Este artículo que reflotamos hoy fue publicado el día después de la muerte de José Antonio Reyes. Hoy hace tres años.
No conocí a José Antonio Reyes, y sin embargo me ha dado más felicidad que muchas personas a las que he tratado durante tal vez años en relaciones de encuentro diario. Toda esa felicidad me la dio Reyes en el mismo cuarto de hora. Más a su favor, si cabe. Los otros me vieron todos los días en un lugar de trabajo o en la portería de un edificio o en un quiosco de periódicos, y ni siquiera juntando todos esos momentos lograron empatar en felicidad procurada a Jesús Bengoechea con alguien que era un completo extraño en mi vida, alguien que nunca supo de mí aunque yo sí supiera de él. Es raro, es quizá injusto. Pero es así.
Ya sé que no fue solo ese cuarto de hora. Su fugaz paso por el Madrid (una temporada) tuvo otros momentos importantes. Alberto Cosín los glosa en este otro artículo en La Galerna. Sin embargo, para mí siempre será el hombre que revolucionó aquel último y cardíaco partido en casa ante el Mallorca que, si no llega a ser por las dos dianas del utrerano tras salir desde el banquillo, habría dado al traste con la Liga de las remontadas de Capello.
Mis circunstancias personales en torno a ese partido, el 16 de junio de 2007, ya fueron contadas también. Me había casado la víspera, no sin antes haber convencido a mi abnegada mujer de que pospusiéramos un día el viaje de novios en la eventualidad de que el Madrid podría jugarse la Liga en la última jornada ante el Mallorca, como así fue. De manera que aquella tarde me encaminé al Bernabéu con los nervios a flor de piel y mi flamante nueva esposa esperándome en la suite nupcial de un hotel capitalino. De hecho, le tocaría esperarme un rato más al término del encuentro porque el Madrid, por supuesto, se coronó campeón al término del choque, y Cibeles estaba de paso entre el Bernabéu y el hotel.
Al día siguiente, ya sí, pude irme de luna de miel con la placidez de alma que produce dejar al Madrid en Madrid y como debe quedarse, es decir, campeonando. Mi mujer comentó su alivio ante el triunfo blanco: quién sabe lo insoportable que habría sido yo durante el viaje de novios de haber tenido que enfrentarme a él con el recuerdo reciente de una Liga perdida por el Madrid en la última jornada y ante el maldito Mallorca. Honestamente, nunca pude quitarle la razón.
Con la excepción de mi mujer en sí (que no me consiguió él, sino que me busqué yo solito), toda esa felicidad de esos días inolvidables se la debo a Reyes. No solo a Reyes, claro, sino a todos sus compañeros en aquel triunfo del clavo ardiendo y del estoicismo capellista. Pero Reyes fue, como decimos, un protagonista destacadísimo de aquel agónico encuentro. Revolucionó el partido, empató a pase de Higuaín, dejó a Diarra (Diarra, otro héroe improbable) el honor del gol desequilibrante y se permitió sentenciar la Liga con un disparo desde fuera del área. No he vivido jamás un éxtasis así en el Bernabéu. Fue sencillamente inenarrable.
Para sorpresa de todos, y a pesar de haber sido el héroe en aquel logro inmarcesible, Mijatovic decidió no ejercer la opción de compra sobre Reyes. La gran paradoja es que Mijatovic acertó, o eso cabe colegir del desarrollo posterior de la carrera del delantero andaluz. Su destino en el Madrid se circunscribía a llevarnos a la gloria en esa temporada inolvidable y, más específicamente, en ese partido inolvidable. Luego siguió en otros equipos, por supuesto, e hizo en ellos grandes cosas, pero la gloria del Madrid le reservaba ese protagonismo esporádico. Hay cosas que son demasiado bellas como para ser complementadas por otras. Hay joyas que deben refulgir por sí mismas, de tal modo que su brillo desluce en compañía de otras gemas. La joya que Reyes fue en aquella noche del 16 de junio de 2007 no podía formar parte de ninguna corona. Su rara hermosura debe contemplarse como lo que es, una pieza única, decididamente prendida entre dos dedos.
Después, con el tiempo, en algunos artículos aquí y allá, yo criticaría a Reyes. Al hombre que me subió a ese avión rumbo a Costa Rica, casi en volandas, acompañado por mi nueva mujer, con la mayor dicha latiéndome en el pecho y la perspectiva de unos días únicos. A ese hombre critiqué. Y aquí estoy ahora, tratando de dilucidar qué hacer con mi propia mezquindad pretérita.
Hay personas, sí, que nunca supieron de nosotros pero nosotros sí supimos de ellos. Supimos de ellos porque pusieron a vibrar en el aire la nota certera de un violín en un concierto de verano, o pronunciaron una frase en el tono exacto que el guión reclamaba en la película, o lanzaron a la red el balón cuando tanto creíamos jugarnos. Son belleza fugaz en nuestra vida. Ellos nunca sabrán qué felices nos hicieron. José Antonio Reyes nunca sabrá (ahora ya es seguro) cuán intensamente feliz me hizo.
Decidme qué hago yo ahora con esto.
Reyes siempre me pareció un jugador diferente y creo que el Madrid fue injusto con él. Nadie sabe que hubiera pasado de continuar en el equipo. Comentarios a parte siento pena por él, por su familia y por sus compañeros de viaje. A veces las máquinas vencen a las personas y, sobre todo, que mala suerte que el coche se incendiara. D.E.P.
Me sabe hasta mal halagar al capo de "la Galerna". Pero, lo cierto es que este artículo está a la altura de lo que merece el doblemente bueno de José A. Reyes- Sentido homenaje como persona y como futbolista. Recuerdo bien aquel partido de marras contra un extramotivado Mallorca. Bien glosado está.
Y a Don Jesús le diría que esa especie de comezón o remordimiento por haberle criticado como jugador, le perseguirá toda su vida y habrá de convivir con ello. Eso sí, las líneas que ha escrito hoy le redimen en cierta medida. En cualquier caso, estas situaciones que conlleva el destino deben servir como aprendizaje par hacernos mejores el tiempo que nos quede . Nada reconforta tanto como el amor, es algo que cuanto antes se aprehende, mejor se aprovecha.
Don Jesús, bendita esposa tiene. Cuidela. Que manera de entender, y aceptar, esa "noche de boda" tan especial.
Y tenga su conciencia tranquila. El artículo de hoy le redime.
Murcianos, tienen Cartagena a tiro de piedra. Apoyen al Castilla, si us plau. Me huelo una encerrona.
Pues, D. Jesús, puede Vd. hacer lo que ha hecho: confesar. Confesar su pesar, su dolor, el sentimiento que le aflige y hacerlo público. En aquel colegio marista en el que estudié durante muchos años nos dijo un hermano marista algo que me sorprendió, quizás porque iba contra la versión oficial: no es el sacerdote el que perdona el pecado, sino que es la propia confesión la que lo consigue. Al menos sirve para lograr el alivio del pecador (y no digo que Vd. lo sea en este caso por haber osado criticar a Reyes, que lo mereció muchas veces en su carrera).
Qué gran día aquel contra el Mallorca, qué gran Liga la de las remontadas, qué grande Reyes cuando sacaba a relucir su calidad,... y qué gran mujer la que tolera o admite retrasar el viaje de novios por un partido de fútbol.
Pensé que iba a escribir, ¡ qué gran mujer la que se compromete con un tipo como Don Jesús !. Fuera bromas, si que es verdad que -en general- una mujer comprensiva y tolerante que no ponga pegas al interés masculino por el fútbol, es un tesoro de todas todas.
Ser Jefe es muy sufrido. Se lo digo yo, que desde que no lo soy....vivo más tranquilo y algunos dicen que soy mejor persona.
Yo tampoco viví nunca un éxtasis en el Bernabeu como aquel día. Recuerdo ir con uno de mis hijos que por entonces tenia 8 años, recuerdo los nervios que pasamos, recuerdo especialmente a un señor que por su acento debía ser de algún país sudamericano, que se paso casi todo el partido de rodillas rezando, y recuerdo con total nitidez la locura que se desencadeno con el segundo gol de Reyes, el tercero del Madrid, todo el mundo gritando, abrazándose sin conocerse absolutamente de nada, muchos como yo llorando, a mi hijo recibiendo un abrazo de un chico de poco más de 15 años desecho en lágrimas de alegría. Y recuerdo la explosión de jubilo al final del partido, nunca viví una celebración igual de un titulo de liga en el Bernabeu y estuve presente en varias. Sencillamente inenarrable como vd., bien dice.
Es posible que se me dé tralla por lo que voy a decir, pero bueno.... Reyes era un juguete roto al q que más que una vez me encontré totalmente enfarlopado a las 8 de la máñana rodeado de tres lumis y pidiéndome: "pisha, no tendrás un trujo", incapaz de mantenerse en pie". Jugador q por calidad habría ganado lo que hubiera querido. Y lo peor: por él han muerto otras personas de las que nadie se acuerda. Lo siento, yo lo lamento por los que iban con él. Ellos son las víctimas...
237km/h. Por suerte no colsionó con nadie.
Coincido plenamente con Makin (y con Cañizares)... Ya está bien de considerarlo casi un héroe. Como jugador era vulgar y del montón de esa escuela andaluza falsa y de hojalata (Kiko, Ceballos, Navas, etc.) y nada madridista. Y como persona lamentablemente ya se ha visto: un macarra que se pone en coche a 237 kilómetros por hora y se lleva por delante a otras personas, como un chiste gracioso sevillano (¡maldita gracia!) ¿Belleza fugaz, don Jesús? ¡Qué inoportuno!
"escuela andaluza falsa", "chiste gracioso sevillano"...en un artículo sobre una persona fallecida con 35 años: Solo te ha faltado decir "yo aqui trabajando duro para que de mis impuestos se vayan los andaluces de fiesta".
Es lo único malo del madridismo, somos tantos y de tantos sitios que tenemos que aguantar madridistas como "AlterAgo" . En fin.
Buen artículo Jesús, en eso mismo pensé el otro día al ver la noticia, que breve es la vida y que importante son los momentos....Reyes con el Mallorca, Baptista con su gol en el camp nou, el punterazo de Karembeu, ...el gol de Anelka en Munich, jugadores de estancia breve en el Madrid y grandes recuerdos 🙂