La vida es ancha

Celebrando que hoy regresa el Padre Suances a esta su casa, comencemos diciendo que no solo de pan vive el hombre. No solo de fútbol vive el deporte, aunque cueste mucho creerlo. A veces -tal vez menos de las que debiera- se cuela por las rendijas de los goles, las polémicas, los fichajes y los dimes y diretes del balompié alguna otra noticia de altura, y hoy es uno de esos casos. Bien saben las reglas del mercado (esas que tantas veces entran en conflicto con las del periodismo) que para que esto ocurra tiene que darse una peculiar alineación de planetas, pero que el cometa Halley pase sobre nuestras cabezas muy esporádicamente no significa que no pase nunca.

Nosotros, dicho quede, nos alegramos de esta circunstancia, no solo porque consideremos muy relevantes los temas principales de las portadas de hoy, no solo porque nos parece que el deporte femenino debería gozar de mayor atención mediática, sino también porque -déjennos confesar- podemos salir aunque sea por un día del eterno bucle ya no del fútbol, sino de todas esas cosas asociadas a él y que en rigor no tienen nada que ver muchas veces con el mero juego. Así que vaya este portanálisis en favor de un merecido descanso del que les hacemos partícipes, y más en domingo.

Dos son los motivos destacados en las portadas de hoy: uno, pura vida en acción; el otro, el fallecimiento de un ilustre que justamente nos recuerda cuánto cabe en una vida. Tal vez, queridos galernautas, no sea demasiado larga la vida, pero ejemplos como el de Ali confirman que, con ahínco y talento, lo que no es largo bien puede expandirse a lo ancho y llenar un espacio enorme, ese que ahora deja vacante la muerte del boxeador para que sea ocupado definitivamente por la eterna vida del mito, en perfecto estado de salud. La velocidad de pies de Ali sigue tan en forma como el primer día, su carácter de líder hasta espiritual y político en unos Estados Unidos forzados a escuchar lo que no querían sigue siendo un ejemplo de arrojo, y su figura icónica ya forma parte de la cultura pop de una época prodigiosa que no empezó en Kinshasa, pero que allí tuvo una de sus referencias ineludibles. Descanse en paz el hombre y larga vida a su ejemplo.

En plena forma, en completa acción vigorosa, está la tenista Garbiñe Muguruza, ayer coronada en la pista central de París como campeona de Roland Garros, el torneo de tenis en tierra batida más importante del mundo. Bravo por Garbiñe, quien ya entra a formar parte de una selecta lista de tenistas españoles vencedores en Francia; lista tan nutrida ya, que no hace mal Garbiñe en declarar desde la portada de As que "este es el torneo de los españoles". Permítannos añadir que también de las españolas. Aunque sabemos bien que el genérico masculino las incluye, no suele ser tan inclusivo como el lenguaje el tratamiento mediático de los esfuerzos y los logros de las deportistas, como hace un tiempo denunciaba Mireia Belmonte, nada menos que nuestra nadadora más importante de la historia: "Importa más el pelo de Sergio Ramos que mi récord", decía con toda la razón del mundo, y quede dicho también hoy como acicate y justa reivindicación.

Sin pretensión de opocar lo anterior, nos gusta la presencia de Lucas Vázquez en la portada de Marca, aunque por supuesto no viene tanto a cuento como la imagen de Garbiñe o la presencia totémica de Ali. Tal vez haya cedido aquí Marca a eso que decíamos del mercado al dividir su portada en dos (ya práctica habitual del medio madrileño) para dar cabida al hoy secundario fútbol. Pero qué le vamos a hacer si nos gusta que aparezca Lucas Vázquez en nuestras vidas, por cualquier esquina, resquicio o pretexto que sea menester. Si aparece Lucas Vázquez es que todo puede salir bien. Si Lucas V está presente, la ilusión casi infantil, el despreocupado empuje y el talento nos dibujan una sonrisa mientras el balón de la Undécima sigue dando vueltas sobre sí mismo en nuestro dedo camino del mejor penalti del mundo.

"Sólo un hombre que sabe lo que se siente al ser derrotado puede llegar hasta el fondo de su alma y sacar lo que le queda de energía para ganar un combate que está igualado". He aquí una de las máximas que Muhammad Ali dejó para la historia, no solo del deporte. Tal vez sin saberlo, Lucas conoció el sentido de esta frase camino del punto de penalti. Tal vez sin sospecharlo, Garbiñe escuchó algo similar mientras salía de vestuarios camino de la abarrotada pista central de París. Ellos ya saben que la vida es ancha.