Hace unos días, haciendo limpieza de papeles, encontré un folio donde mi sobrina había apuntado los puntos de una de las partidas de chinchón que habíamos jugado en familia las pasadas navidades. Ella, además de trastear al lado de su tío para curiosear sus cartas, era la encargada de escribir los participantes de la partida y de sumar y restar los puntos de cada uno.
Ahí, en ese folio blanco, entre cifras, columnas y los nombres de las personas que más quiero, descubrí una frase que mi sobrina (Dios la bendiga) había escrito sin que nadie reparase en ello:
“Que gane el mejor que va a ser mi tío”.
Puede que nuestra complicidad (con siete años es capaz de ver un capítulo entero de Colombo a mi lado) haya contribuido a escribir esta sentencia, o puede que sea simplemente la constatación de que los números positivos del folio (amén de la victoria) siempre apuntaban en mi dirección.
Sea por un motivo o por otro, me gustó tanto ese inesperado regalo que le puse un pequeño marco y lo colgué en el pasillo, al lado de una herradura que me acompaña desde hace años. Y ahí siguen, espero que dando suerte por partida doble.
El viernes empecé a escribir este artículo. Sabía que se iba a publicar hoy domingo, día del Señor, día clave para las opciones del Real Madrid de conseguir ganar la Liga esta temporada. Había pensado, sobre todo después del varapalo de la Champions, escribir una arenga para levantar los ánimos e insuflar un poco de ilusión a los cuatro locos que todavía pensamos que esta temporada va a ser maravillosa, que vamos a ganarlo todo.
Mi arenga iba a ser de las clásicas, ya sabéis: el Madrid siempre vuelve, el escudo, la historia, los buenos, los malos y una buena ración de épica para aliñar la soflama. El problema es que fui incapaz de hacerlo, no valgo para ello.
Entonces decidí agarrarme a eso tan socorrido del carro:
—¡Tiembla City! ¡Tiembla Barça! ¡Subid, subid a mi carro! ¡Estáis a tiempo, pecadores! —os gritaría desde arriba, jaleando a las masas, con la bandera del Madrid ondeando al viento.
El problema es que no tenía ningún carro para invitaros a subir.
Ni arenga ni carro. ¡Qué desastre! Como veía que cada vez andaba más corto de ánimo y medios de transporte, decidí buscar un púlpito bien alto, subirme a él, y empezar a gritar todas las razones por las que creo que esta va a ser una gran temporada.
El problema (otro más) es que por más que buscaba y buscaba no encontraba ninguna.
Ya veis. Estaba en una situación límite, desmoralizado. Sin arenga, ni carro, ni razones para confiar.
Lo había intentado todo. Había empezado varios artículos sin ningún resultado y, desesperado, fui a prepararme un café a la cocina. Al pasar por el pasillo vi la herradura y el cuadro de mi sobrina.
Y entonces me di cuenta de que no necesitaba nada más.
Para animaros solo la tengo a ella, la inocencia de los que sabemos que el Madrid hace décadas que goleó a las razones, y esa frase que es el resumen de nuestras vidas:
“Que gane el mejor que va a ser el Real Madrid”.
Sabes una cosa? Tu nota me ha emocionado mucho. Quizá porque yo también ande necesitando una arenga así. Gracias.
Pues, sí ... una bonita , curiosa y atinada reflexión.
Emhorabuena Fred!! Da gusto leerte y si lo haces como yo, al día siguiente y sabiendo la resolución feliz del desenlace, pues tiene más mérito escribir ésto sin arenga, ni carro, pero con un amor puro e inocente cerca del corazón.
Un saludo y....¡¡HALA MADRID!!
Sabía que su sobrina no nos fallaría una vez más. ¡Florentino, fíchela! Aunque sea como utillera para el Tacon.