Papu Gómez (¿qué clase de nombre es ese?) quiso ayer entrar en la historia por su reverso oscuro. Hay gente que se sabe incapaz de rozar la posteridad como no sea utilizando la vía de Judas, Mark Chapman o Lee Harvey Oswald. Goicoechea, al fin y al cabo, tiene su pedazo de gloria dudosísima por contacto tangencial con Maradona: un segundo de barbarie y un apunte eterno en los márgenes siniestros de la Historia.
A la hora en que escribo esto, no sabemos si Valverde tiene algo serio a consecuencia de la pulsión criminal del Papu. (El Papu, qué pedazo de nombre de delincuente arrabalero). Eran los últimos segundos de un partido ya decidido por la excelencia blanca, y el sujeto, que en las fotos de plantilla del Sevilla debería ponerse de perfil, quiso su instante de gloria wharholiana a punta de salvajismo. No le rompió el tobillo al Halcón porque Dios solo premia a los cafres cuando tienen algo de talento. A cambio, estamos a la espera de saber si el brutal bocadillo de clavos que le arreó en el muslo ha propiciado alguna ruptura en el cuádriceps. Hay quien quiere ver ecos de la vieja rivalidad argentino/uruguaya en esta agresión injustificada y vil, y suenan trompetas de venganza en las redes sociales.
En los ochenta y tantos minutos de juego que precedieron a ese segundo de furia torpe, Valverde volvió a ser el mejor. Se zafó de rivales con maniobras como la que el orgullo del Papu (¡El Papu, qué nombre de película de Eloy De la Iglesia! ) consideró inaceptable, defendió, se internó por la derecha, se vino de ese lado hacia el centro con el furor de una locomotora en trance, combinó, se ofreció, hizo que se le ofrecieran, y sobre todo chutó como un condenado en el tercer gol. Ningún jugador del Madrid, ninguno, nos había deparado antes los highlights que nos está dando el Halcón. Parecen fogonazos noventeros de la Premier, por asir una referencia terrenal reconocible, solo que en esta recopilación todos los zambombazos llevan la misma firma, ya los produzca su diestra o su zurda. Steve Gerrard, dicen muchos, Paul Tenorio el primero, Bengoechea después, todo el mundo ahora. Más quisiera Steve Gerrard, señores. Ya es máximo goleador del equipo junto a Vini el que llaman centrocampista, y nada debe temer Ancelotti por su licencia de entrenador. Prometió que la entregaría a los perros callejeros si Fede no marcaba diez goles este año. Suba la apuesta: diga diez goles antes de que llegue el Mundial, si es que la canallada sin nombre de un futbolista anecdótico no le obliga a guardar reposo y armas con el ánimo de un Águila enjaulada (es la próxima metáfora ornitológica).
Toni Kroos tuiteó que Valverde es Top3 mundial en este momento. Se quedó corto. No hay absolutamente nadie que le haga sombra. Nadie más completo, nadie con más impacto en juego y resultados. El Madrid puede tener al mejor jugador del mundo para el próximo lustro y estamos aquí, como si nada.
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