Siempre he creído que la descarada corrupción que ha instaurado el Barça en todos los estamentos del fútbol español y sus alrededores acabaría acarreando consecuencias muy serias para el club que ha enfangado de por vida las competiciones nacionales. Es una cuestión de pura justicia, una relación simple entre actos y consecuencias. La poca confianza que merecen instituciones como la RFEF, la Liga o el CSD, que corrieron solícitas en auxilio del corruptor a los minutos de conocerse el escándalo que los madridistas llevábamos décadas intuyendo y denunciando, la compensaba la fe en la independencia judicial o las instituciones futbolísticas supranacionales. Cada vez tengo menos claro que vaya a haber alguna sanción, que los principios de igualdad deportiva acaben prevaleciendo. Por el tiempo que ha pasado y la ridícula normalidad que se ha intentado imponer (especialmente a nivel mediático) desde el primer día, es más que probable que no se haga justicia.
En todo caso, y aunque hubiera una sanción durísima, como por ejemplo varias temporadas fuera de Europa o un descenso administrativo, lo que jamás podría haber es resarcimiento a los perjudicados, o al perjudicado, ya que solo hay una afición que se queja, que protesta y que mantiene vivo el recuerdo del oprobio que ha sido el negreirato. El resto de hinchadas participa en el blanqueamiento de la vergüenza, bien por puro antimadridismo, bien por la mala conciencia del que también se sabe beneficiado por la trama corrupta.
En el fútbol, el componente emocional pesa en muchas ocasiones más incluso que lo lógico y racional. Así que, ocurra lo que ocurra, nadie nos podrá restañar a los madridistas las injustas heridas que sufrimos en nuestros corazones. Todas esas expulsiones inmerecidas, penaltis que se obviaron, celebraciones anuladas, victorias y títulos escamoteados ya no van a volver. Incluso en el poco probable caso de que se eliminaran esos trofeos del palmarés del corrupto y se le otorgaran al perjudicado por sus delitos, ninguno de nosotros lo celebraríamos, no nos abrazaríamos con el espectador que se sienta a nuestro lado en el estadio, y de quien ni siquiera conocemos el nombre, no gritaríamos de alegría, no saltaríamos mientras levantamos los brazos. De todo lo que nos han robado, que ha sido mucho, lo que más duele y dolerá es que nos hayan hurtado los sentimientos de alegría pura momentánea que solo el Real Madrid es capaz de proporcionarnos.
Jamás podrá haber resarcimiento a los perjudicados, o al perjudicado, ya que solo hay una afición que se queja. El resto de hinchadas participa en el blanqueamiento de la vergüenza, bien por puro antimadridismo, bien por la mala conciencia del que también se sabe beneficiado por la trama corrupta
Nuestro equipo tiene un mérito que ni siquiera los propios madridistas suelen valorar, porque competir remando contra corriente durante décadas otorga mucho más valor a lo conseguido en este tétrico periodo. Se ha jugado permanentemente con un hándicap que era evidente a nivel estadístico, sin necesidad de que conociéramos el fango que ya es notorio. Espero no escuchar de nuevo a aficionados del Madrid repetir el mantra de que el equipo tiraba las Ligas. La realidad es que al Madrid le tiraban (y es probable que se siga haciendo) de la carrera por las competiciones patrias, y que cuando se mantiene en la misma es sorteando unos obstáculos que sus rivales no se encuentran.
Asumida ya la enorme posibilidad de que el club que ha corrompido el fútbol español durante al menos dos décadas salga indemne de sus delitos, cabe pensar que nunca volveremos a creer en la limpieza de la competición. Dejar que todo siga como si no hubiera pasado nada va a provocar una pérdida de credibilidad del fútbol que incluso amenaza su supervivencia. La sombra de la duda permanecerá mientras los herederos del régimen sigan ocupando cargos ejecutivos en los diferentes organismos y dispongan de espacios mediáticos donde se les permita justificar la vergüenza y poner el foco en el agraviado para desviar la atención. Lo hacen, además, sin apenas oposición. Las competiciones nacionales están heridas de muerte por la simple razón de que la afición más numerosa y el equipo más importante han constatado que se les ha desvalijado y que a casi nadie parece importarle lo más mínimo.
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cita: "Incluso en el poco probable caso de que se eliminaran esos trofeos del palmarés del corrupto y se le otorgaran al perjudicado por sus delitos, ninguno de nosotros lo celebraríamos, no nos abrazaríamos con el espectador que se sienta a nuestro lado en el estadio, y de quien ni siquiera conocemos el nombre, no gritaríamos de alegría, no saltaríamos mientras levantamos los brazos. De todo lo que nos han robado, que ha sido mucho, lo que más duele y dolerá es que nos hayan hurtado los sentimientos de alegría pura momentánea que solo el Real Madrid es capaz de proporcionarnos".
Exacto, toda la razón pero, con una excepción: Las ligas de Tenerife. Esas las celebraría incluso yendo a Cibeles. Son más nuestras que de nadie. Lástima que no entran en la horquilla de la investigación pero, todos sabemos que ahí empezó todo. Las de Tenerife es el comienzo de toda esta mafia. Ahí constituyeron la organización criminal que son ahora
Gran artículo que pone de manifiesto el mérito del Real Madrid, que ha tenido que lidiar durante tantos años contra un sistema corrupto y que, pese a ello ha competido y logrado importantes triunfos.
He estado revisando los resultados de los campeonatos de liga durante el periodo que investiga el juez instructor, entre 2001 y 2017 y el Real Madrid ha quedado subcampeón, tras el FC Barcelona en 8 ocasiones, de las que 5 lo son por menos de 5 puntos.
Creo que dado que los pagos ilegales han quedado demostrados, al menos esos títulos de liga deben concederse al Real Madrid y, en todo caso, se le deben retirar al FC Barcelona. Estas son las clasificaciones a las que me refiero:
2004-2005: FCB 84 - RM 80 (4 puntos)
2009-2010: FCB 99 - RM 96 (3 puntos)
2010-2011: FCB 96 - RM 92 (4 puntos)
2014-2015: FCB 94 - RM 92 (2 puntos)
2015-2016: FCB 91 - RM 90 (1 punto)