Venerable Keylor

En el proceso de canonización que sigue la Iglesia Católica hay cuatro “etapas”  diferenciadas. Esto es así en los procesos ordinarios en los que el martirio no entra en juego ni se permite tampoco la fórmula vox populi o de aclamación, que tan sensatamente se abolió hace siglos.

Primeramente, y ante una vida especialmente pía y dedicada a los demás dentro de la fe católica, surge una admiración en el entorno de la persona. Incluso en vida se puede hablar de él o ella como de “un santo”. Al morir la persona, este entorno, convencido de que ha vivido algo fuera de lo normal, de que ha presenciado actitudes y comportamientos muy superiores a los habituales en términos de caridad y ascetismo, de que ha sido testigo de una vida privilegiada, va al obispo y solicita abrir un expediente de canonización. Se recopilan datos de la vida y espiritualidad de la persona, se recaban testimonios de su virtud y se envía toda la documentación a Roma para que la revise la Congregación para las Causas de los Santos. Si a ese dicasterio le parece que hay motivos para abrir causa de canonización, se responde a la diócesis con un nihil obstat y a la persona en causa puede llamársele ya Siervo de Dios.

Seguidamente, las investigaciones continúan y es de prever que testimonios sobre la fe, la caridad, la esperanza, la prudencia, la fortaleza, la justicia y la templanza del encausado aumenten y se sumen al expediente de la causa. Si el Siervo de Dios dejó algo escrito o sus declaraciones fueron textualmente recogidas, una comisión de censores analiza que todo sea ortodoxo según la doctrina católica y que no haya posibilidad de escándalo. Si todo sigue su normal curso, un documento llamado Positio se envía a  una comisión de teólogos y a la Congregación que afirma o niega que el Siervo de Dios haya vivido las virtudes cristianas “de manera heroica”, esto es,  de forma especialmente fiel, en situaciones difíciles, irradiando el mensaje del Señor. Si esto es así, al Siervo de Dios se le llama Venerable.

Después, y tras procesos que pueden durar décadas (algunos han durado siglos), el Venerable puede pasar a ser reconocido como Beato y a ser incluso inscrito en el libro de los Santos. Pero hoy nos detendremos antes, porque aunque se usen con demasiada generosidad, lo de Beato y Santo sí que hay que ganarlo y acreditarlo a conciencia. Y toda una vida de virtudes, con fama de santidad, puede acabar en nada por una etapa final de adocenamiento, urdimbres con la prensa y apariciones televisivas de tu mujer en un canal televisivo mexicano.

Por ello quedémonos hoy antes, en el Venerable, el humilde fiel que vive de manera heroica las virtudes que a todos nos gustaría que nos adornasen. Y aunque evidentemente no quiero yo suplir a la Congregación para las Causas de los Santos, me refiero a un Venerable madridista, a alguien que vive con heroísmo los valores del Madrid: sana ambición de triunfo y mejora, humildad ante los compañeros, humildad hacia el club, fidelidad a la palabra dada, gratitud por lo obtenido, generosidad en el esfuerzo, grandeza de ánimo… Y una sonrisa, ¿por qué no?

Queridos galernautas, ¿no os viene alguien a la mente con estas palabras? ¿Quién está dando una lección de verdadero señorío (no del señoritismo miedosito)? ¿Quién ha acreditado con palabras y silencios, con gestos y actitudes, con hechos, una privilegiada fe, una esperanza inquebrantable, una prudencia fuera de dudas, una fortaleza insultante, un sentido de justicia generoso, una templanza pétrea… y lo más importante, un gran amor por el Real Madrid?

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¿No aceptamos ya cuando vino con esa sonrisa y esa actitud que merecía la pena investigar más? ¿No quisimos llamarle ya Siervo, servidor del Real Madrid? ¿No nos sorprendíamos que a cada declaración, a cada oportunidad, fuera creciendo en nosotros un cierto deslumbramiento por Keylor, unas ganas más allá de lo razonable de que fuera un portero extraordinario porque era una persona que nos encantaba?

Yo creo que después de estos días podemos, sin temor a equivocarnos, proclamar urbi et orbi (a la ciudad de Madrid y al orbe madridista) que Keylor Navas es un Venerable Madridista, por vivir de forma heroica las virtudes de este club, y por ser, más allá del deber, o quizá porque entiende enteramente cuál es el deber de un jugador de Real Madrid, ejemplar para todo el que tenga ojos para ver y oídos para oír.

Buen domingo a todos y ¡Hala Madrid!