En 1741, Händel compuso El Mesías, un oratorio que narra, en tres partes, toda la vida de Iker Casillas, desde el anuncio de su llegada, cuando Del Bosque (sí, Del Bosque) se atrevió a sentarlo en el banquillo en beneficio de César, hasta su victoria ante la muerte y el Juicio Final, que está por llegar una vez que -más tarde o más temprano- haya abandonado el Real Madrid. La segunda parte del oratorio se ocupa de la Pasión de Iker, actualmente en proceso, y culmina con el famoso Hallelujah, que no pocos madridistas entonan ante la posibilidad de que el portero fiche ya mismo por la Roma, el Cosmos o hasta el Unicaja de Málaga.
Lacónico se muestra As ante la posibilidad anunciada. Casi no quiere mirar As el Vía Crucis casillista. Preferiría callar e ignorar que El Mesías sea tan injustamente tratado por un populacho radicalizado que parece seguir tomando partido por el Barrabás de Setúbal. "Casillas destino Roma", titula As secamente, sin adornos, tal vez con la voz balbuciente de Manolete. Qué lugar más apropiado que Roma, la capital del imperio que tanto sabe de crucifixiones y terribles exhibiciones de poder. En la imagen de portada, el portero aparece doliente, con el rostro ligeramente desencajado, y arrastrando una maleta que hace las veces de pesada cruz. Llora As a su paso, y quisiera ayudarle a tirar de esa maleta, aliviar a Casillas de su peso para arrojarlo contra el madridismo infiel y contra Florentino, ese que ofrece vinagre para beber, ese que clava lanzas en el costado, ese que se lava las manos ante la injusticia con mayúsculas.
Marca, sin embargo, retrasa aún la Pasión de Casillas, se resiste a su final, lo coloca en pie de igualdad con De Gea, y avisa de que Rafa Benítez elige un portero y punto, sin rotaciones ni medias tintas. Por esta razón, dice Marca, "los porteros suplentes suelen acabar quemados con Benítez ante la falta de minutos". Quemados y ya no crucificados. Francamente, ignoramos -y queremos seguir haciéndolo- qué forma de final resulta más dolorosa, pero sí estamos seguros de que buena parte de la prensa acudiría con cubos de agua, mangueras y lo que sea menester para sofocar ese hipotético fuego de ser Casillas el quemado (si es De Gea ya tal, y si fuera Keylor Navas, pues toca bajarse el sombrero y silbar mirando para otro lado). Paradójicamente, ese ir al rescate de El Mesías se traduciría en echar más leña al fuego del Madrid, ese inmisericorde imperio incapaz de reconocer a quien ha nacido para salvar su alma, El Santo Casillas (Lama dixit).
Por otra parte, en franja superior, se atreve Marca a publicar el contrato de traspaso de Neymar desde el Santos al Barcelona, un polémico y complejo documento con alguna cláusula "asombrosa". Nos resistimos a ver turbiedades aquí. Hacemos como hace As con el Vía Crucis de Casillas y preferimos mirar para otro lado, plenamente convencidos de que Neymar, su padre, el Barcelona y cualquier otro elemento implicado en este traspaso jamás harían nada al margen de la legalidad vigente. Son todo campañas orquestadas, bulos, difamaciones sin crédito, malas artes mesetarias, contubernios de Madrit... Pitemos el himno de Marca; alguno tendrá.
¡Pogba en las portadas catalanas! ¡Qué hallazgo! ¡Qué primor! ¡Qué bostezo infinito! Aunque suponga reforzar a nuestro máximo rival, nos atrevemos a desear que venga ya, por Dios Santo Iker, que lo fichen de una vez, que le pongan un piso, que le rodeen con la estelada, que le regalen todos los objetos promocionales que vende Sport, que lo lleven en procesión al Parque Güell... Todo por no ver la misma portada todos los días, todo por seguirnos deleitando con la creatividad habitual y el puntero diseño de los hacedores de portadas catalanes. Que lo fichen ya, aunque de hecho el Barcelona no pueda fichar y Pogba acabe jugando cuando el club (més que) haya cumplido la sanción que tiene impuesta, pese a que el contrato de Neymar -que no queremos mirar- sea tan limpio como las intenciones madridistas de As.
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