Está construyendo su Florentineza un equipo tan joven y tan pimpante que uno celebra la llegada de Joselu y sus treinta y tantos, como celebra que se queden los treinta y pico de Kross y los treinta y ocho de Modric, que suena como un western de Tarantino. A mí no me preocupa la juventud del equipo: lo que hace es dolerme. Poblar la plantilla de tanto talento que apenas ha superado la pubertad es una manera muy fea de señalar, qué quieren que les diga. De llamarnos viejos, o sea. Es un lugar común y una cursilada que el fútbol es el territorio de la infancia, pero también es verdad, y a ver cómo demonios vuelve uno a la niñez viendo defender el escudo a un puñado de chavales que podrían ser sus hijos, cuando no sus nietos, y que deberían estar no ya en el instituto, sino haciendo pellas en los billares, como Dios y las buenas costumbres mandan. Vamos, que es repasar la insultante juventud de la plantilla y le caen a uno los años encima a cholón, sin medida ni conocimiento, y ya no puede evitar ese runrún de preocupación paternal sobre si Bellingham se portará bien y será obediente; si Valverde no estará pasando por una pequeña crisis matrimonial, y por qué no hablas tú con él, Mirenchu, que a ti siempre te ha escuchado; si Tchouaméni será feliz jugando con la regularidad de un intermitente; si deberíamos hacer algo para conocer a los amigos de Vinícius, no vayan a ser una mala influencia en esa edad tan difícil por la que está pasando; si no se nos torcerá Arda Güler, que tanto promete, cuando empiecen a lloverle los millones en la cuenta corriente; o si no tendríamos que mandar a Camavinga a estudiar a Stanford, con lo listo y formal que nos ha salido. Pues eso: un sinvivir de padres de adolescentes que no deja espacio para disfrutar del fútbol, que es a lo que habíamos venido.
O sea que tenemos la dinojunta por un lado y el kinderequipo por el otro, un Madrid de contrastes. Confieso que no sigo mucho al Castilla, lo que constituye uno de los muchos pecados de mi madridismo cojitranco, pero habida cuenta de la edad media de los fichajes del primer equipo, me malicio que si has cumplido los quince años y todavía estás en el filial, ya puedes hacerte a la idea de que se te ha pasado el arroz y que tu mediocre futuro pasa por el Coliseo Alfonso Pérez, que es lo más parecido al purgatorio que ha inventado el ser humano. Yo creo que lo que tendríamos que hacer con el Castilla es repoblarlo de jugadores que pasen con holgura de los treinta años, con el alma manchada de barro, que puedan aspirar a convertirse en un Joselu y dotar de un poco de veteranía y colmillo al primer equipo cuando les toque descansar a los veteranos de guardia. Podríamos incluso reciclar al mismísimo Raúl, que apuesto que todavía corre más que esos jovencitos a quienes mandaría a su casa en pretemporada por no esforzarse en el trote cochinero de los entrenamientos caniculares. Un Castilla reloaded, un Castilla 2.0 adaptado a los tiempos de insultante juventud que corren hoy en día, en los que hay que fichar a las estrellas cuando aún usan chupete como único expediente susceptible de ganarle la mano a los jeques medievales. Un Castilla hecho de veteranos en edad de jubilación, ansiosos por debutar en el primer equipo, mientras meten la pierna y el codo en esos campos dejados de la mano de Dios de la Segunda B, o como demonios se llame ahora, y despliegan un inacabable abanico de triquiñuelas de perro viejo en cada partido. Es decir, haciendo méritos para que en algún momento su dominio de la gramática parda les aúpe al Bernabéu a fin de compensar la bisoñez insolente y brillante del primer equipo.
O sea que tenemos la dinojunta por un lado y el kinderequipo por el otro, un Madrid de contrastes. habida cuenta de la edad media de los fichajes del primer equipo, me malicio que si has cumplido los quince años y todavía estás en el filial, ya puedes hacerte a la idea de que se te ha pasado el arroz y que tu mediocre futuro pasa por el Coliseo Alfonso Pérez
Así que, como primera providencia, humildemente sugiero a su Florentineza que echemos a todos esos niñatos que conforman hoy en día el Castilla, que se han mostrado incapaces de subir a Segunda aun a pesar de tener ya pelos en las piernas, circunstancia que les inhabilita por sí sola para acceder al primer equipo por la vía tradicional del meritoriaje. Es un sinsentido y constituye un despilfarro de los recursos del club mantener un Castilla de futbolistas demasiado noveles para competir con éxito en Segunda B pero demasiado viejos para debutar en el Bernabéu; si bien se mira, tal proceder bien podría fundamentar una demanda de responsabilidad social contra su Florentineza por faltar al deber de diligencia del ordenado comerciante. Una vez completada la ingrata pero necesaria tarea higiénica de mandar a nuestros niños castillenses al Getafe y al Mirandés, que es su destino natural y donde iban a acabar de todas maneras, busquemos un Juni Calafat especializado en equipos acostumbrados a arrastrase por Primera y Segunda, de esos equipos susceptibles de ser entrenados alguna vez por Paco Jémez, para entendernos, y démosle carta blanca para fichar e a los jugadores más viejos, más perros, más revirados y, a ser posible, más feos. Montemos un Castilla reumático y renqueante, barbudo y tatuado, con más piojos que acné, poco amigo de la ducha pero ducho en el sucio arte de la guerra. Eso, y no otra cosa, es lo que el Real Madrid necesita porque eso, y no otra cosa, es el futuro. El primer equipo lo agradecerá, como lo agradeceremos los aficionados pudiendo identificarnos de nuevo con nuestros jugadores sin que nos asalten preocupaciones paternales por su incierto porvenir.
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Si
Tiene sus explicaciones , lógica, dinámica y demás palabrejas. Pero , a nivel sensaciones , lo que me da es que la fábrica es un vivero para mercadear- comisionar, contribuir a cubrir cupos , y perder patéticamente las oportunidades de ascenso a 2a. Para mí existe el eterno dilema de si, pensando solo en las ventajas deportivas, sería conveniente potenciar la cantera. Otra cuestión es valorar la repercusión económica que tendría en el club y/o en las agencias que hacen negocio.