La histeria madridista siempre encuentra nuevas formas de expresarse. El nuevo frente, la nueva liberación catártica, parece haber encontrado un camino abierto en las batallas en el seno del propio madridismo. Esto ha terminado derivando en la creación de distintas facciones que se van bautizando por oposición y según el comportamiento de sus miembros, comportamientos que se entienden sistemáticos.
Quizá en estas guerras internas entre madridistas se pueda observar un signo de esa prepotencia que los antimadridistas citan habitualmente de forma errónea, una prepotencia que sólo nos perjudicaría a nosotros por vernos como nuestro único rival. Merced al incontestable triunfo dialéctico cosechado en cada batalla contra los antis, los partidarios del club de Concha Espina sabemos que nuestro único y verdadero enemigo somos nosotros mismos: de ahí que surjan distintas clases de aficionados, numerosas y diversas, en un fenómeno imposible de encontrar en otros clubes. Así, se ha terminado desembocando en estas guerras internas.
El madridismo, desde hace tres décadas, parece necesitar la crispación, una histeria constante que se manifiesta de las más diversas maneras, buscando siempre culpables o enemigos, externos o internos, para saciar no se sabe muy bien qué… El escenario ha ido ganando en beligerancia, y con el crecimiento de las redes sociales hemos pasado de los debates sobre preferencias de jugadores o las críticas en los malos resultados a un tótum revolútum de ira contra antimadridistas, directiva, jugadores, entrenadores y, por último, contra el resto del madridismo…
El surgimiento de los blogs y el auge de las redes sociales, así como la interacción instantánea y el acceso a la discusión abierta con periodistas que antes se limitaban a ejercer el privilegio de soltar su doctrina desde el púlpito (emitiendo absurdeces en un buen número de ocasiones), ha multiplicado las batallas entre los propios aficionados del club. Esa proliferación de redes sociales, blogs y demás ha provocado la creación de innumerables facciones distintas dentro del propio madridismo. Estas facciones se dedican a echarse en cara cosas en vez de apoyar al equipo, lo que a un espectador más imparcial o alejado de ese tumulto dejará asombrado, porque en esas guerras, en ocasiones y desde algunos grupos, acaba pareciendo que fastidia que gane nuestro equipo, que se prefiere tener razón en un prejuicio -o en una opinión sin los datos ni conocimientos mínimos para fundamentarla- a la victoria de nuestro Real Madrid. Hay gente que prefiere tener razón a ser feliz, y esta máxima universal se concreta de forma palmaria en el debate interno entre aficionados blancos.
Entre las etiquetas y nombres con que se han bautizado a las distintas facciones madridistas, la más famosa y la que más se ha extendido es la de los piperos, un grupo que ha merecido justas críticas por ejemplificar uno de los problemas que ha padecido el club durante muchos años. Los piperos son la etiqueta pionera de este madridismo digital, la primera que se extendió y popularizó y, posiblemente, una de las más numerosas dentro del madridismo. Los piperos son aquellos seguidores madridistas que van al Bernabéu con un pack consistente en su transistor con el Carrusel, su ceja enarcada en homenaje a nuestro ya cesado entrenador y su paquete de pipas. No van a disfrutar del fútbol, van a criticar, juzgar y sentar cátedra, mirando con displicencia cada pase porque seguramente piensan que cada toque que dan nuestros jugadores al balón ellos lo darían mejor.
Si además tienen hijos y estos les salen efusivos o entusiastas no tardarán en llamarles la atención, como el que pide silencio en el teatro. Son capaces de pasar de la frustración, el cinismo y la desesperación -manifestada con insultos a los jugadores, que nunca hacen las cosas a su gusto (especialmente si no se gana, pero no solo)- a la euforia tras un gol en milésimas de segundo y sin rubor alguno. Yo imagino a los que les rodeen, en especial ese hijo entusiasta, completamente desconcertados ante semejante espectáculo, dudando incluso a qué equipo apoyan, porque en el actuar de esta tribu madridista esto nunca queda claro. De hecho, la mayor parte del tiempo parecen más seguidores rivales, neutrales, o que están allí porque se confundieron de puerta…
Ellos, o al menos algunos de ellos, prefieren denominarse madridismo crítico…. Pues eso.
El pijamero es la versión doméstica del pipero. Es básicamente lo mismo que este, pero varía su indumentaria y lugar de su actividad. Suelta su frustración en la intimidad del hogar, lejos del Bernabéu. Posiblemente sea de las categorías menos glamourosas. Uno imagina a los miembros de esta selecta facción con su pijama de estampados imposibles, a lo Belén Esteban, enseñando el ombligo y con el bol de palomitas en el regazo, para marcar diferencias con sus hermanastros piperos, que no se diga. Uno los figura criticando a nuestros futbolistas con pasión y la boca llena. Hay versiones alternativas, como el chandalero o el ejecutivo furioso/futbolero. En verano resulta complicado definir a este grupo por su indumentaria… Son más intimistas que los piperos, refunfuñan para sus adentros y no necesitan compañía, tampoco suelen pitar: ¿para qué?
El genial entrenador portugués José Mourinho ha sido causa de un buen número de etiquetas y facciones que se alineaban y alinean a favor o en contra, muchas de ellas creadas por los opuestos, es decir, sus admiradores bautizaban a sus detractores con algún epíteto, y viceversa. El mourinhismo, filosofía con la que me identifico más allá de la figura personal y del ámbito futbolístico, aplicable a cualquier aspecto de la vida, es una de las corrientes más importantes e interesantes de las que han surgido dentro del Real Madrid desde tiempos inmemoriales. Esa filosofía fue acuñada por los admiradores del entrenador portugués, siendo él, evidentemente, la figura principal.
En este punto empezaron no pocas hostilidades.
Yo soy mourinhista y, como sucede con mi madridismo, nunca concebí que el resto no lo fuera. Pero fui descubriendo que la imagen que vendió la prensa del portugués creó muchas discrepancias entre los aficionados. Así que a los mourinhistas que apostábamos por la meritocracia y la organización de club que pretendía Mourinho, haciendo una piña del madridismo, profesionalizándolo todo y alejando la influencia de la prensa del club, se enfrentaron los que no soportaban al técnico ni sus “maneras”. Mourinhistas y antimourinhistas en guerra dentro del madridismo.
De esta guerra inicial han derivado multitud de grupúsculos, nuevas tribus madridistas que no se llevan nada bien. A estos, como resultado de subdivisiones de los anteriores, se les sumaron otros… Y así pasa el madridismo sus momentos de gloria, entretenido en chorradas de este tipo. Los postmourinhistas, que apuestan por el mourinhismo sin Mourinho pero con sus ideales. Las viuditas de Mou, que aún lamentan la ausencia del portugués. Los neocasillistas, que son aquellos que se afiliaban a Mourinho cuando era técnico del Madrid pero renegaron de él una vez se fue, cambiando de bando y pasando a “respetar a Casillas” mientras defendiera la camiseta madridista. Esta mención a Casillas se explica porque la época de Mou en el Real Madrid quedó marcada de forma especial por su enfrentamiento con Iker, lo que provocó que los madridistas se alinearan con uno u otro.
Una vez se ha marchado Mourinho siguen apareciendo tribus y etiquetas para regocijo de los madridistas belicosos, insatisfechos con lo que les ofrece el equipo y la competición futbolera. Así, si desde el mourinhismo se decide apoyar al nuevo técnico, siguiendo precisamente esa filosofía mourinhista, y sin que esto suponga renunciar al espíritu crítico, puedes pasar a ser un mal mourinhista, o se te colgará incluso alguna de las etiquetas anteriores, contrarias al técnico portugués. Si decides ser optimista con el equipo en los malos momentos, estar esperanzado con un signo de mejora o ser positivo con el trabajo del nuevo entrenador (o simplemente decidir no ser crítico hasta final de temporada para no crear mal ambiente en torno al equipo durante la disputa de los títulos, o no serlo en absoluto porque apruebas el rumbo que toman las cosas) serás incluido en el club del madridismo happy, también llamado acrítico.
Los que actúan de forma opuesta, anticipando generalmente la desgracia, con opiniones a tenor de las cuales casi se diría que prefieren tener razón en su prejuicio a que gane el equipo, fijándose en los aspectos más deficitarios incluso en los momentos donde el equipo está pletórico, son bautizados como madridismo triste.
La figura de Mourinho y todo lo que movió, quitando la venda a muchos madridistas, haciendo reaccionar a buena parte de la afición e incluso al propio club (que mejoró muchas de sus políticas) fueron claves para el surgimiento del llamado madridismo underground, que se enfrentó con vigor, talento y energía a los medios mainstream y a sus ataques antimadridistas siempre interesados, siempre obsesionados con sacar todo el partido posible del club. Grandes talentos de todo tipo han surgido de ese madridismo underground, luego recolocados en distintas etiquetas, para gusto del consumidor. Se trata de uno de los movimientos más interesantes de los surgidos desde la afición: incluso podemos extrapolarlo a otros niveles, ajenos al futbolístico, por la altura intelectual de muchos de sus miembros más destacados.
A la sombra de Mourinho han seguido apareciendo nuevas asociaciones y etiquetas. El movimiento más destacado es Primavera Blanca, que preconizaba el fin de la influencia de la prensa en la gestión del club, así como un cambio cultural en el Bernabéu, una afición que animara a nuestros jugadores sin fisuras ni matices, lo que llevó a la creación de una nueva grada de animación. Tras distintas polémicas, la cosa ha quedado dividida entre los que están a favor de Primavera Blanca y los que están en contra por sus procederes, al considerar que están incumpliendo sus postulados iniciales y/o llevando a cabo una gestión dudosa. Estos últimos denominan despectivamente como primaveros a aquellos que pertenecen o apoyan a Primavera Blanca.
Podemos añadir más tribus a las mencionadas. Desde los abducidos (una de las etiquetas menos definidas, ya que aquí parece caber todo el mundo dependiendo de dónde proceda la abducción: de Mourinho, de la prensa, de Primavera Blanca, de Casillas…) al madridismo mainstream (que se contrapone al underground porque solo consume los medios mayoritarios y recita sin previo filtro lo que lee en el Marca, el As o escucha en “Los Manolos”), pasando por los isquistas, que son aquellos seguidores madridistas que van gritando “Isco, Isco”, hasta cuando cobran el paro. (Lo que se recrimina a estos últimos no es su apoyo al gran jugador madridista, sino la influencia mediática que subyace en el hecho de apoyar a un jugador incluso –en muchos casos- antes de verle jugar, infravalorando a otros que lo han dado todo y se han partido la cara por el equipo con rendimiento excelso).
Antes las categorías dentro del madridismo eran intrascendentes, homologables a las de cualquier equipo grande, limitadas a los fans de determinado jugador sin más. Esto ha cambiado, como se pueden comprobar, y con el mejor club del mundo y de la historia como exclusivo exponente se ha llegado al paroxismo.
De todo esto, al final, lo único que me queda claro es que no tengo nada claro. Mi única etiqueta definida era el madridismo y en paralelo me considero mourinhista sin fisuras, pero voy descubriendo que podría tener puntos en común con buena parte de las etiquetas citadas, que podría ser miembro de todas o de ninguna de ellas, en coherencia con la histeria que nos gobierna.
En vez de rebozarnos en tantas chuminadas, bien haríamos los madridistas en centrarnos en apoyar al equipo, no queda otra. Pero no como algo ocasional o excepcional, sino mantenerlo cada año, que al final de las temporadas hay tiempo de hacer balance. Mirarse al ombligo está muy bien, es divertido, incluso satisfactorio, pero intrascendente y perjudicial para nuestro Real Madrid, que es lo único que importa… Y nada más.
Buenísimo artículo, felicidades. Yo también me considero mourinhista como concepto vital, extrapolable a cualquier situación, dedicación u ocupación. Lamentablemente, nuestro club no quiere entrar decididamente en "guerra" (con perdón, es sólo una metáfora) con la prensa y dejar clara su postura para evitar que el piperismo y subgrupos se extiendan cada vez más y más... Para ello, creo que sería oportuno crear/expandir un mass media que llegara directamente al madridismo, sin interferencias ni sesgos, tales como colocarnos definitivamente en la parrilla televisiva en TDT (si nos dejan...) o hacerles la competencia directa a los diarios deportivos... con un periódico oficial madridista que fuera objetivo y llamara las cosas por su nombre, aparte de informar del resto de clubes y deportes, que pudiera llegar a cualquier tipo de público. Por ejemplo.
Pues su propuesta y la búsqueda de ese objetivo me parecen grandes ideas. Muy bien tiradas. Gracias por su comentario, Miguel. Un saludo.
Al final, madridistas todos. A ver si nos entra en la cabeza (me pongo el primero de la fila).
Ya me estoy oliendo la tostada: Trinchera pro-Benitez, trinchera Anti-Benitez. Otra guerra civil al canto.
Pues no lo dudes, Kapo_tillo, esa será la siguiente división, ya se intuye de hecho...
Un excelente artículo sobre las diferencias entre aficionados del Madrid. Una visión global fácil de seguir para una neófita en el tema como yo. Casi orgásmico.
Jajajaja muchas gracias, N., un orgullo que así haya sido. Un abrazo.
Excelente comentario, muy interesante; saludos desde sudamerica, Hala Madrid!!!