Un equipo contenido

De la forma acostumbrada, casi ritual en los últimos meses, el Madrid ejecutó sin piedad a un Atlético batallador y desafinado. El equipo de Ancelotti se ha convertido en una máquina de matar, en un comando que se embosca para liquidar al enemigo con un par de maniobras sutiles o avasalladoras. No necesita más.

De forma silenciosa, el italiano ha transformado al Madrid en un equipo contenido. Ya no se desperdiga en oleadas ofensivas furibundas, casi frenéticas, tan peligrosas para la portería contraria como para la propia. Ahora, empieza los partidos con mimo, pisando suave, sin prisas. Sabe que tarde o temprano el oponente cometerá un desliz por el que se filtrarán de forma implacable la contundencia célere de Vinícius o la delicadeza asesina de Benzema.

El Madrid sabe que tarde o temprano el oponente cometerá un desliz por el que se filtrarán de forma implacable la contundencia célere de Vinícius o la delicadeza asesina de Benzema

Y es que parece que el Real Madrid configura su estructura con parejas que maniobran sin discrepancias, con la coordinación de quienes llevan bailando juntos toda una existencia. Es el caso de Modric y Kroos, que empiezan su octava temporada de idilio balompédico, tejedores de un fútbol fino, pero también contundente, que rasga las defensas contrarias como si fueran de papel.

Al contrario, aunque como si no, la pareja defensiva es de nuevo cuño. Alaba y Militao conviven en armonía desde hace sólo unos meses, si bien dejan entrever un futuro feraz. La retaguardia madridista, cuestionada desde que este humilde escribidor tiene uso de razón, es hoy la piedra angular sobre la que se erige un Madrid poderoso e inalcanzable para el resto de los equipos españoles.

También porque cuentan con el apoyo de un portero soberbio, sublime estos días. Courtois ha tardado un tiempo en asentarse, en reunir las fuerzas de la autoconfianza, ese estado de ánimo que consigue elevar las cualidades a su máximo rendimiento. Hoy, ataja todo lo que un portero puede detener, y sólo los goles imparables traspasan el marco que protege.

Y ya que Courtois está tan sólo, por imperativo legal, podríamos emparejarlo con Casemiro, ese jugador comodín, que tanto fortalece el esquema defensivo por el centro, como se despliega para formar un triángulo equilátero con Kroos y Modric. Por cierto, que la clarividencia del croata aumenta con el paso del tiempo —como es natural en las personas lúcidas— sin que su forma física decaiga —lo que ya es más extraño. Esta coincidencia fuera de lo común revela una dedicación superlativa, una conducta ejemplar ante su profesión.

Sólo el eventual cansancio proyecta una sombra en el futuro, pero a quién carajo le importa eso cuando la liga ya está casi en el bote, y cuando el deporte y el fútbol no están hechos para conjeturar sobre sesudos cálculos, sino para festejar los buenos momentos

En definitiva, el Madrid se agranda con el paso de las jornadas. Sólo el eventual cansancio sobrevenido al esfuerzo de meses de competición proyecta una sombra en el futuro; debida, sobre todo, a lo que en alguna ocasión sufrimos en el pasado. Pero, con sinceridad, a quién carajo le importa eso cuando la liga ya está casi en el bote, y cuando el deporte y el fútbol no están hechos para conjeturar sobre sesudos cálculos, sino para festejar los buenos momentos.

Fotografías Imago.