El 12 de diciembre del año 2004 una amenaza de bomba obligó a desalojar el Bernabéu. Apenas ocho minutos bastaron para evacuar en perfecto orden a los casi 80.000 espectadores. Recuerdo aquel día como si fuera hoy. Segundos antes de que árbitro y jugadores saliesen a la carrera hacia el túnel de vestuarios —jugaba el Real Madrid contra la Real Sociedad—, un murmullo en la grada descubrió lo que pasaba. Quien más quien menos llevaba un transistor encima —yo entre ellos—, y fue así como todo el público supo a través de la radio que había que vaciar el estadio.
Recuerdo igualmente nuestra preocupación en el atasco de después. En efecto, la posibilidad de un atentado hizo que todo el mundo tratara de alejarse lo máximo posible. En circunstancias normales mucha gente suele quedarse por los alrededores de Castellana para tomar algo, o simplemente vuelve dando un paseo. Pero aquella noche la prioridad era huir, lo que hizo que el cuarto de hora habitual en salir del aparcamiento del Moda Shopping subiese a una hora de enorme tensión. Fue momento para que muchos expresaran miedo, rabia y opiniones múltiples; algo, por lo demás, en lo que el Madrid no es muy diferente al resto: hay de todo en credos, procedencias e ideologías.
Hoy nuestro estadio está lleno. No de público, es verdad, aunque sí algo muy valioso en este tiempo de pandemia: material sanitario. Así, el Bernabéu almacena estos días guantes, mascarillas y demás utensilios imprescindibles para salvar vidas. Vidas de atléticos, madridistas y culés; de españoles y extranjeros, de votantes de Vox y de Podemos. De personas. Una de las señas identitarias de la grandeza madridista es justo esa: su universalidad. Se equivocan los que esperen del Real Madrid que sea altavoz de un golpe de estado para fragmentar la unidad de España, o que una voz institucional clame contra los números robos arbitrales—no en vano, el director de relaciones institucionales es Emilio Butragueño, que es a la estridencia lo que Belén Esteban a la literatura—.
No. El Real Madrid está por encima de consideraciones políticas o de otra índole que no sea ganar con señorío y estar a lo que hay que estar. Como en esta ocasión. Fue de los primeros en realizar una importante donación económica a la Comunidad de Madrid, auspiciada por las plantillas de fútbol y baloncesto. Ahora ha puesto a disposición de la autoridad gubernativa sus instalaciones y lo que haga falta. Y tengo la total convicción de que lo hará de nuevo si así se requiere. Tengo muchísimas ganas de volver al estadio para ver jugar a mi equipo. Y cuando lo haga, a la satisfacción de saber que todo ha vuelto a la normalidad y que por eso el Bernabéu vuelve a llenarse se añadirá la de que en su interior se guardó lo necesario para que muchos puedan seguir vivos. Ojalá sea pronto.
EL R.MADRID SIEMPRE ESTÁ AHÍ PARA LO QUE HAGA FALTA, SIEMPRE.
HALA MADRID!!!!!
Comprendo y aplaudo los ánimos y bríos que se insuflan a través de mensajes semejantes. Aunque mis sentimientos anímicos anden un tanto maltrechos y no estén demasiado ilusionados con esto del furgol. Si el tema , tristemente estrella, se me hace pesado... también me pasa lo mismo con la doble vara de medir de la prensa hidráulica. Cansado psicológicamente.
Que tiene que ver no posicionarse políticamente (solo un club lo hace) con no defenderse de los ataques arbitrales ( solo un club no lo hace)
Creo que en eso de no denunciar los atracos el Real Madrid está tirando piedras contra su propio tejado. Si deberían denunciarse, como hacen los demás equipos, incluyendo el que no los sufre nunca.
Por todo lo demás, chapeau por el Real Madrid. Y no nos hagamos ilusiones de que se tenga en cuenta su comportamiento ejemplar. La opinión pública tiene grabado ya a fuego el discurso.
Salvo en lo de golpe de estado que no me parece una definición correcta, celebro que en este artículo admitas la pluralidad ideológica y el alejamiento de que se defiendan posturas políticas desde el club. Es mucho mejor hablar de una labor social a la que los medios dan poca publicidad.