Varane bang bang

Varane, bang y gol. Varane sopla con media sonrisa el cañón humeante de su revólver Smith & Wesson M29. El cartucho .44 Magnum disparado ha conseguido perforar la portería del Huesca. Para ello, ha tenido que elevarse más que las hordas enemigas y apretar el gatillo con la cabeza.

Varane ayer se vistió de Harry el Sucio para solucionar los problemas por la vía rápida. Camisa blanca, corbata roja y azul —como los tres colores de la bandera de su país— jersey granate y traje gris setentero. Pero no se apreciaba porque encima llevaba la camiseta blanca del Real Madrid, que todo lo cubre.

Nadie es ajeno a que el Real Madrid no está bien, del mismo modo que no estamos bien casi ninguno de nosotros en estos tiempos. Y también tenemos claro que hasta final de temporada, al menos, no se podrá hacer nada para cambiarlo. Ayer, cuando Odriozola se echó la mano a los isquiotibiales —que no sé exactamente qué es, pero al parecer es una parte del cuerpo que se le rompe a los futbolistas— a Zidane se le pasó por la cabeza convocar a Chendo para el próximo partido. Incluso ponerse él mismo la casaca blanca y ejercer de entrenador-jugador.

Lo que resta de temporada va a ser una guerra repleta de dificultades, algunas internas y otras externas. Tenemos dos opciones: ponernos a despotricar de Zidane, del club, de los jugadores y de todo lo que huela a Real Madrid, o apoyar hasta el final sin obviar la necesaria crítica. La manera de actuar de cada uno le definirá perfectamente. Por suerte, sabemos que el Madrid va a poner toda la carne en el asador. Han pasado los tiempo de los buenos chuletones y hemos de poner panceta, pero el Madrid no se va a rendir.

No siempre se nadó en la ambulancia, como decía Pazos en Airbag. Hasta que con Lorenzo Sanz se comenzó a firmar contratos millonarios con las televisiones y después, con el empujón bestial de Florentino, el Madrid no podía permitirse el fichaje del mejor jugador del momento, cosa que solía hacer el Barcelona (sin demasiado éxito en cuanto a títulos, por cierto). Los futbolistas más caros se iban a Italia, donde había más dinero, del mismo modo que ahora se van a la Premier. El Madrid se nutría de una gran cantera y de acertados fichajes que redondeaban el plantel. Y de ese modo se alzó a lo más alto del mundo futbolístico. Lo de ir al mercado y comprar por norma la mejor carne no fue costumbre hasta que Florentino reinventó el club. Pero algunos, bien porque no lo conocieron, bien porque no lo recuerdan, no son conscientes de la situación actual y creen que siempre hubo jamón de Jabugo en la cocina.

Tampoco es noticia que Varane no atraviesa su mejor momento de forma en el Madrid. Y desde hace muchos meses, además. Pero parece que al Madrid se le ha acabado la paciencia con quienes intentan ponerle palos en las ruedas (de dentro y de fuera) y antes de ayer Zidane lo escenificó en rueda de prensa, repartiendo mandobles a diestro y siniestro ante preguntas bobas y yermas.

Ayer Varane siguió el camino marcado por Zidane y se puso los galones, se olvidó de las críticas y completó la Revolución Francesa iniciada en la sala de prensa. Tras haber disparado con acierto una de las balas de su revólver, apuntó de nuevo a la portería oscense y bang, la bala .44 Magnum volvió a incrustarse en la meta del Huesca. Varane sopló otra vez el cañón humeante de su Smith & Wesson M29, hizo una una segunda huesca en su revólver y lo enfundó. Ayer Varane nos alegró el día.

Varane es madridista e inteligente (lo sé de buena tinta y no me lo contó ningún calamar). Varane bang bang y dos goles que piden respeto para que se deje luchar hasta el final a esta plantilla y a este técnico. Varane se lleva la mano al escudo y a la cabeza, los dos ingredientes necesarios para hacer realidad aquello de hasta el final, vamos Real.

Fotografías: Getty Images