Era una apuesta segura. Como jugar a los 36 (37, incluyendo el 0) números de la ruleta francesa. La bolita nos da premio seguro.
Me refiero al aquelarre de Son Moix del pasado domingo. A esa visita a los más siniestros campos minados de Vietnam.
Era obvio, evidente, más que previsible.
Sabíamos que el siniestro Raíllo, ese lamentable personaje que mancilla el nombre de su club llevando el brazalete de capitán, iba a repartir estopa sobre Vinicius, iba a excitar al graderío con sus gesticulaciones, iba a azuzar al resto de sus compañeros contra nuestro brasileño favorito. Un tipo despreciable que se permite el lujo, con el compadreo indispensable de los medios de comunicación, de poner ejemplos de jugadores para los niños. El verdugo de turno pidiendo ejemplaridad. Un sarcasmo patético.
Sabíamos que su compinche Maffeo, jugador de tercer nivel, iba a sacar la guadaña cada vez que Vinicius tratase (una y otra vez, épico el carácter indomable del carioca) de burlar su lúgubre vigilancia por velocidad, por talento o por habilidad. O por todo a la vez.
El aquelarre de Son Moix del pasado domingo era obvio, evidente, más que previsible
Sabíamos que, como el año pasado, el público mallorquinista, o al menos una buena parte de él, calentado y enajenado por la prensa (por los Robertos Mateu de turno) y por sus propios jugadores, iba a dar una lección de impresentabilidad absoluta, en forma de insultos constantes (muchos de ellos asquerosamente racistas), de abucheos, de pitadas, de groserías sin fin.
También sabíamos que el colegiado, Hernandez Hernández, iba a ser, como de costumbre cuando juega el Real Madrid, totalmente permisivo ante la “intensidad” o “fogosidad” de los locales. Muy sibilinamente, como buen sicario del tinglado de Medina Cantalejo, no puso remedio a una cacería infame que empezó en el primer minuto, con el “recado” de un tal Dani Rodríguez al de siempre, a Vinicius Júnior.
De tal forma que, de los 100 minutos que teóricamente se jugaron (46 + 54), el tiempo real de juego fue apenas de 48, menos de la mitad del total, porque hubo 43 faltas señaladas (29 al Mallorca, 14 al Real Madrid), con interrupciones constantes, además de los numerosos fingimientos de los bermellones y de las pérdidas de tiempo del portero Rajkovic.
Se sabía pues a ciencia cierta y no cotizaba en las casas de apuestas que iba a pasar, por tanto, lo de Raíllo, lo de Maffeo (y lo de otros sicarios que siguieron las directrices del Vasco Aguirre, como Galarreta, como Costa y algunos más), lo de la caldera del estadio, convenientemente azuzada durante días por la complicidad de la prensa local y de la prensa nacional, lo del árbitro de la contienda. Era obvio, manifiesto, inequívoco.
La Liga, esa competición corrupta que presume de atizar dentro y fuera de nuestras fronteras al mejor representante del planeta fútbol en el planeta Tierra, el Real Madrid, que es incapaz de defender su producto, permitiendo que a su mayor figura joven del presente y del futuro (véase la clasificación del último Balón de Oro) le insulten, le vejen, le atropellen y le lastimen cada semana, también lo sabía.
Hay que parar esto de una vez por todas lo antes posible, y ya que no podemos esperar nada de la prensa, todo queda en manos de la propia Liga y de los árbitros
Es el enésimo episodio de este año, tras lo del Metropolitano, lo de Vallecas, lo del Cádiz en el Bernabéu, lo de Valladolid, lo de Villarreal. Mucha pseudodenuncia, Fiscalía incluida, algún endeble comunicado, y poco más. Luego, según pasa cada semana, se va olvidando el asunto y en el siguiente partido empieza de nuevo una guerra abierta contra Vinicius. Abierta y consentida. Y hasta aplaudida y jaleada en muchos medios de comunicación, donde se tira de las orejas al agredido y se ovaciona al agresor, dándole a este último foros radiofónicos y primeras planas en los libelos.
Algún día de estos, es de temer, puede que ocurra algo incluso más grave o incluso irreparable. Lo del infame muñeco colgado de un puente puede quedar en anécdota si nadie pone remedio a esta sinrazón absoluta. Hay que parar esto de una vez por todas lo antes posible, y ya que no podemos esperar nada de la prensa, todo queda en manos de la propia Liga y de los árbitros, que no deben permitir que a un jugador se le apalee desde el minuto uno, se le hagan 10 faltas en un partido y que, además, se le regañe sistemáticamente por protestar ante tales grados de violencia y de antideportividad que recibe constantemente.
Getty Images.
Fijate como será la cosa, que bastante de nuestra afición se dedica a despotricar del juego, del entrenador, de los jugadores, de que no jugamos como debemos,y mil cosas más. Como si nos sacara 8 puntos un equipazo de otra época, que practica un fútbol sensacional: nos saca 8 puntos un equipo que no está jugando mejor que nosotros, y que en la Champions le hicieron 12 goles en 6 partidos (incluidos 2 del Viktoria) y en la Liga, salvo nuestro partido, ha recibido 3 goles en 19 partidos, y otro más se lo han metido ellos solos. Si alguien entiende esto que me lo explique.
Y yo me niego a hacer un análisis futbolístico de como plantea el fúbol nuestro entrenador, de si se equivoca de planteamiento, de si la plantilla está mejor o peor confeccionada, hasta que no vea con mis propios ojos que jugamos una competición en igualdad de condiciones. Mientras el producto que tengo que ver sea esto, que no tiene nada que ver con fútbol, y mucho menos con igualdad de trato, me niego a seguir viendo esta competición manipulada y lamentable. Encima hay que aguantar que nos llamen egoístas por querer una Superliga en la que no jueguen estos matones de barrio, que viven a costa nuestra y encima nos linchan en cada jornada.
Creo que en el fútbol eso de poner la otra mejilla no procede.
Me alegra verte por aquí , Yebrita. Lo veo muy parecido. Es todo tan escandaloso , tan con luz y taquígrafos, que le pasa a otros madridistas con los que he comentado. Nos quitan afición. Nos hacemos cruces al ver un equipo tan mediocre y con tan poco fútbol ,como es el que actualmente ocupa la primera plaza ¡con 8 puntos de ventaja!, recibiendo tantas ayudas y facilidades. No veo justo ni coherente hacer ningún tipo de análisis futbolístico en estas circunstancias.