Habitualmente se conoce al Real Madrid como el equipo blanco y al Barça como el azulgrana. El Atlético, en cambio, es rojiblanco. Se suelen identificar a los equipos en función de los colores que visten. Sin embargo, existe una metodología utilizada para medir el comportamiento natural de las personas relacionándolo con cuatro colores, que encajaría perfectamente para describir a los equipos que componen la tan particular Liga de Tebas. Con este método, los colores con los que hasta ahora identificábamos a los equipos cambiarían por completo.
Se trata de la metodología DISC. Un sistema de evaluación que tiene diversas aplicaciones en las empresas ya sea a la hora de la selección de personal, la configuración y gestión de equipos de trabajo o la planificación para la consecución de resultados. En nuestro caso nos servirá además para entender comportamientos y situaciones que se dan, tanto en los terrenos de juego como fuera, por parte de los clubes españoles. Fue creada por William Moulton Martston en 1931 y su objetivo principal era identificar los patrones de comportamiento más representativos. En este sentido, DISC es un acrónimo que diferencia cuatro estilos de personalidad:
Empezaríamos hablando del estilo D, el “decidido”. Se representa por el color rojo y está orientando fundamentalmente a objetivos. No le importa asumir desafíos ni tener que superar obstáculos si eso le permite alcanzar su meta. Que en este caso sería ganar. Da un poco igual el tipo de juego, importa el resultado. No rehúye asumir el liderazgo del grupo. Suele destacar y se siente cómodo en esa posición. No suele llevar bien la convivencia con otro gallo en un mismo gallinero. Esta circunstancia le genera ciertos roces con otros colores que pueden sentirse amenazados por el exceso de ímpetu de estos perfiles. Obviamente, para este color rojo estaríamos hablando del Real Madrid.
Otro estilo de comportamiento sería el I. El que apuesta por la “influencia”. Su consecución del éxito la condiciona casi al cien por cien a la capacidad de persuadir a través del optimismo y el entusiasmo. Son relaciones públicas natos. Saben cómo crear vínculos con los suyos para alcanzar un consenso que les haga pelear juntos por una meta común. Por eso son buenos comunicadores. Si jugasen al fútbol les daría igual lo que pasase con el resultado, acabarían cantando bajo la lluvia y dirán siempre que han merecido ganar porque son “buena gente”, el “equipo del pueblo”. Esta forma de ser les genera conflictos con los “rojos”, pues ambos son perfiles muy activos, pero con vías de consecución del éxito muy diversas. Efectivamente, hablamos del Atlético de Madrid y del Cholo Simeone como paradigma de ese perfil que se representa con el color amarillo. Cuando el partido se complica, la reacción no es buscar sesudas soluciones tácticas. Basta con agitar los brazos, apelar al sentimiento de sus jugadores y azuzar a la grada para que empujen todo lo que puedan.
Lo atléticos son así, nos dicen que no podemos hacerlo, pero yo sí les entiendo. Nacieron amarillos y hay que respetarlos. Y quererlos así. Como todos los aspectos de la vida, los perfiles personales se pueden entrenar y corregir, pero es imposible ir totalmente en contra de la propia naturaleza. Por eso no cambiarán nunca. Da igual que sepan que el penalti de Julián era ilegal. Ellos seguirán diciendo que sus normas, su relato y su fe en el Atlético de Madrid convierten a las reglas establecidas en algo relativo, porque están convencidos de que simplemente, por ser como son, merecen un reconocimiento.
También hay otro grupo, el caracterizado por la tera S de “serenidad”. Su color en este caso es el verde. Del mismo modo que lo sería el contemplar un frondoso bosque, es sinónimo de calma y estabilidad. Son adaptables a todos los entornos y ritmos de trabajo. Por eso favorecen la creación de buen ambiente. Desde el punto de vista de un equipo de trabajo son los más rentables. Si consigues tenerles suficientemente motivados son trabajadores incansables y serán siempre leales a su líder. Evitan el conflicto. Por eso a Tebas y compañía les va perfecto que la mayoría de los equipos de La Liga se enmarquen en este perfil. Es más, a aquel que saca un poco los pies del tiesto Javier y sus secuaces se encargan de que tenga que abandonar el barco. Los verdes prefieren respetar y obedecer a su amado líder antes que sumarse a una revolución, por muy justificada que esté. Son incapaces de rechazar unas migajas ofrecidas en forma de irrisorios contratos televisivos porque no se permiten el hecho de renunciar a la estabilidad que estas les proporcionarían. Incluso les molesta que un líder alternativo levante la voz con tono firme para quejarse justamente de algo. Da igual que ellos lleven sugiriéndolo mucho tiempo, eso sí, con la boca pequeña. Véase el caso de los días de descanso entre partidos o el desastre generalizado de los arbitrajes ligueros.
Por último, está la C, que completaría la palabra DISC. La C de “Correcto” y “Cumplidor”. Los azules. Son metódicos, detallistas, encajan bien con los perfiles poco activos como son los verdes, pero ellos son menos flexibles. Valoran el orden y son muy estrictos con los procedimientos. Históricamente, por el relato que ha ido acompañando al Barcelona durante estos años, sería el equipo que representaría este perfil. Su lema de “solo sirve ganar si se juega bien”, que tenía a Guardiola como máximo exponente, ejemplifica perfectamente las prioridades que tendría alguien con este tipo de personalidad. El problema es que, una vez destapadas tantas irregularidades por parte de los azulgranas, se ha demostrado que el Barça es un “rojo” de libro. Solo les importa un objetivo: ganar. Con la diferencia principal con respecto al esforzado Real Madrid de que ellos han optado por hacer trampas como vía de consecución del éxito.
Por eso, si hay que identificar a algún equipo español dentro de este estilo de comportamiento, creo que sería el Athletic Club de Bilbao. Son fieles a su filosofía de cantera de sólo vascos, con algunos matices, aun así, muy meritoria. Además, en lo que se refiere a plegarse ante ciertas tropelías de Tebas, el Athletic no se arredra y alza la voz cuando lo considera necesario. En definitiva, puede presumir de unas virtudes que en ningún caso el Barcelona posee actualmente.
Ojalá este ejercicio de análisis haya servido, lo primero, para aprender. Pues considero que La Galerna es un foro muy apropiado para compartir conocimiento y aprovechar la enorme capacidad que tiene el Real Madrid para servir como recurso formativo. Y lo segundo, tratar de rebajar la tensión existente con el vecino agraviado por los últimos resultados deportivos y sus correspondientes quejas. Lo dije antes, son así, nacieron así y es difícil que cambien. Probablemente, si pensaran las cosas las harían de otro modo, pero son viscerales e impulsivos. Son amarillos.
La Liga, como una empresa que es, o incluso un país, requiere de perfiles diferentes. Todos son necesarios. Si bien precisan tratos diferentes porque sus aportaciones al grupo también lo son. Y ahí radica el error. Tebas quiere una liga igualada y competida siempre. Que cada año pueda ganar cualquiera, como la NBA. Pero no se da cuenta que no puede cortarle las alas a un líder natural que además está haciendo bien las cosas en cuanto a planificación desde hace años. La contención no es una virtud propia de un perfil rojo. Y al Madrid se le acabó la paciencia. El tiempo pone a cada uno en su sitio y el tiempo acabará demostrando quién manda. En la capital y en España. En Europa lleva años estando claro.
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Agradezco a Santiago Antón de Zinkgular su formación y conocimiento sobre esta materia, que me sirvió de inspiración para este artículo.
Demasiado generoso con los colores ha sido el autor de ésta columna, para mí robalona y patético son de color marrón oscuro.
Buen artículo como siempre. Tebas qué color sería?
Tebas es rojo... pero rojo sucio