Cambio de paradigma
Hace poco Andrea Agnelli, presidente de la Juventus y de la Asociación Europea de Clubes (la que está detrás de la Superliga) dijo algo que a simple vista parece cada vez más evidente: que a la chavalería no le interesa el fútbol. Agnelli, que viene de la estirpe del gran dinero piamontés y que es el arquetipo del nuevo jefazo futbolero, inconfundible porte de Don Draper, estudios en Oxford, marketing y dirección de empresas en prestigiosas escuelas de negocio internacionales, sabrá algo de todo esto, porque tiene la cara de la gente que sabe de estas cosas, la cara de los arquitectos del mañana: «El fútbol está en una encrucijada, hay que cambiar y ofrecer a la afición la mejor competición posible o corremos el riesgo de perderla. Lo más probable es que haya demasiados partidos que no son competitivos, tanto a nivel nacional como internacional, y esto no capta el interés de la gente. No podemos dar por sentada a la afición. Casi dos tercios de los jóvenes siguen el fútbol por un temor a perderse o simplemente porque les gusta los grandes eventos. El 40% de los seguidores de 16 a 24 años, la famosa Gen Z, no tiene ningún interés en el fútbol».
Andrea Agnelli, presidente de la Juventus y de la Asociación Europea de Clubes: «El fútbol está en una encrucijada, hay que cambiar y ofrecer a la afición la mejor competición posible o corremos el riesgo de perderla»
De las palabras de Agnelli, que es el principal socio de Florentino en el proyecto de la Superliga, a lo que parece, se pueden extraer muchas cosas. De primeras, la manifestación empírica de que el fútbol ha dejado de ser «un juego». Peor aún, ya ni siquiera es un «sport», un deporte, para esa «Generación Z», o sea, para los hombres y mujeres del mañana. Que la cadena de transmisión de la afición al fútbol se rompa implica muchas cosas, pero sobre todo que algo, indefectiblemente, está muriendo; que quizá el mundo en el que nos criamos, todo lo que conocimos, esté en descomposición y sea ya el mundo de ayer. El cambio de paradigma presupone que ese sentido ancestral del fútbol como forma no sangrienta de hacer la guerra, sentido antropológico que lo convertía en algo más que un deporte (vínculo comunal compartido con todos los deportes de equipo, en realidad) y que por lo tanto, estaba detrás de su éxito universal como fenómeno de masas, ya no existe. Por lo tanto, ahora el fútbol es «entertaintment». Deja de competir en la liga de las adhesiones inquebrantables, en los códigos de grupo, en las implicaciones tribales que transformaban los partidos en batallas campales contra los otros, para ubicarse en la anodina, pero inevitable, categoría de «espectáculos».
Esta transformación dice muchas cosas del mundo en que vivimos. Progresivamente el fútbol ha ido perdiendo violencia verbal, incluso física. Ya no hay presidentes que se agreden en público, ni tribunas enteras deseándole la muerte a nadie, ni ultras en los campos; ya no se dan esas patadas que se daban antes, casi no hay tanganas en los partidos, ni cruces de declaraciones llenos de voltaje en las previas. Toda esa atmósfera ha ido diluyéndose en un «fair play» global, esa es la verdad. La sátira, la burla, las portadas incendiarias, los malos modales, las emboscadas a domicilio, todo eso ha ido pasando a mejor vida, igual que ya no se fuma en los bares, no se anuncia ginebra en los estadios y todos los órdenes de la vida se han ido acolchando. Que si bien, per sé, indica algo bueno, algo positivo, un refinamiento civilizatorio generalizado, por otro lado también revela una esterilización: menos testosterona en términos generales, integración de la mujer en el «show», no ya como mera aficionada o seguidora, sino como protagonista de la industria, niños acompañando la salida de los equipos y una lenta pero imparable «americanización» de fenómenos absolutamente europeos, como es el caso del fútbol.
El cambio de paradigma presupone que ese sentido ancestral del fútbol como forma no sangrienta de hacer la guerra, sentido antropológico que lo convertía en algo más que un deporte y que por lo tanto, estaba detrás de su éxito universal como fenómeno de masas, ya no existe. Por lo tanto, ahora el fútbol es «entertaintment»
Agnelli dice más cosas interesantes. «Tenemos que poner a la afición en el centro. El sistema actual no está hecho para la afición moderna. Las investigaciones muestran que muchas suposiciones tradicionales sobre los fans deben cambiar y que al menos un tercio de ellos sigue al menos a dos equipos; el 10 por ciento sigue a jugadores, no a clubes». Lo más interesante de todo es el uso de la palabra «fan». Es el mejor signo de los tiempos. Desterrada la maravillosa (y maravillosamente uruguaya) palabra «hincha», ya ni siquiera se usa lo de aficionado o supporter: fan, término por antonomasia de la cultura pop, que evoca seguimiento incondicional de alguien, de un individuo, por encima de la lealtad a toda esa constelación de símbolos, imaginería colectiva, experiencias comunitarias, legado, pasado y presente, que implica la fidelidad «a unos colores». Agnelli vinculaba algo de ese cambio al no poder ir a los estadios a «vivir la experiencia» como toda la vida de Dios. Y aunque es verdad que en el nacimiento de la pasión futbolera hay mucho de vivencia compartida con el abuelo, el padre o los hermanos, tanto de ir in situ a los estadios como de compartir la liturgia de los días de partido ante un televisor, me parece que esto entronca más con la atomización individualista de la sociedad, exacerbada, bien es cierto, con el aislamiento pandémico. A cada uno de nosotros, deshilachado de la gran urdimbre que conformamos con los que nos rodean, físicamente y en la comunidad social o nacional, e internacional (una de las mejores cosas del fútbol es que siempre derribó fronteras y democratizó por la vía de los hechos muchos de los usos y costumbres), tampoco nos va a ir quedando ya el fútbol como goce (casi siempre, padecimiento) compartido con los demás.
Como el fútbol ya no es un juego, sino un entretenimiento, Agnelli aboga por ofrecer más y mejor «espectáculo» a los nuevos clientes, porque eso es lo que significa fan: consumidor, no devoto, que es lo que era el hincha. Pero esto, ¿es problema del fútbol, en realidad? Leer las palabras de Agnelli desazonan. Por el lenguaje de consultor que utiliza y por saber que busca afrontar un problema con la mejor intención, es decir, con la idea de salvar al fútbol, de llevarlo a otro lugar distinto del que está ahora. No se puede negar que el fútbol en tiempos del COVID es una cosa fría, desangelada, casi un simulacro, como he leído por ahí. Sin público, con gradas de mentirijilla, parece algo distópico. Pero si el fútbol europeo tiene que convertirse en una NBA, en algo «global» en el que pasen muchas cosas, todo el tiempo, con objeto de ganarle «cuota de pantalla» a youtubers cuyo éxito radica en comentar partidas de juegos de la play, a tiktokeros bailando o a gente cantando en Twitch, quizá sea mejor darle una vuelta a la propia naturaleza del juego. ¿Merece la pena agrandar artificialmente un espectáculo hasta desnaturalizarlo y convertirlo en otra cosa irreconocible, para luchar por la efímera atención de la primera generación de individuos incapacitados para concentrarse, trascender su propio yo y adherirse a causas en abstracto?
Leer las palabras de Agnelli desazonan. Por el lenguaje de consultor que utiliza y por saber que busca afrontar un problema con la mejor intención, es decir, con la idea de salvar al fútbol, de llevarlo a otro lugar distinto del que está ahora
Esto me recuerda a lo que empezó a pasar a principios del siglo XX con los toros. La emergencia del fútbol de masas sustituyó a la tauromaquia como gran afición de los españoles. No es inverosímil pensar que eso le esté ya pasando al fútbol, pues al fin y al cabo es ley de vida: cada civilización ha tenido su propio espectáculo que incendiaba las pasiones de príncipes y mendigos por igual, espectáculos igualadores, que hacían compartir goce e incluso ubicación física en los recintos a los ricos y a los pobres. Pero los toros, por ejemplo, yendo contra el espíritu del tiempo, siguieron perdurando no sólo como ritual social, sino como industria, de un modo más pequeño y concentrado en sí mismo. Quizá la salvación del fútbol no sea «superpartidos» semanales entre clubes deslocalizados, física y emocionalmente, ni suscripciones en plataformas para los últimos quince minutos de los partidos que puedan arrebatar esa ínfima atención de los nuevos «consumidores», distrayéndolos de los e-sports, YouTube, etc. Quizá consista en un fenómeno «globalmente reducido», si es posible tal paradoja, en un mundo que necesariamente se va a replegar con la ruina que trae consigo la pandemia. ¿En qué le beneficia al Madrid tener más fans a los que hay que, continuamente, dar algo a cambio de su amor? El amor, por su propia naturaleza, es desinteresado y leal. Y aunque un negocio no se mueve por amor, sino por dinero, se nos debería dejar vivir, al menos, en el treatrillo actual, en el que los aficionados, aún no fans, todavía pensamos que sin nuestra participación, todo el tinglado se caería al suelo. Como dijo una vez Clemente, otro futbolero del mundo de ayer, el que quiera espectáculo que se vaya al circo, porque esto es fútbol.
Fotografías: Imago.
Si desaparece el fútbol es que ya ha desaparecido el planeta Tierra.
Agnelli ha dado el primer toque de atención. Curiosamente, esas declaraciones, apenas han tenido trascendencia para los más ilustres miembros de "The tinglao". Juntaletras y rebuznadores oficiales, han omitido estas declaraciones porque no les interesa, porque quieren seguir creyendo que ellos (prensa, radio y tv), son el centro del "universo fútbol". Resultaba patético escuchar (gracias, Richard Dees) a los rebuznadores, criticar a un youtuber, streamer o influencer, al que acuden todas las figuras del deporte patrio, mientras ignoran a los medios de los rebuznadores, por una conversación mantenida con Sergio Ramos (curioso que sólo hayan criticado estos eventos cuando el capitán blanco era el protagonista). Es no querer darse cuenta de que ellos empiezan a resultar intrascendentes, que casi nadie acude a ellos para saber "algo" o "informarse de", y eso pasa con el espectáculo fútbol. Los tiempos han cambiado, el COVID está acelerando estos cambios y el que no lo quiera ver, pues eso, a escuchar El Travesaño o El Partidillo.
Está claro que los medios periodísticos actuales se inventan el 80% de las 'noticias'. El periodismo actual, creo no equivocarme, es sentarte delante del ordenador y escribir algo a partir de refritos de lo que ya otros han escrito antes. Y opinar, como lo estoy haciendo yo en estos momentos.
Usando negativamente la marca Real Madrid, me atrevo a decir.
El problema es de competitividad. Hay demasiados equipos y el dinero está muy mal repartido. No es atractivo ser del Elche o el Osasuna para ver ganar a tu equipo tres o cuatro veces en el año. La idea de la súper liga va por ahí. No es normal que un equipo tenga 11.000 millones de presupuesto y otro 150. Es absurdo. A partir de ahí o se iguala la competición estilo NBA con drafts o límites salariales o los ricos juegan con los ricos. Luego en segundo lugar está el juego en sí. Se juega mal. Se juega muy mal. La mayoría de los equipos no buscan el espectáculo. Hay un exceso de tacticismo y tacañería que va en contra de la diversión y al final el fútbol no deja de ser un juego, entrenamiento. Yo ahora no puedo convencer a mi mujer de que vea los partidos. Cuando estaba Ronaldo no se perdía uno. Ahora con lo que tenemos la verdad es que no apetece. Y eso es culpa de los que gestionan este negocio. Lo de los estadios y el show business está muy bien, pero si el grupo que está en el escenario es muy malo no te va a ver ni el tato.
Tu mujer no quería ver el partido, quería ver a Cristiano Ronaldo. Yo también he tenido conversaciones 'futbolísticas' con amigas que decían lo bueno que estaba Beckham y Guardiola y lo feo que era Hierro. Este comentario es machista pero es real.
Ya me imaginaba que ibas a ir por ahí... ja, ja. No, en serio, le gusta el fútbol pero no es madridista de cuna. Ya sabes. Me refería a que con Cristiano había más espectáculo y jugábamos los partidos grandes de champions. Esa falta de competitividad ni la pagamos los veteranos sino los más jóvenes o lis aficionafos con menos vínculo que también son muy importantes.
Perdón por las faltas que estoy con el móvil: no la pagamos los veteranos sino los aficionados más jóvenes y los que tienen menos vinculo
Yo creo que el seguimiento al fútbol no está tanto relacionado con el espectáculo como con el sentimiento, me explico: me gusta el fútbol porque es pasión, sufrimiento, alegría, incertidumbre, historia, recuerdos (buenos y malos) y no porque sea más o menos espectáculo. De hecho ya no me trago los amistosos (salvo en muy contadas ocasiones, para ver un nuevo fichaje del Madrid etc). Es más, si tengo que elegir casi prefiero la final de Milán que la de Cardiff (aunque sufrí mucho más).
Tú comentario no tiene nada de machista.
Me parece un análisis un tanto pretencioso. Se habla de cambios de paradigmas sociales, individualismo, que las generaciones actuales son incapaces de aguantar más de 10 minutos seguidos sentados si no hay flashes y espuma...
En mi opinión, la realidad es que el fútbol ya no se puede ver gratis en la tele. Yo me aficioné al fútbol cuando tenía 8 años y mi padre se sentaba a ver los sábados por la noche el partido que echaban en la cadena autonómica. Ahora, o tu padre paga un pastizal por ver el fútbol, o no mamas la afición de niño.
Las superliga podrá ser todo lo espectacular que quieras, pero si es muy caro verla por la tele y los padres no pagan para verlo, los hijos no se van a enganchar al fúbol
Exacto, pienso igual. No solo se ha encarecido ver fútbol televisado, sino también acudir al campo. No todo el mundo se lo puede permitir y así, poco a poco, la afición va menguando.
Buenas tardes, por ahí van los tiros, ir a ver con mi hijo, al Bernbeu, un partido de liga, en el cuarto
anfiteatro, me cuesta yo que soy de fuera de Madrid, no menos de 80 euros, sin consumiciones de ningún tipo, en un fondo, con asientos pequeños e incomodos, teniendo que salir de casa dos horas antes del partido por el problema del aparcamiento etc... ir al cine un miércoles día del espectador, con entradas compradas por Internet 8,80 euros, las dos entradas, somos más madridistas que el palo de la bandera, pero fácil no lo ponen.
Salud
Tan sencillo como lo que has dicho, amigo. De acuerdo a 200%. Lo que no se ve, no existe.
Interesante artículo. Parece un topicazo decir que el mundo está cambiando, porque siempre lo ha estado haciendo, pero lo que se nos está viniendo encima, a pasos agigantados, se antoja bastante preocupante. En el Foro Económico Mundial de Davos nos acaban de decir que "En 2030 no tendrás nada y serás feliz" (?????) ¿Se avecina un divertidísimo comunismo global..? También anuncian el fin de los viajes económicos en avión para todos los públicos (adiós al celebrado turismo español en beneficio del dudoso "calentamiento global", hoy llamado "cambio climático") y el probable fin del dinero en metálico. Además dicen que comeremos menos carne. Y esto suena a chiste; pero cuando te enteras de que Bill Gates se acaba de convertir en el mayor propietario de tierras agrícolas de Estados Unidos, y que Jeff Bezos está también comprándolas como si no hubiera un mañana, uno se empieza a preocupar.
Nos quieren encerrados en casa viendo SU televisión y consumiendo SUS productos. Y puede que el Fútbol, tal y como lo conocemos, ya no les interese, a no ser que lo conviertan en alguna cosa medio virtual e interactiva.
¿Podría ser la remodelación del Bernabéu la última gran obra en un estadio de fútbol...? Es más, ¿Podrá ser aprovechado el Bernabéu para cualquier evento "de masas"..?
Esperemos que sí, pero pinta mal la cosa.
A parte de temas de competitividad y secuestro de la liga por parte de Mordor, yo veo mucho mas importante el hecho que el fútbol no sea en abierto, como lo ha sido toda la vida. Los niños crecen en un entorno sin fútbol, ya que en la mayoría de hogares no tienen canal de pago. El resultado es que, si no ven fútbol, no se interesan por el fútbol. Fácil.
Así que toda esas políticas sacadineros al extremo, son las que matarán el fútbol. Los mismos que viven del fútbol, son los que lo matarán.
No sé si el fútbol desaparecerá del todo. No lo creo y mucho menos espero vivir para ver semejante cosa.
Lo que si me voy dando cuenta es que, en lo que al Madrid se refiere, si que va desapareciendo lentamente. Llevo tres temporadas viendo cada vez menos fútbol en los partidos del Madrid. Cada vez menos, cada vez menos... Lo peor es que tampoco sé gana demasiado. Por ahí se pierde el interés entre los jóvenes. Que se sienten contigo a ver el partido y que se queden hasta el final, es un esfuerzo titánico para ellos y los entiendo.
Hablo por mis hijos, uno de ellos con carnet madridista y jugador federado.
Es un artículo brillante e interesante. Desde un punto de vista sociológico e , incluso, psicológico.
¡ Enhorabuena !. Tiene razón el galernista cuando pone de relieve, como causa principal de ese significativo declive, la exacerbación del individualismo y egocentrismo que la pandemia ha acabado de completar. Si la mayoría de las generaciones jóvenes se desentiende del fútbol, aunque se enganche a otras adicciones, está claro que conllevará consecuencias nefastas para el negocio . No me importaría demasiado la decadencia, la decadencia siempre tiene algo de fascinante y bello, del fútbol. Eso sí, antes de la "muerte" futbolera , a ver si le metemos una manita o más al "més que un club", por "si aca"...
Qué bien escribe este hombre y qué mal razona. Un artículo muy bien redactado pero al que superan la mayoría de comentarios porque han pensado mejor la situación planteada. Artículo pretencioso, como ya han señalado, que hace sociología del montón y no aclara ni llega a conclusiones.
Este párrafo: “¿Merece la pena agrandar artificialmente un espectáculo hasta desnaturalizarlo y convertirlo en otra cosa irreconocible, para luchar por la efímera atención de la primera generación de individuos incapacitados para concentrarse, trascender su propio yo y adherirse a causas en abstracto?”
Muy interesante cosas que se comentan aquí, y que en el artículo no se mencionan. Yo porque encontré por un compañero un desco satélite cutre pero que me da el fútbol, pero ahora mismo el Movistar no sé a cuanto está pero muy caro. Los dos últimos años le regalamos unos meses a mi suegro, pero eran 80€ al mes, y para gente con una pensión de 1000€, tampoco es normal gastarse el 8-10% de tus ingresos en ver fútbol. Antes había un partido bueno a la semana, recuerdo ese del sábado en las autonómicas que siempre solía ver con mi padre, y el del plus el domingo, y con eso te llegaba de sobra, más los martes la UEFA, los miércoles Copa de Europa y los jueves recopa si había alguno por ahí. Después A3 o RTVE echaba a veces la Champions, pero ahora o pagas y bien o no tienes fútbol nacional. Puedes pagar 100€ al DAZN y verte toda la Premier, pero es que de momento, a mi no me pone perder hora y media del finde en ver un derby de Manchester, porque emocionalmente me da igual. En cuanto a los estadios más de lo mismo. El fútbol se puso carísimo, cuando antes era una afición del pueblo, y en esta última remodelación del Bernabeu en vez de ampliarlo, gracias también a la vieja perra de Carmena, reducen el aforo de 80 a 73000 espectadores, cuando antes cabían 107 o incluso más. Los niños y los jóvenes no pueden gastarse 30-40€ para ir al 4º anfiteatro, para eso prefieren comprarse un juego de la play o de la switch que les dura más y les da mucha mayor diversión. Y eso hace que tampoco puedan ir con 3-4 amigos y engancharse al fútbol como una tradición del fin de semana. Quedamos el sábado, vemos el partido, nos tomamos unas birras, cenamos en un burger e intentamos ir a algún pub a por unas chavalas. Si más de la mitad del plan se te van en los 40€ de la entrada pues prescindes de ese plan. Quedas en casa de uno con la play, te echas un fifa y haces botellón. ¿Qué el problema es que no hay afición porque el Madrid tiene que jugar contra el Elche y no contra la Juve o el Bayern el sábado pasado? Dudo mucho que sea eso, y además, que me hago muy largo, ¿qué es más fácil para los niños, conectarse con sus amigos de clase y echarse un fortnite juntos, o encontrar un campo abierto en fin de semana(recordemos que casi todos los colegios cierran sus pistas el finde) en el que poder jugar un partido de fútbol? Eso sí, hay infinitos equipos en el que los padres tenemos que pagar una buena pasta para que juegen al fútbol, con entrenadores que se creen Guardiola y jugando solo a ganar, sin hacer cambios, en segunda alevín grupo 13 de Madrid como nos pasa a nosotros. Ay, pobre fútbol, la ACB se la han cargado, y la Liga de Tebas poco le queda.