Madrid cayera en malas manos. Algo muy parecido al discurso de Florentino.
Ni las formas ni las políticas pueden ser las mismas. Ahora es necesaria una mano izquierda que antes no se consideraba tan imprescindible por esa explosión mediática, donde hay que cuidar ciertas formas y medir todo si se quieren evitar más incendios en un club al que pretenden hacer vivir en la histeria, consiguiéndolo en muchos momentos. Demasiados. Además, congeniar las infinitas sensibilidades sin ofender ni despreciar los principios básicos del madridismo es una tarea compleja, especialmente teniendo en cuenta lo anterior.
No moverse podía valer antes. No contestar, no presentar batalla, era algo válido en el pasado, porque el altavoz mediático era menos sonoro, su expansión más reducida y controlada. En el Real Madrid seguirían goteando los títulos y la siesta es muy cómoda, pero el panorama ha cambiado y desde la dirección del club parecen no darse cuenta o no terminar de responder con determinación, dando bandazos que van del contestatario Mourinho a las reflexiones postpartido de Butragueño y Ancelotti. Esto, sumado a los éxitos del rival, que nunca fueron más que los nuestros salvo en esta época, hace obligada una contestación firme que nos devuelva a lo más alto en lo deportivo y corte la propaganda del antimadridismo.
Se hace necesaria una reestructuración de todos los departamentos, un modelo de conducta, disciplina y orden que marque una organización firme y recta donde se respeten las jerarquías, un esquema donde además de parecer serios seamos serios. Una reestructuración que debe recorrer el club de arriba a abajo y que implica una disciplina y un orden rígidos, así como unos dirigentes irreductibles y seguros que definan esas líneas con claridad y, sobre todo, las hagan cumplir.
Sin esto acabas dependiendo del carácter de los jugadores que vengan, haciendo incluso más necesario un examen psicológico de dicho carácter que el de las meras cualidades y capacidades futbolísticas. Se hace acuciante, por tanto, la formación y educación de base y al llegar al club desde todos los ámbitos. Estoy seguro de que se hace en la cantera en cierta medida, pero también parece claro que no lo suficiente, con canteranos que se largan a la mínima de cambio, que parecen guardarle más rencor al club que otra cosa o que cuando aparecen sus actitudes dejan bastante que desear… Quizá los transmisores elegidos para inculcar esos valores también deban ser examinados.
Un cambio de modelo donde se confíe en un cuerpo técnico, que podría tener miembros fijos como salvaguardas de esas excelencias y valores, que definan lo anteriormente expuesto, un modelo con reglas y valores que erradiquen de una vez por todas en ese vestuario la idea de que pueden manejar al entrenador a su merced, pues de facto está por debajo de ellos.
Ese ha sido el gran fallo de Florentino: no parece capaz de mostrar esa autoridad ni delegar en alguien, o en varios, para hacerla cumplir. Es cierto que ha corregido conductas y probado todo tipo de cosas, pero nunca ha afianzado un discurso fuerte y constante que busque la mayor productividad en todos los compartimentos del club. Lo que tiene claro en lo económico para explotarlo al máximo no lo ejecuta de igual manera en lo deportivo, haciendo renovaciones a jugadores irregulares, indisciplinados o con un rendimiento paupérrimo, manteniéndolos en el club y prescindiendo de otros que quizá no lo merecían, siendo demasiado laxo con las planificaciones deportivas y de plantilla. Hay que recordar que esa condescendencia con los jugadores llevó a Florentino a la dimisión en su día.
Necesitamos al brillante gestor Florentino, que maximice rendimientos deportivos de la misma forma que los económicos basándose en los mismos parámetros, que no son otros que rendimiento y mérito, productividad.
No, ninguno de nosotros gobernaríamos, ni de cerca, mejor este transatlántico que Florentino. Ese es mi convencimiento -y seguro que algunos, en su egocentrismo, lo piensan incluso sin reconocerlo o reculando a la hora de la verdad-, pero sí es deseable una mayor determinación y un carácter estoico, tanto del presidente como de todos los organismos del club. Es exigible una autoridad que parecen no querer ejercer por temor a que se les afee esa conducta, cuando ese carácter es indispensable en muchos momentos: renegar de él para proteger una image, o para evitar ataques externos de los medio,s es un absurdo contraproducente para la entidad.
El Madrid gana, esté mejor o peor gana, en mayor o menor medida pero sigue ganando. Los números actuales son flojos con respecto a nuestra categoría y media de éxito, pero seguimos ganando (hace dos temporadas una Champions nada más y nada menos), pero todos estos aspectos quizá han creado un caldo de cultivo conformista (repito, desde nuestra categoría y media de éxitos), que nos hace sui géneris en determinados aspectos. Me explico.
Son los entrenadores que han sabido adaptarse a la dictadura del jugador, los llamados “blandos”, los que más cómodos han hecho sentirse a los jugadores, los que han logrado éxitos, pero utilizando con inteligencia un trabajo hecho anteriormente que alimentó un carácter competitivo titubeante. Los Del Bosque, Heynckes, Ancelotti… fueron ninguneados o tratados como padres porque eran flexibles con ellos, pero recibían herencias de Cappello, Mourinho o equipos ganadores en Europa. Bien está: todo entrenador y estilo puede tener cabida o funcionar dependiendo de la época, los más “duros” para construir y los más “blandos” para ejecutar, posible causa que explique eso que llaman “ausencia de proyecto definido” y que viene de la falta de competitividad real. ¿Y por qué? Pues porque incluso teniendo los mejores equipos y plantillas, incluso estando en dinámicas ganadoras que nos llevaron a ser el equipo más hegemónico en Europa en la era moderna (3 Champions en 5 años es algo que nadie ha logrado), hemos sido incapaces de hacer lo que sí lograron otros clubes europeos que ganaban la Champions, es decir, mantener una regularidad y constancia que nos llevara a la consecución de dobletes o tripletes, aseverando y asegurando ese dominio que se pretendía incontestable.
Hemos sido incapaces y hemos hecho temporadas que resultan sorprendentes, donde podíamos ganar una Champions (un torneo que no premia tanto la regularidad), quedando quintos en Liga y dependiendo de ese éxito europeo para poder participar en la competición al año siguiente. ¡Inaudito!
Nos quejamos de que nunca estamos contentos y es cierto, pero en un análisis global es necesario resaltar estos aspectos que son autenticas extrañezas a nivel europeo y que deben tener un motivo y explicación. Un equipo que parece saciarse o conformarse con cumplir el expediente de un título, mientras otros demuestran un hambre insaciable por conseguir más. No se trata de despreciar estos éxitos, que como bien sabéis reivindico a menudo y de los que me enorgullezco, éxitos incontestables y espléndidos, pero de los que se pueden extraer lecturas de un comportamiento interno que quizá nos lleve a lo que vivimos.
Da la impresión de que para encajar bien en ese vestuario hay que minimizar el nivel de exigencia para que el jugador no se estrese, no se enfade y pueda vivir tranquilo, cuando un profesional de esto debe estar siempre azuzado para llegar a un nuevo límite y un nuevo éxito. Títulos que se logran por la gran calidad de los equipos y plantillas, pero de una forma extremadamente intermitente para lo que debería ser, especialmente en dinámicas ganadoras.
Hace falta una reestructuración firme en la columna vertebral, que recorra todo el engranaje del club, aislándose de ese entorno hostil que nos espera como el planeta que cobijaba a “Alien”, solos como estamos frente a todos, y un “hermano mayor” que defina unas directrices de conducta. Somos el mejor club del mundo con los mejores medios, logrados por nosotros mismos.
Ninguna crisis puede vencernos, pero hay que cambiar cosas. ¡Hala Madrid!
Muy de acuerdo con todo. La mayor dificultad consiste en cambiar ciertas cosas sin provocar un incendio, algo que se me antoja imposible cuando vemos que cualquier decisión del club llega a oídos de los aficionados pasando previamente por el filtro envenenado de la prensa deportiva, a través de un enorme ventilador que esparce la mierda en todas direcciones. Y así es imposible trabajar con tranquilidad. Ese ventilador no se puede apagar, pero sí se puede buscar otra vía por donde hacer fluir la comunicación. Empecemos por ahí.
Exactamente, Despertablanco. Cualquier cosa que se haga, esté bien o mal, se hará depender de los resultados. Hay una cantidad ingente de matices que se dan en el día a día, tratamientos personales y circunstancias que hay que enfrentar y valorar a diario, por eso las soluciones fáciles que se plantean siempre no sirven... salvo que la pelotita entre, pero eso no las convierte en reales. Debemos asumir que cambiar esa estructura tarda y hay que darle tiempo, lo que implicará un costo en títulos que quizá no ganemos, algo que la gente, se ponga como se ponga, no está dispuesta asumir. El problema es que tal y como estamos tampoco conquistamos muchos...
En fin, es todo más complicado de lo que muchas veces queremos ver. No sólo son las juntas, presidentes y jugadores los culpables, como bien explicas, prensa y afición no ayudan nada.
Estoy muy de acuerdo con todo el artículo. Yo no sé cómo se arreglaría esto. Yo no soy presidente del Madrid ni nadie con poder ni capacidad para ello. Lo que sí tengo claro es q no concibo, ni apruebo, ni comprendo como el club atiende los caprichos de este grupo q apenas ha ganado nada. Si fuera un grupo tan ganador como el farsa, q no pararan de ganar títulos y tripletes y siguieran con el mismo hambre y la misma ambición en lo deportivo q tienen ellos podría entender q el club cayera en sus órdagos, sus chantajes y sus caprichosos, pero estos que apenas han ganado nada, no sé con qué derecho se creen merecedores de nada y porqué el club está secuestrado por estos consentidos, sobrevalorados y sobreprotegidos.
Saludos
Así es, hay que poner filtros y una jerarquía que hay que hace cumplir, _uxi_, pero ojo, mañana puede pasarle a ellos. Como dices tienen un grupo ganador, pero si analizamos, hacen lo mismo que los nuestros, por tanto si apostamos por lo que decimos no debe haber matices por el hecho de que ganen más o menos, hay que hace cumplir el plan, porque sino volveremos a lo mismo.
Un abrazo.
Me declaro FLORENTINISTA, estoy totalmente de acuerdo con el artículo.
A Florentino le hace falta un poco más de mala leche con los jugadores.
Hubo un momento, en el que había una dictadura de los club, con el derecho de retención, etc, ahora se ha pasado a la dictadura de los futbolistas.
Hacen un año regular tirando a bueno y o me revisas el contrato o me voy. La solución, traiga usted la cláusula o a la grada.
Mira lo que dijo Pepe, "estamos con el presidente, estamos con el entrenador" ....., como si tuviera el que confirmarlo , tu estas con el presidente porque quiere el y no al reves so imbecil...., hay que hacer limpia el año que viene quitar a 4 y fichar a 5 y al que viene igual, dos años en los que se gana o no pero se asegura un buen porvenir
Así es, Serralba. Se lo dice otro florentinista jaja.
Al final todo se resume en tres cosas. Ganar, ganar y ganar. Por tierra, mar y aire, pero ganar. Con Florentino o sin él, con entrenador a sin él (Muchos títulos se ganaron con meros alineadores o directamente con bípedos implumes en el banquillo). Con cuatro, cuatro , dos. Con tres , dos cinco. Con nueve y uno. Como sea, pero ganar. Mientras se gane, como si te comes a un niño a diario para desayunar y lo pones en twiter. Todo el mundo te reirá las gracias y nada más.
Eso lo cura todo, Javier.
No he dicho que me parecería bien q estos niñatos estuvieran consentidos si ganaran títulos, lo que digo es que si al menos los ganaran podría de algún modo justificar a la directiva por ceder a sus chantajes y sus órdagos. Entiendo que puede costar no ceder cuando tienes un grupo que lo gana todo y no para de darte alegrías en lo deportivo, lo q me parece incomprensible es q sin ganar apenas nada les funcione para ser los verdaderos capos del club y salirse en todo con la suya. Me enerva que estos tíos q no ganan se les trate como a unos dioses
Te entendí, _uxi_ :))
Buenas noches he leído tu extraordinario artículo y me he dado cuenta que sin querer o queriendo es
complementario y forma una extraordinaria trilogía con los artículos de Antonio Valderrama,- Adiós a las armas-
y Jorgeneo, - La segunda motivación-, una buena iniciativa sería imprimirlos y distribuirlos en las puertas
del Bernabéu, un día de partido. Su artículo me ha encantado, D. Jorge, porque aparecen constantemente
los conceptos de trabajo y disciplina, ahora que ya sabemos cual es el problema, sólo hace falta el equipo
gestor que le ponga el cascabel al gato. Empecemos en Enero, que el tiempo nos come.
Saludos blancos y comuneros
Cuánto cuesta esto del trabajo y la disciplina, Comunero. Dios te oiga y empecemos rápido!
Un saludo!
lo importante de las camisetas está en el pecho, que es donde va el escudo.
y ahora parece que lo mas importante es el nombrecito que se lleva en la espalda.
los Yankees ,el equipo de beisbol, no llevan el nombre del jugador en la espalda. Dicen que el único que importa va delante