En su análisis de la muy aciaga final supercopera de ayer en este mismo portal, Alejandro de León compara desfavorablemente las variantes atacantes con las que cuenta el Madrid ahora mismo con las que cuenta nada más y nada menos que el City. Bienvenidos al mundo real. En algún momento, tarde o temprano, estábamos destinados a darnos cuenta de que el Real Madrid combate contra gigantes petroleros cuya voracidad contratadora no es puesta en entredicho por los entes reguladores, mientras la entidad blanca es propiedad de sus socios y no puede ni siquiera acudir a una ampliación de capital para hacerse con los servicios de uno solo de esos atacantes que el City ficha sin despeinarse.
El Madrid lleva años obrando milagros que, en virtud de su grandeza intrínseca, hacen que esto no se note. Pero en algún momento se tenía que notar. Puede ser ya. ¿Estáis preparados?
Eso es el largo plazo. En el corto, y mirando al futuro, que es lo que conviene hacer siempre, hay que pedir tranquilidad. En redes sociales se leen auténticas barbaridades aniquiladoras, animaladas que descatalogan a tipos que acaban de firmar la mejor temporada de nuestras vidas. No jodamos. Un poco de calma.
Se ha diseñado un determinado plan de preparación física en esta suerte de extrañísima pretemporada que sufrimos tras el maldito mundial. Es evidente que el Barça ha diseñado otra, una que no sabemos si prevé un valle de rendimiento más adelante. El Madrid preveía ese valle ahora mismo, en la idea de que lo bueno se decide a partir de marzo y hasta abril y mayo completos. Ese diseño, combinado con acciones individuales bastante catastróficas, ha desembocado en la pérdida muy dolorosa de la Supercopa ante el rival más lacerante posible. Pero el valle puede ser de lágrimas, como el de las oraciones cristianas, como esta semana nos elimine de la Copa el Villarreal. Evitémoslo.
“No estamos bien pero vamos a ganar” es uno de los mandamientos de la ley del Dios blanco: obedezcámoslo
¿Cómo? Juntando los corazones y, con ellos, de manera menos poética y más práctica, las líneas. Un equipo puede jugar muy cerca de su portero o muy cerca del portero rival o todos en pocos metros en el centro, pero siempre juntos, más aún si se encuentran en un momento físico delicado, porque ahí es donde más se necesitan unos a otros. Siéntense y hablen, señores. Yo no soy quién para decir nada, pero históricamente en el Madrid estas situaciones se han resuelto con cambios de sistema, aunque sean eventuales. En el entendido de que Alaba y Tchouaméni puedan estar en La Cerámica, propongo humildemente una defensa con Rüdiger, Militao y Nacho, un centro del campo con Valverde y Alaba como carrileros, Tchouaméni y Kroos/Modric como pivotes y arriba Karim con los dos brasininhos. Parapetémonos en torno al eje del equipo y no dejemos de ayudarnos unos a otros en todo momento. Si sacuden a Vini, por favor, defendámoslo como si fuera la última cosa que fuéramos a hacer en la vida.
Ataquemos y defendamos en bloque, gritémonos, auxiliémonos, tanto más cuanto sabemos que no estamos bien. “No estamos bien pero vamos a ganar” es uno de los mandamientos de la ley del Dios blanco: obedezcámoslo.
La Copa no es el más importante de los torneos, pero quedar eliminados ahora acrecentaría la gravedad de la situación. No podemos permitirlo. La Copa no es, no, el más importante de los trofeos, pero en este caso, se termine ganando o no, plantea una oportunidad para la redención que lleva escrita por todas partes el santísimo nombre del Real Madrid.
Getty Images.
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