Como es natural (estreno, primer gol y primer título), Mbappé ha acaparado gran parte de los titulares de prensa y de la atención de las redes en la victoria supercopera de los de Ancelotti. No obstante, la exhibición ha sido bastante coral, se ha mostrado en todo su esplendor ante los ojos de toda Europa y, pese a la modestia del título cosechado, ha servido de carta de presentación de un proyecto que hace soñar.
En realidad, sólo hacía falta presentarlo a medias, pues el Madrid ha ganado 6 de las últimas 10 Champions y 2 de las últimas 3, pero la guinda de Kylian bien amerita una puesta de largo. Tuvo lugar ayer, y el planeta contiene el aliento. Con la salvedad del astro francés, sólo hay un puñado de personas que conoce el proyecto mejor que el resto del planeta: los propios jugadores, cuyos automatismos están tan rodados que, en combinación con su calidad innata y el obstinado dinamismo que les exige Ancelotti, producen en el rival una sensación de zafarrancho. "Puede que no perdamos ningún partido nunca más", decía un familiar en WhatsApp. Es algo parecido a la perspectiva de vivir para siempre, pero hasta la muerte tiene un valor puramente estadístico. Así que por qué no.
Es posible que sólo Mbappé justificara la introducción de un elemento extraño en la perfecta composición de virguería y solidaridad que encarna este Madrid. Por eso tiene ecos del Madrid legendario de los cincuenta, y por eso gana tanto como aquel, incluso más que aquel. Es como si tomáramos aquellos galácticos de principios de siglo, les quitáramos diez años y les pusiéramos a trabajar a destajo, con la diferencia de que entonces había zidanes y pavones y ahora sólo hay meritorios de lujo comandados por un Zidane distefanizado. A pesar de la llegada de Mbappé y de la jubilación extemporánea de Kroos, yo era escéptico respecto a la necesidad de atrasar la posición de Bellingham, pero ayer perdí todas las dudas de un plumazo. Jude, que es el Zidane distefanizado del que hablamos, va a alcanzar su plenitud como volante. Será un centrocampista diferente, más vertical, quizá menos sabio pero más dúctil, a quien habrá que enviar un comando de marines para quitarle el balón, y que se multilocará en cuestión de segundos, de un área a otra, de un quite a un regate, de un remate a un temple. Potencialmente, es el futbolista más completo que habrán visto todos los nacidos más allá de 1960.
La continuidad de Modric, ejemplar, y la eclosión de Arda Güler garantizan junto a Bellingham que la tarea de armar el juego está en buenas manos, aunque todavía costará un tiempo aclimatarse a la ausencia de Kroos. La abundancia de variantes arriba aconseja la introducción de rotaciones en esa línea, sobre todo cuando nos encaminamos a una temporada que durará prácticamente un año y acerca de cuyos peligros ya alertó Carvajal en la rueda de prensa previa a la final de Varsovia. En su línea, la defensa, y en el propio centro del campo hay una abundancia menor de efectivos y rotar costará más. Carletto tendrá que inventar, a menos que caiga algún fichaje más para alguna de esas líneas.
bellingham va a alcanzar su plenitud como volante. Potencialmente, es el futbolista más completo que habrán visto todos los nacidos más allá de 1960
El Madrid se ha alzado ya con el primero de los 7 títulos que, por primera vez, se le ofrecen a lo largo de una campaña. Probablemente no logre los 7, ni falta que hace el obstinarse en conseguirlo. Importan sobre todo la Champions y, como siempre en mucha menor medida, la liga. Para esta última debería bastar con una actuación general razonable, a menos que el CTA, verdadero enemigo en la competición local, actúe con mayor desvergüenza aún de la habitual, convertido en auténtica palanca arbitral. La Champions es siempre muy difícil, si bien no es presuntuoso concluir que ahora mismo nadie, ni siquiera el City con su arsenal financiado por hidrocarburos inagotables, puede hacer sombra a esta constelación de estrellas.
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