Un niño escocés le escribió una carta a su padre muerto, ató el papel al hilo de un globo lleno de aire y la mandó al cielo, casi como un náufrago que envía un mensaje en una botella pero lo lanza a la atmósfera en lugar de lanzarlo al mar.
Hay otra diferencia: el mensaje dentro de la botella que el naúfrago pone en las olas tiene por destinatario a cualquier ser humano susceptible de saber de él y venir en su rescate. La carta de este niño, en cambio, y a pesar de que el cielo es todavía más grande que el mar, y por tanto la posibilidad de que sea encontrado es todavía más remota, tiene por destinatario a un ser humano concreto y que (encima) ya no existe. Lo del náufrago y la botella es pues un ejercicio de muy razonable optimismo en comparación con lo que nos ocupa.
No sabemos mucho del niño, salvo que echa de menos a su padre, que la enfermedad actual de su madre le mantiene en algún hogar de acogida y que echa de menos el colegio. También sabemos que alguien, seguramente, acaba de contarle que Santa Claus son los padres, razón por la cual este niño, esté su padre vivo o muerto, opta por hacerle llegar la lista de regalos apetecidos para la Navidad.
La carta habrá sido hallada prendida al globo, imaginamos ya desinflado, en cualquier paraje más o menos montañoso de los Highlands. Y nos gustaría imaginar, en consonancia con las fechas navideñas, que ha sido encontrado por un pastor, aunque parece que ha sido un vecino. Tan imposible resulta localizar al niño como hacer lo propio con el padre, lo cual encierra en sí mismo un mensaje de democratización entre los vivos y los muertos que, a la manera dickensiana, resulta muy navideño también.
Resulta que, en la lista de regalos navideños del niño, junto a unas botas y un cubo de Rubik,
aparece la equipación del Real Madrid. Esta historia sería igualmente devastadora si el niño pidiera la equipación del Liverpool o del Peñarol de Montevideo. En otra de sus líneas, el niño le pide a su padre muerto que una noche, cuando no tenga nada mejor que hacer, le escriba una carta y se la deje bajo la almohada, así que imaginad si en este momento me la sopla si el niño es del Real Madrid o de la Politécnica de Timisoara.
Pero resulta que al niño le gusta el Real Madrid. Resulta que quiere la equipación del Real Madrid, no la de ningún otro club. Yo edito una publicación online que trata sobre el Madrid, yo escribo sobre el Madrid y me siento impelido a hacer algo respecto a esto. Pero ¿qué puedo hacer yo, sino lanzar otra carta al ciberespacio, que es como el mar y como el cielo, en la ingenua esperanza de que lo lea? En la ingenua esperanza de que lo leas.
Hey, buddy, it's awesome to hear you're also mad about Real Madrid. I am too, and so are my friends who write here, in this web page you may (who knows) bump into one day while browsing the net. If so, you may be reading this at this precise moment.
Just in case you do so (stranger things happen), I just wanted to let you know I can't (unfortunately) do anything at all to find your dad and bring him back to you. In your letter, you also ask him "I know you're in Heaven, but are you safe?" I'm afraid, my dear friend, I have no answer to that either,
although I'm almost one hundred per cent sure he's certainly not in pain right now.
There's nothing I can do, either, to lend a hand with your mum's health, although I wholeheartedly hope she gets better soon and you can be back with her very shortly.
I'd happily buy that Real Madrid t-shirt for you. If I only knew where to find you and send it to you later... Again, I can't even serve as some kind of comfort by doing something as simple as that. I feel terribly useless.
But look. Look at the Xmas gift our lads have just given to us. It may be true that beating some Japanese team (however much respect they deserve) is nothing to write home about, but it's the way there that counts. You don't win the Clubs World Cup if you don't win the Champions League first, do you? And these guys are making us proud, my boy. Look at them, on bloody top of the world. Excuse my language, but sometimes I get carried away by the excitement, as I'm sure you do sometimes too.
Any other choice would have been good because it would have been your choice. But hey, my son: what a terrific, happy, glorious choice we've made by picking these guys as OUR guys.
As for the rest of things, hang on in there like we all do. You're not alone. I send you hugs and I promise a visit to el Bernabéu if we finally happen to meet each other face to face.
Until then, merry Xmas, and Hala Madrid.
HEy,hay que encontrar a éste nene como sea,POR Favor!! Y enhorabuena y Felizidanes"para mi querido MADRID Y NADA MAS!!!
Eres enorme Jesús...
Grande!!!
Precioso artículo