Vamos a quitarnos las caretas, aunque solo sea como un ejercicio de autoayuda para tratar de sentirnos mejor: aquí todos sabíamos lo que estaba (¿está?) pasando. No creo que haya nadie que tenga dudas. Mark Twain decía que no hay cantidad de evidencia suficiente para convencer a un idiota, pero yo creo que en este caso ya no queda nadie que sea tan idiota como para no rendirse a la evidencia. Y, además, ninguno de los actores de esta película es idiota, ni siquiera los trompeteros que ahora intentan convencernos de que el Barcelona es una pobre entidad que ha sido estafada por un sinvergüenza. Tampoco es que sean intelectualmente brillantes, para qué vamos a engañarnos. En especial me resulta gracioso ese que sale en una radio y tiene nombre bíblico, hijo de Abraham, cuyas formas, comportamiento histriónico y argumentos pueriles denotan ciertos problemas cognitivos. Pero, insisto, incluso este está libre de ser idiota. Él, y todos los demás, son otra cosa. Interesados. Ganapanes que están dispuestos a tragarse cualquier sapo para seguir agarrados a una teta que les permite vivir muy bien. Porque el fútbol profesional, conviene tener esto en cuenta al analizar lo que está sucediendo, es un negocio que mueve ingentes cantidades de dinero y que produce una parte nada desdeñable del PIB español. Y algunos, que por sus evidentes limitaciones tendrían muy complicado ganarse la vida de otra forma, van a hacer cualquier cosa para conseguir que esta rueda que va soltando mierda siga girando. Aunque para ello tengan que recurrir a razonamientos que mueven a la risa, a la pena, o a la vergüenza ajena. La mayoría de las veces a las tres cosas juntas.
Otros, no obstante, lo reconocen, aunque sea de forma subrepticia, pero instan a cualquier interesado en que se castigue al culpable a que acudan al juzgado, en la seguridad de que será difícil encontrar las pruebas y de que, incluso aunque esto pase, las probabilidades de que haya consecuencias deportivas son escasas. Un articulista del As empleaba en Twitter esta argumentación el otro día, respondiendo a todo el que le increpaba que lo que debía hacer es acudir al juzgado. Yo, querido articulista, no lo voy a hacer. Por varios motivos entre los que destaca uno sobremanera: lo tienen todo atado y bien atado. Albert Soler, presidente del CSD, Secretario de Estado para el Deporte, director General de Deportes (y ejecutivo del Barcelona en el tiempo de los pagos a Negreira) cambió la Ley del Deporte, eliminando la necesidad de avalar con patrimonio personal para convertirse en presidente de un club de fútbol (lo que le ha venido muy bien al actual presidente del Barcelona) pero sin tocar la prescripción de los delitos deportivos de carácter grave, que se queda en tres años (lo que le viene muy bien al Barcelona). Todo son casualidades, faltaría más. Casualidades y política.
... en lugar de poner toda la luz que sea necesaria para que se opere, para que se ampute antes de que la gangrena acabe con todo. Pero no lo van a hacer. ¿Cómo podrían si la gangrena son precisamente ellos? Los que estaban entonces son los que mandan ahora. Y nos dicen que hay que creerlos. Porque sí. Y que, si en dos años no se le pitó ningún penalti en contra al Barcelona, será porque los colegiados consideraron que no los hubo
Porque esa pata tampoco hay que dejarla de lado. Esto tiene mucho de política. Ya hemos hablado antes de lo del ejército desarmado de Cataluña y el resto de boutades que unas cuantas cabezas con lecturas mal digeridas, que diría don Miguel de Unamuno, han convertido en verdades tan irrefutables como que Cervantes nació en los Países Catalanes o lo de los ciento y pico presidents de la Generalitat. El problema, el verdadero problema, es que estos individuos que en cualquier otro tiempo o lugar serían tomados por unos frikis de cuidado, ahora imponen su visión en el gobierno, es decir, en la fiscalía general del Estado, por obra y gracia de un partido al que he votado casi siempre, pero al que difícilmente volveré a votar. Por eso Albert Soler o Miguel Cardenal pueden estar trabajando para el Barcelona desde la calle Martín Fierro de Madrid, y por eso la fiscalía se mueve arrastrando los pies cuando se trata de esclarecer un escándalo que se puede llevar (o que ya se ha llevado) por delante la credibilidad del fútbol español.
Una credibilidad que se empezó a poner en entredicho por la actuación de unos árbitros que sabían lo que tenían que hacer y que ahora, cuando más deberían saberlo, se empeñan en sostenella y no enmendalla, erre que erre en un ejercicio circense en el que utilizan trucos de magia demasiado conocidos, de otras épocas, para oscurecer aún más el asunto en lugar de poner toda la luz que sea necesaria para que se opere, para que se ampute antes de que la gangrena acabe con todo. Pero no lo van a hacer. ¿Cómo podrían si la gangrena son precisamente ellos? Los que estaban entonces son los que mandan ahora. Y nos dicen que hay que creerlos. Porque sí. Y que, si en dos años no se le pitó ningún penalti en contra al Barcelona, será porque los colegiados consideraron que no los hubo. Ya hay que ser desahogado para decir eso después de lo que hemos visto. Pero no pasa nada. Están tratando de tapar todo, paladas de estiércol para tapar los excrementos y presunción de inocencia para los monipodios pillados in fraganti, no vaya a ser que se enfaden. Pero, ojo, el montón de mierda es tan grande que puede que no les llegue toda la basura que tienen para taparlo. Y, por si acaso, queda Europa, que ya decía Ortega y Gasset que era la solución, y puede que en este caso, aunque solo en este, sea verdad.
El problema, el verdadero problema, es que estos individuos ahora imponen su visión en el gobierno, es decir, en la fiscalía general del Estado, por obra y gracia de un partido al que he votado casi siempre, pero al que difícilmente volveré a votar. por eso la fiscalía se mueve arrastrando los pies cuando se trata de esclarecer un escándalo que se puede llevar (o que ya se ha llevado) por delante la credibilidad del fútbol español
Pero, en cualquier caso, el daño ya está hecho. Han conseguido echar a perder nuestro refugio de infancia, el espacio en el que nos podíamos esconder durante un rato para volver a ver la vida con la pasión y la candidez de un niño. Eso ya no va a volver a pasar con las competiciones españolas, porque ya sabemos de qué va esto. Decía Camus, a propósito de la Guerra Civil española, que con ella su generación aprendió que se puede tener razón y aun así ser derrotado. A la nuestra el Barcelona nos ha enseñado que se puede pudrir hasta el último lugar en el que podíamos ser inocentes sin que haya ninguna consecuencia. De todas formas, han sido consistentes, eso no se les puede reprochar: una parte importante de su masa social odia a España y con esto han hecho un daño irreparable a su imagen.
En fin, ya paro. No sé si a alguien le habrá servido para el propósito con el que empecé a escribirlo. A mí no. Para ser honesto, creo tanto en los libros de autoayuda como en la honestidad del CTA, empezando por su presidente, o en la inteligencia de los trompeteros.
Gran artículo
ENHORABUENA
Entonces si gana el PP las elecciones generales todo seguirá igual? Lo digo para saber a quién votar y a quién no.
Absolutamente cumbre, enhorabuena. Articulazo
Un artículo impresionante por la crudeza de la verdad. Enhorabuena.
Y el personalidades múltiples ( el falso socio, el travesti, el numeritos...) intentando disimular. Los "mismos" que ponen a parir a Vinicius, Ancelotti, Modric, Kroos, Benzema...
Lo habitual y previsible en días como el de hoy, tras un 0-1 se antojan especialmente .Enemigo con bandera falsa. Esa guerra la "tienen" perdida, la de la credibilidad.
Aquí no caben contradicciones tan flagrantes y estentóreas . Hay prioridades.
Como sufre el agonías este que ya se cargó el foro liándola parda. Y sigue el zumbao.
Pues , nada . Tengo una calle que lleva mi nombre y apellido en Valencia. Un saludo afectuoso a todos, incluido el trol. En castellano es con una l.