Por momentos el Real jugó sus mejores cartas, aprovechando el enorme ahorro de energía que resulta de tener al adversario corriendo tras un balón esquivo, movido al primer toque merced al arte de controlar en centímetros lo que a otros les toma metros. Pero para eso hace falta que los balones divididos lo estén no solo en teoría; que la presión se coordine, que el penúltimo y el último pase sea preciso, y que los tiros no vayan al graderío o al “muñeco”.
En este segundo caso hasta un rival fundido físicamente puede ganar -de no interponerse, por ejemplo, el pie salvador de Courtois-, porque el mejor equipo de sonido sonará siempre como el más humilde de sus elementos. Quien tiene boca se equivoca, y anoche solo vi un jugador espléndido -Kroos-, animado por el buen hacer de Ceballos y chispazos de Asensio. Tampoco faltaron prodigios de un Marcelo bastante disminuido por lo demás, y la tesonera aunque infructuosa brega de Carvajal. Benzema anduvo todavía más desacertado que Bale -al fin y al cabo autor de la asistencia-, y Lucas Vázquez acusó seriamente la inactividad. Me sorprendió por eso que Mariano no calentase siquiera.
Isco estuvo bien, aunque no bastara para inclinar del todo la balanza. Genios como Ramos y Varane dieron una de cal y otra de arena; Modric se quedó una vez más a punto de marcar, y Casemiro quizá debió chutar en el par de ocasiones donde su briosa arrancada le puso la portería a tiro. Que no acertemos tal o cual día es inevitable, y lo evitable es siempre no bajar los brazos. Por momentos esa sensación se me paseó por la cabeza, pero ¡qué duro es estar a la altura de uno mismo, en particular cuando cientos de millones escudriñan cada gesto, esperando confirmar una tradición de excelencia!
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A mí ese momento que pareció de bajar los brazos creo que fue más bien la diferencia de un equipo, el local, que se puede permitir hacer cambios para amarrar un empate, quitando entonces a los más fatigados y poniendo pulmones y el que tiene que buscar el partido pero un error de inicio que es dejar sentado a Casemiro le obliga a realizar cambios que no tuvieron que llegar a hacerse. Por eso no calentó Mariano para sustituir a Benzema los últimos 25 minutos. Son simples matemáticas pero al menos algo diferentes de las de hace un año cuando cada alineación titular demandaba al menos cuatro cambios obligados. Lo visto entiendo que merece esperar.
No entendí que el tercer cambio fuese Lucas por Bale. Yo abría apostado por Mariano en lugar de Benzema.
Por lo demás, lo típico en San Mamés. El partido será todo lo difícil que marque el árbitro, con el gusano Raúl García campando a sus anchas (una pena que se haya separado de Costa o Gabi, ahí luciría mucho más su "fútbol") y el Athletic repartiendo como si no hubiese un mañana.
Es que los "automatismos " de los chicos de Villar tardarán un tiempo en desaparecer.
Cuantos partidos , como este , hemos visto en las últimas temporadas en los que es casi imposible tener un ritmo de juego debido a las continuas faltas del rival y la indiferencia del árbitro. En otros partidos a la primera falta es tarjeta y un aviso de que te puedes quedar con 10, pero con nosotros eso es una utopía.
Si hubiese sido el Barça en San Mamés, a las primeras de cambio, cualquier jugador del Athletic, hubiese sido sancionado con amarilla, con tan sólo apoyar su mano en la espalda de Messi.......
Esas cosas, parecen no cambiar.