Tras un primoroso primer tiempo

No he visto al Madrid jugar mejor que durante muchos minutos, cuando la serenidad se alió con precisión y frescura. Pudieron caer varios goles, sobre todo uno en pies de Marcelo, que incomprensiblemente tiró tan mal con su mejor pierna, y hubo alguna ocasión añadida de lamentar su falta de criterio, compensada de sobra por lo que siempre tuvo: iniciativa a espuertas.

Sobre el segundo tiempo las opiniones varían. Modric siguió haciendo de todo, y de todo superlativamente bien. El resto se vino abajo, de manera estrepitosa Marcelo y Carvajal, en términos más discretos el resto salvo Navas, a quien es costumbre dejar vendido seis o siete veces cada noventa y tantos minutos. Qué blandito el equipo cuando se trata de balones divididos y cesó la magia del buen juego, mientras navega en busca de un gol como el de Isco, excelente por controlar y chutar en un segundo. Como todos somos falibles, él mismo y Carvajal se la habían mandado al muñeco desde posiciones parecidas, y si Modric la engancha bien de cabeza en las postrimerías estaríamos hablando de una victoria sufrida.

Pero ni eso, y estremeció ver cómo Asensio repetía centros a ninguna parte, mientras el esforzado Morales se trasformaba en héroe del Levante percutiendo por ambas bandas con jugadas admirables, no solo por arte sino por fibra, esa cualidad tan evanescente para el Real desde el pasado septiembre. Durante cierto tiempo es como si el equipo recobrase sus mimbres, pero el refrán de que la confianza da asco se ensaña con la mayoría al surgir contrariedades, apuntando a lo insuficiente de ella misma si no va acompañada de acierto y arrestos.

¿Solución? A mi juicio, querer ganar realmente, contra viento y marea, cuando demasiadas copas convirtieron el músculo en recuerdo. Sigo pensando que Zidane es espléndido, como buena parte de aquellos en quienes confía, si bien él mismo sabe los límites de la confianza de aquí a cuando la temporada termine. Si no sirvió para motivar, unos cuantos pasarán como poco a segundo plano, y empezará una nueva andadura dirigida por él, que se merece cuando menos cumplir contrato.