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Toni Kroos, el hombre frente al mar de niebla

Toni Kroos, el hombre frente al mar de niebla

Escrito por: Luis Montero Manglano23 mayo, 2024
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Mi ambición siempre fue terminar mi carrera en la cima.”

Toni Kroos.

 

En 1923 el alpinista George Mallory se disponía a tratar por tercera vez de alcanzar la cumbre del Everest. Su anterior intento había fracasado de forma trágica cuando un alud sepultó a nueve hombres de su grupo. La preguntaron a Mallory por qué ese empeño en domar una montaña tan salvaje. Su respuesta fue escueta.

“Porque está ahí”.

Mallory subió al Everest y nunca regresó.

George Mallory en el Everest

¿Por qué escalamos montañas? Quizá empujados por el ansia de alzarnos hasta las cotas más altas con la esperanza de vislumbrar lo sublime. O puede que solo para tocar estrellas. En cualquier caso, la magnitud del reto, lo inhumano de su altura, nos tienta de forma insoportable. La montaña “está ahí”. Nos llama. Nos desafía: “Súbete a mis hombros a contemplar el infinito”. Pero no todos tienen la fuerza de responder la llamada.

Hace 34 años, en un lugar de Alemania llamado Greifswald, nació un muchacho llamado Toni Kroos que un día decidió escalar una montaña en busca de lo sublime. Se calzó unas botas de fútbol y comenzó, poco a poco, su ascenso a la cima. No fue un impulso racional, sino que estalló de pronto en su corazón. Toni Kroos se fue a conquistar los cielos por un arrebato de “Sturm und Drang”. La Tormenta y el Ímpetu. Porque Toni Kroos era, es y seguirá siendo (esperamos que por mucho tiempo) el último romántico.

Toni Kroos era, es y seguirá siendo (esperamos que por mucho tiempo) el último romántico

El hecho de que Kroos sea alemán ha confundido a muchas personas que se dejaban llevar por el tópico. Muchos, en el fondo de sus almas, veían a Toni no como un alemán sino más bien como el típico “boche” de las caricaturas: cuadriculado, frío, disciplinado y eficaz. Eso sobre todo: muy eficaz en lo suyo. “Toni Kroos, eficacia y fiabilidad alemana”, escribían los titulares mientras el 8 del Madrid seguía escalando la montaña en busca de lo infinito brincando de victoria en victoria.

Toni Kroos

“Eficacia y fiabilidad”. Menudo dislate. Como si Toni Kroos no fuese sino una lavadora o un motor diésel. Un mecanismo sin alma y sin corazón. Un ente programado.  Ni caso. Eso es una estupidez.

“En mi patria daríamos la vida por la democracia”, le dijo a Agustín de Foxá el embajador de cierta república bananera, muy poco democrática, por cierto. “Perdone usted, pero eso es como dar la vida por el sistema métrico decimal”, fue la respuesta.

“Eficacia y fiabilidad”. Menudo dislate. Como si Toni Kroos no fuese sino una lavadora o un motor diésel. Un mecanismo sin alma y sin corazón. Un ente programado.  Ni caso. Eso es una estupidez

El Real Madrid no llora cuando se despide una máquina como no lloraría por el sistema métrico decimal. Millones de hombres y mujeres de todo el mundo “sangran lágrimas de fuego” (que escribió Schiller) porque quien les dice adiós no es un robot fiable y eficaz. Es el maldito Toni Kroos. Y si el motor del coche de Fede Valverde un día se gripara, es muy poco probable que el céfiro uruguayo le escribiera que “nunca dejé de ser ese niño que siempre te admiró. Te quiero y una parte de lo que soy es gracias a vos”. No. Tal sentimiento no lo provoca un producto de la ingeniería.

Toni Kroos no es un autómata, es un poeta. No es un “boche”, es un romántico puro. Es Goethe, es Hölderlin, es Brahms, es Hoffman y los hermanos Grimm vestido de blanco y con la piel tatuada. Kroos es un soñador que un día se dispuso a escalar una montaña solo porque quería sonreír a la cara a los planetas.

Kroos y Rüdiger

“Todos vivimos en el fango —escribió Oscar Wilde—, pero algunos levantamos los ojos hacia las estrellas”. Todos vivimos en el fango, pero algunos hemos visto jugar a Toni Kroos, a quien su tortuoso camino hasta la cumbre de la montaña le llevó primero hasta Múnich pensando que la cima estaba allí. No lo estaba, Toni, pero no andabas muy desencaminado. Querías coronar el Everest pero te confundiste de ruta y por poco acabas muriéndote de asco a las faldas del K2. Por suerte, esa fuerza sublime e intangible que andabas buscando con tu alma de poeta siempre pone las cosas en su sitio.

Rummenigge vendió a Kroos al Real Madrid por 25 millones, tal y como Judas vendió a Cristo por 30 monedas. Aunque en descargo de Judas podemos decir que cumplía un plan divino trazado antes del inicio de los tiempos. Rummenigge simplemente hizo el imbécil. Pero gracias a ello la escalada de Kroos regresó a la senda de su Everest y desde entonces jamás volvió a desviarse.

Toni Kroos no es un autómata, es un poeta. No es un “boche”, es un romántico puro. Es Goethe, es Hölderlin, es Brahms, es Hoffman y los hermanos Grimm vestido de blanco y con la piel tatuada. Kroos es un soñador que un día se dispuso a escalar una montaña solo porque quería sonreír a la cara a los planetas

Con Kroos el Real Madrid no fichó a un alemán cualquiera sino a un Príncipe Elector. Como aquellos que en la Edad Media decidían con sus votos quién debía ser el Sacro Emperador de Europa; y a Toni Kroos le dio la gana que esa corona la luciese el Madrid hasta en cinco ocasiones. Fue, además de príncipe, un maestro constructor que trazaba líneas de catedrales con la punta de sus botas mientras Casemiro abría los cimientos y Modric hacía estallar luz de colores a través de las vidrieras. Levantaron entre los tres templos de fútbol de estilo gótico alemán, como la catedral de Colonia, que es la más alta del mundo con sus 157 metros desde la nave hasta la aguja, pero que no alcanza ni por asomo la altura de espíritu de Toni Kroos. Porque Kroos no se conformaba con catedrales. Kroos, queda dicho, tono solo se conformaba con alcanzar el techo del mundo.

CMK

Fue, además de príncipe, un maestro constructor que trazaba líneas de catedrales con la punta de sus botas mientras Casemiro abría los cimientos y Modric hacía estallar luz de colores a través de las vidrieras

Diez años después, el camino que comenzó en aquella remota ciudad costera de Alemania ha llegado a su fin.

Silencio.

Silencio, por favor. Que no se escuche ni una lágrima. Contened la respiración. Detened el fragor del mar y el temblor de la tierra. Silencio. Silencio. Porque Kroos ha llegado a la cumbre.

Caspar David Friedrich pintó en 1817 el “Hombre frente al mar de niebla”. Veo ahora el lienzo y al fin comprendo lo que la escena representa: es Toni Kroos conquistando la montaña. Es el poeta de Greifswald encontrando al fin lo sublime.

Caminante sobre un mar de nubes - Caspar David Friedrich

Pero allí no hay nada. Solo un mar de niebla.

San Bernardo de Claraval dijo que la esencia divina era equilibrio, número y medida. La esencia divina es, en definitiva, un pase al área de Toni Kroos. Es la sabiduría celestial que decidió hacerse corpórea para jugar al fútbol en el Real Madrid y, para que lo tuviéramos bien claro, se puso en la espalda el símbolo del infinito.

La esencia divina es, en definitiva, un pase al área de Toni Kroos. Es la sabiduría celestial que decidió hacerse corpórea para jugar al fútbol en el Real Madrid y, para que lo tuviéramos bien claro, se puso en la espalda el símbolo del infinito

Así pues, cuando el poeta finalmente alcanza la cima frente al mar de niebla no es extraño que de pronto sienta una revelación: “Lo sublime eres tú, Toni Kroos; lo sublime eres tú.” Y de este modo acaba el camino.

Entonces, ¿qué ocurre a continuación? Conquistada la cumbre, lo lógico es iniciar el descenso. Pero Toni Kroos se niega. Quiere quedarse allí para siempre. ¿Acaso lo ha ganado todo, lo ha conquistado todo… solo para descender? Se siente como el pastor del poema de Schiller, que después de dominar la tierra le pregunta a Dios qué debe hacer a continuación. Y éste responde:

Sobre la tierra nada

me resta ya con qué colmar tu anhelo;

ajeno el bosque, la heredad cercana…

Vente conmigo, si te place, al cielo,

¡que desde hoy libre te daré la entrada!

Entonces Toni Kroos, en la cumbre de la montaña, da un paso al frente, hacia el mar de nubes de un color blanco como el que viste en su corazón. La niebla lo rodea con sus brazos y poco a poco Toni Kroos se funde con ella. De tal modo el blanco sublime que tanto ama concede a Toni Kroos la eternidad que su humana condición le había negado.

Justo al llegar a la cima.

Toni Kroos, el hombre frente al mar de niebla

Getty Images.

Luis Montero Manglano
Novelista. Editor. Profesor de Historia del Arte.

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5 comentarios en: Toni Kroos, el hombre frente al mar de niebla

  1. Además Friedrich y Kroos son de la misma ciudad! Impresionante como dos de lo más grandes artistas pueden nacer en el mismo sitio.

  2. Absolutamente maravilloso artículo. Como siempre, elevas el ya altísimo nivel de las referencias culturales, a veces demasiado pop de tu redactor jefe...has citado en muchos momentos algunos de mis grandes referentes. Tuve la suerte de admirar la exposición de dibujos y pinturas de Friedrich en el Prado en el año 92 (aquí os dejo el catálogo https://www.museodelprado.es/aprende/biblioteca/biblioteca-digital/fondo/caspar-david-friedrich-pinturas-y-dibujos/6babd928-ec50-4ef1-b64c-7ccac96bd56e ) y no se me ocurre mejor paralelismo. Kroos es un romántico, ¿qué madridista no lo es?

  3. Silencio, por favor. Que no se escuche ni una lágrima. Contened la respiración. Detened el fragor del mar y el temblor de la tierra. Silencio. Silencio. Porque Kroos ha llegado a la cumbre....te ha salido Shakesperiano.

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En el hecho de que @AthosDumasE llame a la que muchos llaman "Selección Nacional" la "selección de la @rfef" encontraréis pistas de por qué no la apoya.

La explicación completa, aquí

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Tal día como hoy, pero de 1962, Amancio rubricaba su contrato como jugador del Real Madrid.

@albertocosin no estaba allí, pero te va a hacer sentir que tú sí estabas.

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