¡Vamos!

Nos acostábamos ayer (casi hoy) con el oro de Nadal y López en los dobles de Río. Veníamos ya emocionados desde hacía unas horas con el bronce de Lydia Valentín en halterofilia, otra medalla con nombre de mujer para España, nombres que, dicho sea de paso pero con vehemencia, no obtienen el eco que merecen sus esfuerzos y sus logros más allá de lo contante y sonante de una eventual medalla olímpica. Tenemos trabajo ahí, tal vez todos y cada uno de nosotros, pero sobre todo el periodismo deportivo, que tantas veces pierde la ocasión de ser justamente periodismo y hasta de ser deportivo.

De los cuatro medios aquí analizados, solo Marca llega a tiempo de poner en su portada la hazaña de Nadal y López, su hincar el diente a un formidable oro tras ganar a la rocosa pareja rumana en la noche brasileña. Sabemos desde hace tiempo no solo que Nadal es madridista, sino que de jugar el Madrid al tenis, jugaría como Rafa, con el "¡vamos!" como mantra, con el cuchillo entre los dientes, con la firme convicción de que el salto de calidad de la calidad lo da el arrojo, la fe y el "me vas a tener que matar para que pierda". Eso es sin duda parte de eso que llaman espíritu olímpico, algo en lo que, pese a no disputar jamás unas Olimpiadas, el Madrid se doctoró hace ya tiempo con las Copas de Europa como santo y seña.

Lo sabe de sobra Zidane, que vigila desde la otra semiportada de Marca, esa que anuncia un supuesto mensaje del club (¿a quién?) sobre la no necesidad de fichar ante "la tranquilidad de tener una gran plantilla". Estamos de acuerdo con esta última esa certeza, pero que nos disculpe Marca si no logramos entender eso de entrecomillar al club. ¿Quién es el club? ¿Por boca de quién ha declarado tal mensaje? Los nombres colectivos tienen ese problema, más o menos el mismo que se da cuando decimos cosas como "el pueblo ha decidido" o "la sociedad quiere". Disquisiciones lingüísticas aparte, nos basta con pensar que el entrenador está satisfecho con la plantilla que resulte tener cuando comience lo que ya mismo está por comenzar.

Lo que sí comienza ya es la Premier, y el diario As no pierde la ocasión de revivir un Madrid-Barça de corte y confección en tierras británicas. Mourinho no parecía caer demasiado bien (es eufemismo) en la redacción de As cuando entrenaba al Madrid, y sin embargo no pierden ni la más mínima ocasión de traerlo de vuelta cada tanto en aras de lo que al menos reconocen en su portada sin ambages: el morbo. Ya decíamos al comienzo que el periodismo deportivo perdía a veces (somos benévolos) el significado literal de la expresión, y es capaz de forzar las comparaciones, los discursos y lo que haga falta si el forzamiento llama la atención, toca ciertos resortes tipo Sálvame y con ello finalmente vende el mensaje.

Por eso, del As de hoy nos quedamos con Lydia Valentín (digámoslo de nuevo, porque mucho nos tememos que casi mañana no se escuchará ya su nombre, Lydia Valentín), flamante medalla de bronce en un deporte ya de por sí minoritario, que se convierte en infrecuente excepción si contamos el número de mujeres que lo practican en nuestro país. Como los ya mencionados de Rafa Nadal, los gritos de ánimo de Lydia al comienzo de cada arrancada nos representan. Su logro -el logro de Lydia, y el de Maialen y los de Mireia- nos recuerda cuánto vigor, cuánta grandeza, cuántas historias magníficas nos estamos perdiendo los que, amando el deporte, no paramos de recibir en forma de "noticias" cosas que no son más que ruido de fondo anexo (y muchas veces ajeno) al fútbol. Historias protagonizadas en muchos casos por mujeres opacadas por la escasa repercusión de sus respectivas disciplinas y -digámoslo también- por los discursos masculinizados, y a veces directamente machistas, que aún copan el ámbito deportivo.

Y para muestra, un botón. O dos botones, que para eso tanto monta, monta tanto Isabel Deportivo como Fernando Sport. Tras una lista que ríanse ustedes de la telefónica, ahora "el elegido" para la delantera culé es Paco Alcácer. Sí, también del Valencia, como el ya fichado André Gomes, tras unas negociaciones durísimas, costosísimas, penosísimas y tal. Si también llegara Alcácer al Camp Nou, proponemos que acaben besándose Valencia y Barcelona mientras hacen vudú a un muñeco con camiseta del Madrid y santas pascuas. Amics per sempre y no se hable más, que no somos nadie para censurar ningún amor, y menos de verano.

Si nos importa lo que nos importa la noticia de Alcácer, ya nos dirán ustedes lo que palidece -lo que nos hace bostezar- la vuelta de Messi a la selección argentina tras marcarse una espantá que ni Curro Romero. Frente al sobrevenido rubio de bote del crack de Rosario, frente a la impostura, nos quedamos con el luminoso rubio de Lydia Valentín, con su bronceada medalla, con el dorado de Nadal y López, con la verdad que se sigue escribiendo con letras bien grandes. ¡Vamos!