Todo lo que suceda a partir de ahora hasta final de temporada gira en torno a Vinicius, aunque en realidad fue así desde el principio.
Comenzó la temporada con una planificación que parecía, a ojos de una mayoría, no dimensionar en su justa medida el peso que había tenido, hasta entonces, Cristiano Ronaldo. Imposibles Neymar y Mbappé, los dos únicos jugadores por los cuales el club consideraba que era razonable hacer un gran desembolso, se buscaron respuestas dentro de la propia plantilla. Bale y Benzema, sin el encorsetamiento del portugués, e Isco y Asensio, con los minutos que no habían gozado hasta el momento, eran las apuestas elegidas.
Parecía de inicio un proyecto conservador, con un evidente déficit de gol y con las dudas, de diferente naturaleza, que despertaban, en cada caso, los jugadores sobre los que recaía la responsabilidad de liderar un equipo acostumbrado a ser favorito en todo. Desde el club justificaban que era suficiente para competir y se reafirmaban en la estrategia trazada, centrada en la captación y formación de jóvenes talentos, como la vía correcta para encarar un nuevo escenario - de jeques campando a su aire con el beneplácito de la UEFA - y donde ya no era posible pujar por jugadores consagrados, a excepción de ese par que se rentabilizaban por sí solos.
No es osado suponer que Florentino Pérez pretenda replicar la estructura del Real Madrid de baloncesto en la sección de fútbol. Aunque estos últimos han saboreado la gloria con frecuencia, carecen de la estabilidad de la sección que dirigen Juan Carlos Sánchez y Alberto Herreros. Se suele argumentar – tal y como nos comentaba la semana pasada Tomás Guasch - que esa mayor solidez responde a que en el deporte de la canasta hay menos foco y a que el presidente del Real Madrid “les deja hacer”. Pero lo cierto es que, si es así, es sobre todo porque hay una estructura, basada en la identificación y desarrollo de talento, consolidada desde hace tiempo y que permite que el club “fabrique”, sin pausa, estrellas de suficiente peso como para terminar liderando el primer equipo. Algo así, entendemos, pretenden hacer con sus homólogos del balón.
Incluso, no resulta aventurado imaginar que este verano se pensara que Lopetegui tenía un perfil similar al de su paisano Laso. Pero la cuestión es que el objetivo del club pasa por forjar balones de oro, no ficharlos. Y en esa convicción contrataron a Vinicius.
Tenía el club, desde que se formalizó el fichaje del brasileño, una fe en el chico muy superior a la que le profesan medios de comunicación y aficionados en general. Y en ello incide un mayor conocimiento del jugador, producto de un seguimiento exhaustivo por el cual tuvieron constancia de unas facultades que han sido obviadas, en múltiples análisis periodísticos y de la esfera de Internet, que han preferido centrarse en lo superfluo: su edad, su ratio goleador y hasta su fisionomía, un factor que ha derivado en una ridícula, pero persistente, comparación con Robinho, futbolista que, por tipología, es la antítesis de Vinicius.
Este desconocimiento provocó un alud de críticas por el precio pagado, así como una desorientación en torno a los planes del Real Madrid con respecto al jugador. Pero el club pagó de acuerdo con lo que consideraban que tenían entre manos: una auténtica joya que pretendían sumase y se consolidase esta misma temporada.
El primer contratiempo vino de la mano de Julen Lopetegui. El técnico vasco nunca creyó en los planes del club con respecto a Vinicius, lo cual derivó en un pulso entre ambas partes y con el jugador, en el limbo de la grada, en varios encuentros. Gran parte de la inestabilidad que fue acumulando Lopetegui tuvo que ver con un intento por ganarse al núcleo duro del vestuario apostando, desde el principio y unánimemente, por unos jugadores que evidenciaban un desgaste físico – por el Mundial – y mental – por todo lo ganado, por la cita mundialista y por la sacudida que provocó la pérdida de Zidane y Cristiano – y que no respondieron – quizás porque no podían – a lo que el entrenador esperaba de ellos.
Pero, precisamente, si algo necesitaba este grupo, esta afición y este club era la irrupción de un elemento que los revolucionase, que les ofreciese un horizonte de esperanza y que saltara al campo con la intención de comerse el mundo, como si le faltase tiempo para ganar las cuatro Copas de Europa que ya acumulaban sus compañeros.
De las cualidades de Vinicius es absurdo dudar a estas alturas. Se trata de un atacante dotado de una sensibilidad especial para determinar los espacios, así como las direcciones óptimas, donde recibir y hacer daño. Tiene la doble amenaza - pie y desmarque - y un físico espectacular para dar sentido práctico a todo ese talento. Todavía tiene que aprender muchas cosas – lo normal con 18 años -, como gestionar esa capacidad de aceleración/desaceleración y, sobre todo, economizar gestos técnicos, acrecentando así su eficacia.
Porque estamos, pese a la idea extendida de lo contrario, ante un potencial gran rematador. Tal y como explicaba Ramón Álvarez de Mon en un reciente artículo, los mejores goleadores del momento (Messi, Cristiano Ronaldo, Suárez, Kane o Salah) no tenían mejores porcentajes de acierto a portería a la edad del brasileño. La eficiencia de Vinicius aumentará cuando aprenda a dominar los tiempos como ya domina los espacios. Y a buen seguro que lo conseguirá.
Lo hará porque la mejor virtud de Vinicius, aquello que no contemplaron ni Lopetegui, ni la inmensa mayoría de aficionados y medios, no es ninguna de las anteriormente expuestas sino su mentalidad competitiva – que ya dejó patente en Flamengo -, esa virtud – por otro lado, tan madridista - de creer en sí mismo ciegamente, de intentarlo una y otra vez y siempre con la misma convicción e ilusión. Esa mentalidad es, precisamente, lo que le une a ese grupo de elegidos anteriormente mencionados, pero también lo que le separa de algunos jugadores de la actual plantilla con tanto talento como miedo a equivocarse.
Esa mentalidad es, precisamente, lo que le une a ese grupo de elegidos, pero también lo que le separa de algunos jugadores de la actual plantilla con tanto talento como miedo a equivocarse.
El que crea que a Vinicius le va a asustar el Bernabéu se equivoca. El que piense que se va a arrugar porque le piten, no le conoce. El que suponga que le va a costar adaptarse a dobles marcas de los rivales cuando comience a ser identificado como una amenaza real, no le ha visto anteriormente. El que suponga que se le va a hacer pequeña la portería de todo un Camp Nou, no sabe qué tipo de competidor es. Su carácter recuerda más al de aquel jovencísimo Raúl González al que encontró dormido Valdano, cuando se acercó a él para tranquilizarlo en la previa de un partido trascendental, y que le espetó a su entrenador “Yo de ti lo haría si quieres ganar el partido”, al preguntarle, el argentino, si se veía capaz de salir a jugar un encuentro así.
El entrenador de Phoenix Suns y de la selección eslovena de baloncesto, Igor Kokoskov, declaró este verano que a deportistas como Luka Doncic no se les podía aplicar las mismas lógicas y tiempos que al resto, ya que cuanto antes comenzaban a competir al más alto nivel y más complicados eran los retos a los que se les exponía, mayor era su respuesta. Son jugadores de otra pasta.
Mucho se ha criticado – empezando por el que suscribe este artículo - a la actual dirección deportiva del Real Madrid por la planificación de la plantilla esta temporada. Pero puede que esa incomprensión estuviese fundamentada en el poco peso que le otorgamos a un jugador que quizás sí pueda desembocar en el crack que tanto ansiamos. Puede que no fructifique ya mismo en un futbolista de esa dimensión, pero sí puede que haya comenzado ya a proyectarse hacia ese escenario. Y es que Vinicius está a tiempo, incluso, de poder justificar lo que se hizo este verano. Por el momento, ya ha conseguido cambiarle la cara, por completo, al equipo.
"...pero también lo que le separa de algunos jugadores de la actual plantilla con tanto talento como miedo a equivocarse." = Marco Asensio.
Esperemos que Asensio pierda ese miedo y vuelva a ser el que vimos cuando llegó.
Efectivamente. El miedo es lo que atenaza a grandes promesas del fútbol. Esperemos que Asensio sea capaz de dar ese paso al frente.
Está claro. Marco Asensio tiene una técnica exquisita , pero no sé si mentalmente está preparado para ser un genio del fútbol. La capacidad psicológica tiene mucho que decir al respecto.
No me gustaría ser malinterpretado; Marco Asensio es un magnífico jugador y ha llegado a la élite, pero estamos comentando sobre poder llegar al nivel top de tan selecto colectivo.
Yo nunca entendí a Lopetegui en casi nada....y en lo de Vinicius menos, y no digo al principio, que bueno, qué sabía yo de cómo estaba el chaval, si necesitaba adaptarse al fútbol europeo y si estaba cocido, al punto o medio crudo....ni sabía de la política del club respecto al jugador....no sabía nada....pero vamos, que no me gustó la idea en ningún momento porque yo soy de las que cuando me compro algo enseguida lo estreno....pues lo mismo me pasa con los jugadores, incluso con los jóvenes, y mucho más según pasaban las semanas y se veía lo que estaba pasando con el proyecto de Lopetegui y la actitud de algunos en el campo que mandaban más que él de manera notoria....sin disimulo....y él parecía no darse cuenta de que se estaba yendo a pique, porque si lo vio aún menos le entiendo que no hubiera aplicado lo de "de perdidos al río".....y ese río o afluente o arroyo era Vinicius....por favor....si es que esa alegría, esa calidad y sobre todo ese desparpajo merecían todas las oportunidades....
Y estoy de acuerdo con vosotros, Antonio y Pedro, de que el miedo atenaza a muchas grandes promesas y Asensio no se atreve y eso que ayer en la jugada del 2º gol me pareció que tuvo un momento de duda, que parecía que se paraba y no se iba a puerta y que iba a hacer el camino horizontal, pero fue una décima de segundo y volvió a mirar a portería y avanzó hacia ella y me pareció una buenísima señal.... ese es el camino si quiere triunfar en el Madrid....
Saludos
Pues sí, Paz, parece que tenías razón. Yo no escuché lo de la cocción, pero sí que entendía que era mejor que cogiera ritmo con el filial que tenerlo calentando banquillo en el primer equipo.
Si Mariano consigue integrarse como para aportar 20 goles por temporada esto va a estar bien. Y si el año que viene Rodrygo demuestra ser un proyecto parecido a lo que apunta Vinicius (parece que tiene menos calidad en el regate pero más gol) el futuro se presenta halagüeño.
Esperemos al final de la historia, pero quizá algunos se pierdan las eliminatorias de Europa League en el estadio techado que tanto gustan de pronosticar.
Rodrygo tiene menos gambeteo que Vinicius, pero tiene un regate en velocidad digno del mejor Neymar, o eso me parece a mí...
Me ha parecido muy interesante lo que argumenta Kollins en el artículo. Desde luego, no hemos de precipitarnos y volvernos locos con este futbolista. Sin embargo , quien tenga datos , conocimientos y haya seguido a este futbolista, sabe que estamos ante alguien que atesora mucho fútbol en sus botas. Y tiene morro, mucho morro, jugando a fútbol. No se encoge, se nota que tiene fuerza mental como para formar parte de todo un Real Madrid. Y, de acuerdo, en que le falta definición. Pero, es que a esa edad y en esa posición no puedes esperar a un jugador escandalosamente goleador.
Raúl, Robinho, Vinicius.
Robinho era un grandísimo finalizador que se encontró con un Raúl bastante acabadete que le desplazó a la banda izquierda como ya hiciera con Baptista o Zidane. Donde Robinho haría dos bicicletas y devolvería el balón atrás, Vinicius siempre buscará el hueco imposible para marcharse o dar un pase peligroso. La principal diferencia entre Vinicius y Robinho no era de físico ni de juego, sino de mentalidad. Cuando Robinho recibía la pelota ya (se) sabía lo que iba a hacer. Vinicius no lo sabe ni él y eso es lo que le hace tan difícil de defender.
"La eficiencia de Vinicius aumentará cuando aprenda a dominar los tiempos como ya domina los espacios."
Y yo creo que no tardará mucho en hacerlo. Para tener la edad que tiene sorprende a menudo con la toma de decisiones adecuadas, más propias de jugadores con más experiencia. No parece excesivamente obsesionado con el gol (algo también impropio de su edad, en la que se suele querer brillar lo antes posible), mientras que aporta unos pases que firmarían la mayoría de especialistas.