A veces a uno le dan la columna hecha, y no necesita, como decía aquel, más que ver a los que tiene enfrente para saber si está del lado correcto, como ocurre con un examen de EBAU, esa pesadilla del estudiante de Bachillerato que revive cada año. Acontece que soy extremeño, profesor de inglés y madridista, y aunque me asombran ya pocas cosas la virulencia de la bilis ajena todavía me espanta, claro que el objeto de tal bilis es Vinícius, lo que me extraña aún menos.
Para que se sitúen, este curso, en la EBAU de Extremadura ha caído un texto en inglés de The Guardian —diario británico de reconocido prestigio— en el que el articulista glosa con bastante moderación y objetividad el acoso racista al que nuestro jugador ha sido sometido en los últimos años, sin olvidar la vergonzosa pasividad de un Tebas que no para de hundir al futbol español. Se podría pensar que en un país normal los palos le lloverían a los que gritan “mono” a un chaval de 22 años, a los que muestran su racismo por las calles impunemente, a quienes cuelgan muñecos como en un vudú chabacano y siniestro, a quienes pasean su esvástica por los campos de fútbol, en definitiva. Nada de eso. Ha bastado que Vinícius se rebelara contra este fascismo impune, contra quienes pisotean su dignidad de persona, para que púlpitos radiofónicos, columnas de prensa con aroma a barra de bar (de zinc, claro) y tuiteros con exceso de tiempo libre se lancen a pasear sus prejuicios al grito de “todos contra el racismo, pero...”.
Me da que no es más que una tapadera, amigos y vecinos. Una vil excusa para cubrir la rabia y frustración que sienten ante un chaval de 22 que ha cometido el doble pecado de rebelarse contra los insultos y patadas y además no callarse. Ha cometido la infamia de reventar el juego contrario por las costuras y volver locos a los defensas con sus virguerías, el nefando crimen de coser pases y goles hasta en una final de Champions cuando sus enemigos le despreciaban hasta ayer mismo; el horroroso crimen de ser madridista y no agachar la testa, pues, ya se sabe, en las fantasías de muchos, los madridistas deberíamos pedir disculpas por nuestro amor a esta camiseta blanca y a este escudo redondito.
Así pues, Vinícius, ven a Extremadura, que te acogeremos con los brazos abiertos; y a quienes ponen peros al racismo, ya sabemos cómo contestarles: “Es usted un racista y punto”. Hala Madrid.
Getty Images.
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