En el Senado Romano, hace más de 23 siglos, era ya redundante decir la frase “Delenda est Carthago” (Hay que destruir Cartago), la fuerza enemiga por antonomasia, el enemigo a batir, la pesadilla de las legiones romanas. Se atribuye a Catón el Viejo un dicho todavía más completo: “Cetero censeo Carthaginem ese delendam” (Además, opino que Cartago debe ser destruida). Se dice que algunos de sus colegas senadores ya se tomaban las repetitivas arengas de Catón como algo tedioso y cansino.
En la España actual, tras una época de predominio madridista en todos los aspectos del fútbol, los Catones de turno parece que estaban algo abotargados, intimidados, escondidos detrás de sus pupitres de periodistas. Hasta ayer, domingo 15 de enero de 2023.
En El Confidencial, por ejemplo, se puede leer hoy un titular llamativo: “El Real Madrid ya es oficialmente una civilización en ruinas: agotado e indiferente.” Pues ya lo saben. No hay ya necesidad de destruir al Real Madrid: ya se trata de una civilización en ruinas. Un equipo que, si no me falla la memoria, es el vigente campeón de Europa, de La Liga y de la Supercopa de Europa (de todo ello hace apenas unos meses) y que, por ejemplo, puede proclamarse campeón del Mundial de Clubes en apenas 3 semanas y media.
Los heraldos del antimadridismo más profundo se han vuelto a dejar ver tras meses y años ocultos en las profundidades de sus hediondas cavernas y ya son felices. De nuevo. Tuvieron un amago de serlo cuando la selección de Luis Enrique, hace un par de meses, goleó 7-0 a Costa Rica y se autoproclamó favorita para conquistar el Mundial de Catar con ocho barcelonistas en sus filas. Salió mal el invento.
Los heraldos del antimadridismo más profundo se han vuelto a dejar ver tras meses y años ocultos en las profundidades de sus hediondas cavernas y ya son felices
Pero ahora ha salido bien. Además —hay que decirlo—, con un enorme partido de los dos niños bonitos del Catonismo (Catetismo, también), Gavi y Pedri, que clavaron varias puyas por las autopistas que les dejó libres y sin peaje el Real Madrid por ambas bandas. Los tres goles del Barcelona, si se los hacen al equipo donde yo vivo, el Marbella de 3ª RFEF, serían hasta normales: lo de ayer de Carvajal, Rüdiger, Mendy y compañía no tiene explicación racional posible. Ni perdón. Hay una carrera de Alejandro Balde en la que en 30 metros casi le saca 20 a Dani Carvajal.
La alegría de hoy en media España, la media España envidiosa y que detesta a la única institución deportiva nacional digna de admiración y respeto a nivel mundial, es desmedida: nunca un Blue Monday post navideño, de frío y de spleen absoluto, fue más feliz para muchos. Ya se habla hasta de cambio de ciclo, cuando el equipo que nos ha ganado (y ganado bien, con merecimiento y siendo mejor en todos los aspectos), recordémoslo, es el que ha vuelto a caer por segundo año consecutivo en el purgatorio de la Europa League, la segunda división europea, la que fueron incapaces de ganar el año pasado, cayendo bochornosamente en casa ante el Eintracht de Francfort.
Quien les escribe no va buscar explicaciones, excusas ni justificaciones por lo sucedido anoche. Ni paños calientes. Fue un desastre blanco en toda regla, sin paliativos. Para jugar de esa forma, mejor hubiese sido fallar dos o tres penaltis contra el Valencia en semifinales y haber regresado a Madrid el jueves pasado, y a pensar en próximos lances. Y duele más porque ha sido contra el Barcelona.
Fue un desastre blanco en toda regla, sin paliativos. Pero no es un drama. Esta película ya la hemos visto demasiadas veces, y pese al dolor que supone recibir banderillas de fuego como estas, la película suele acabar bien
Pero no es un drama. Esta película ya la hemos visto demasiadas veces, y pese al dolor que supone recibir banderillas de fuego como estas, la película suele acabar bien. Recordemos el daño que nos hizo el 0-4 del año pasado, que finalmente quedó como una simple anécdota, como una victoria pírrica e inservible para nuestro rival.
El problema es volver a azuzar a tantos y tantos antis (periodistas, pero no solo), darles argumentos, rellenarles titulares, columnas y tertulias, para que, tranquilamente, se dediquen a pronosticar extremaunciones madridistas y jubilaciones anticipadas (de Ancelotti, de Modric, de Benzema, de todos nosotros). Darles carnaza en abundancia, en definitiva. Eso es lo grave.
Nos estaba esperando demasiada gente con las estacas preparadas. Y les hemos dado argumentos de sobra para sacarlas a pasear.
Por lo pronto, a levantarse del suelo, a quitarse el polvo que nos han hecho morder, y a afrontar los cuatro meses largos que nos quedan, entre otros duelos, por ejemplo, uno precioso contra el Liverpool en octavos de final de UCL. Ni la Liga, ni la Copa del Rey, ni el Mundial de Clubes, ni la Copa de Europa, que se sepa, están aún perdidas.
Getty Images.
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