Uno de mis primeros recuerdos como madridista es el temible Bayern de Munich como un equipo desagradable y todopoderoso. Un monstruo hosco que se reflejaba en ese guardameta bravucón llamado Oliver Kahn. Ese equipo estaba entrenado por Ottmar Hitzfeld, un señor imperturbable que siempre llevaba gabardina y parecía estar tramando maldades tácticas para desarmar cualquier escuadra rival. En aquellos primeros años como aficionado al fútbol siempre escuchaba eso de que al Madrid le costaba ganar en Alemania, que si el Bayern de Munich era nuestra gran bestia negra y que el fútbol es un deporte que inventaron los ingleses, juegan 11 contra 11 y siempre gana Alemania. Aquel Bayern estaba capitaneado por un Lothar Matthäus en retirada y parecía que ese equipo decimonónico se comía a los niños. Esa era la imagen que proyectaba. Nada edificante, la verdad. Tampoco ayudaba que aquel equipo estuviese poblado por sujetos desagradables como Stefan Effenberg o Salihamidžić.
Sin embargo, aquella temporada 1999/2000 me curtió en el fútbol y me sirvió para comprender la dimensión legendaria del Real Madrid. Aunque hubiera pergeñado algún manual informativo de qué es el Madrid, nada ni nadie me podría haber explicado mejor la esencia del madridismo que esa campaña tan vacilona como una noria. La machada de aquella generación que dio carpetazo por dos veces al Bayern me animó a perderle el miedo al mito. El tiempo le sentó bien a estos duelos y la toma de Munich por el Madrid aquella noche del 29 de abril de 2014 con ese 0-4 para el recuerdo nos llevó a la euforia en la que vivimos instalados desde entonces.
El tiempo le sentó bien a los Bayern-Real Madrid y la toma de Munich por los blancos aquella noche del 29 de abril de 2014 con ese 0-4 para el recuerdo nos llevó a la euforia en la que vivimos instalados desde entonces
Para el partido de anoche Ancelotti no se volvió loco con el once. Nacho partía de central y Tchouaméni de cinco en el centro del campo. El Madrid salió muy serio e incomodaba al Bayern con fútbol vertical y rapidez. El equipo bávaro se mostraba frágil en defensa pero peligroso en el ataque. El partido se movía en un ten con ten levemente inclinado a favor del Madrid. Y en esas estábamos cuando en el minuto 24 llegó el gol. La jugada es para esculpirla, pues el miedo de Tuchel se hizo realidad: el gol no se vio venir. En un momento de aparente zozobra, de movimiento mecánico y por automatismos, el señor Toni Kroos se sacó el pase del año. Únicamente un genio como el germano puede leer la jugada con esa inteligencia y realizar el pase en el momento propicio. El germano decide con tranquilidad cuándo y dónde ha de poner a Vinícius el balón y este define a placer ante Manuel Neuer. Si el pase es magistral, la definición del brasileño no se queda atrás. La carrera que pega desde la medular para plantarse por velocidad ante la portería es prodigiosa, y aún más saber definir con precisión de cirujano frente a un portero de la talla mundial de Neuer.
La segunda parte empezó con un Madrid dominador que tuvo una ocasión clarísima en las botas de Toni Kroos con un disparo marca de la casa que supo sacar Neuer. Entonces, el Bayern nos recordaría que tiene pólvora arriba y Leroy Sané hizo una genialidad sacándose un tiro fuerte al palo de Lunin. Cuatro minutos después, Lucas Vázquez derribó a Musiala dentro del área cometiendo un penalti claro. Harry Kane lo lanzó de maravilla. Los alemanes daban vuelta al marcador sin comerlo ni beberlo.
Pero el Real Madrid no iba a quedarse de brazos cruzados y siguió dominando el partido. Ancelotti introdujo a Camavinga por Nacho y retrasó a Tchouaméni. Como un picapedrero, el equipo continuaba en sus ofensivas. Modric entró por Kroos y Brahim por Bellingham. Y en una de esas contras, Kim Min-jae cometió la torpeza de hacerle un penalti de manual a Rodrygo dentro del área. Vinícius lo transformó con clase. Doblete del brasileño. Otra noche europea en la que el siete blanco resulta decisivo. Tras el empate en el minuto 83, los equipos parecían firmar tablas y fiarlo todo a la vuelta en el Santiago Bernabéu. Joselu entró por Rodrygo e insufló de oxígeno a sus compañeros. El gallego fue una molestia para los centrales. El 8 de mayo asistiremos a la resolución de esta semifinal y sabremos si estaremos en Wembley el sábado día 1 de junio.
El 8 de mayo asistiremos a la resolución de esta semifinal y sabremos si estaremos en Wembley el sábado día 1 de junio
El Real Madrid llegaba al partido de anoche tras la victoria frente a la Real Sociedad en Liga. Aprovechando nuestra inmejorable posición en la competición doméstica, Ancelotti optó por dar refresco a sus jugadores más habituales y sacó un once plagado de novedades: Kepa volvió a la portería, Militao pudo volver a ser titular, Ceballos, para la medular y al fin Arda Güler. El turco fue el autor del primer y único gol de la noche que fabricó Tchouaméni con un cambio de juego perfecto y centró tal y como venía Carvajal. Con frialdad, Güler definió desde el segundo palo.
A falta de 4 puntos, la Liga está hecha. Este sábado recibimos en casa a un Cádiz C. F. agonizante que lucha aún por no descender matemáticamente. Seguramente, el partido lo disputará la unidad b y podamos seguir disfrutando de jugadores como Militao o Güler. Y mientras tanto, todos seguiremos esperando con ansias la vuelta en casa con el Bayern, ese gran clásico europeo.
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Mucho cuidado con el Bayern, hay que salir súper concentrados desde el principio. Ellos son un buen equipo además de la jerarquía europea que tienen.
Cuidado con la ortografía. Hosco se escribe con h.
Gracias por avisarnos, Ramiro.