El nuevo traje del emperador Barça

Le he contado a mi sobrina de cinco años una versión apócrifa del cuento de “El traje del emperador” en el que el rey desnudo es el Barcelona y acaba ahogado por sus súbditos en la Fontana di Trevi. Antes de juzgarme, y dejarse engañar por su tierna edad y esta sociedad azucarada y bienpensante que oculta a los niños que hay piscineros infames a los que hay que castigar, piensen que a ella, mientras le dé su diaria dosis de huevo kinder, le da exactamente igual que el cuento sea apócrifo, de Andersen o del vecino. Es, y aquí no puedo evitar cierta sonrisa de satisfacción familiar, una maldita resultadista. Somos tal para cual, ella quiere su chocolate y yo quiero mis Champions.

Mi sobrina ha crecido con La Galerna. Esta en esa edad difícil en la que todavía no tiene muy claro si va a ser Comandante de la Guardia Civil o Consigliere calabresa. Juega, experimenta, disfruta. Hoy mete el móvil de su padre en el microondas y mañana acaricia un gatito. Comprenderán que tengo que velar por su futuro. Si para proteger su felicidad tengo que inventar una realidad paralela, lo haré. Ahogaré una y otra vez al que se interponga entre ella y su incipiente madridismo.

¿Voy a ser yo menos que Mundo Deportivo? ¿Acaso no tengo yo derecho a cambiar y falsear la realidad como me dé la gana? ¿Puede el antimadridismo inventarse un cuento diferente cada semana y yo no voy a poder hacerlo?

Si en el partido contra la Juve, Benatia, en una enajenación pasajera, en lugar de arrollar a Lucas Vázquez, hubiese cogido el balón con las dos manos y hubiese echado a correr con él debajo del brazo hacia la portería del Madrid como si estuviese en un partido de rugby, estoy convencido de que “El Robo del Siglo” seguiría vigente. Ya no hay límites. ¿A quién vas a creer, a tus ojos o al Photoshop?

En nuestro cuento el rey va vestido, ha pasado por decenas de medios de comunicación (A Guido y Luigi Farabutto les pilló la crisis y cerraron la sastrería) y le han confeccionado un traje precioso, con ribetes de oro y una larga capa en la que han bordado un Messi a punto de cruz.

-Érase una vez un rey llamado Barcelona que se paseaba con un traje precioso por todo el país. Un día se fue de vacaciones a Roma y al meter la mano en la Bocca della Verità esta se la arrancó de un bocado porque ni era rey ni era ná. Era una engañifa, así que sus súbditos lo cogieron en volandas, lo llevaron a la Fontana di Trevi y lo ahogaron. Un par de meses más tarde, en un precioso día primaveral de la ciudad de Kiev, el Real Madrid ganó otra Champions y todos comieron perdices y fueron felices.

-Me cuentas unos cuentos preciosos, osaba.

Ya lo sé cariño, los invento para ti, ya sabes que te quiero mucho. Toma, corazón, aquí tienes tu kinder.

Y somos felices. Ya ven, cuando dicen que la felicidad está en las pequeñas cosas tienen razón. Una bolsa de chuches, un kinder, unas champions. Los madridistas siempre hemos sido gente de buen conformar.